Espejo en Estados Unidos
México, D.F. sábado 12 de mayo de 2001 
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Editorial
 
 CONTINGENCIA ECONOMICA 

SOL El recorte al gasto público anunciado ayer por el gobierno federal es, en la lógica de los economistas, un programa de contingencia ante la combinación de dos factores desfavorables en el entorno externo: la desaceleración de la economía de Estados Unidos y la caída en los precios del petróleo. 

El primer factor afecta directamente los ingresos por exportaciones, mientras que la caída en el precio del petróleo reduce las perspectivas de ingresos fiscales. Si a esto sumamos un panorama adverso a la propuesta de reforma hacendaria, que permite prever una recaudación menor a la estimada, el gobierno, por lo tanto, se ha visto obligado a modificar sus cuentas y proyecciones económicas. 

Esta misma lógica es la que se aplicó en 1998 cuando el gobierno de Ernesto Zedillo redujo el gasto público en tres ocasiones debido a la caída del precio internacional del petróleo y los coletazos de la crisis en Asia. 

Tras notificar los recortes -- que serán mensuales--, se anunciaron, como en 1998, líneas de crédito vía el Fondo Monetario Internacional, porque a nadie en el entorno internacional le conviene una crisis en la economía mexicana. A Zedillo le obsesionaba no incrementar el déficit fiscal, variable que ahora obsesiona a los economistas de Fox, quienes después del recorte, insisten que será de poco más de medio punto del PIB. La realidad, y así lo advirtió el Banco de México --aunque Hacienda decía otra cosa--, es que ni la economía va a crecer 4.5 por ciento en el año ni el déficit fiscal será de 0.65 por ciento. 

La respuesta rápida de los economistas del gobierno de Vicente Fox pretende ser tan efectiva --hasta pareciera que la historia se repite-- como la de los recientes gobiernos priístas, aunque el Presidente los acuse de abandonar a 40 millones de mexicanos en la pobreza y la marginación, y de haber endeudado al país de manera irresponsable. 

Recordemos que tan sólo la deuda del Instituto Bancario de Protección al Ahorro, respaldada entonces por el PAN y el PRI en la Cámara de Diputados, representa el 12.6 por ciento del Producto Intero Bruto. 

Pero, al margen de las similitudes entre el actual gobierno y sus predecesores en las maneras de "fortalecer la economía" ante el escenario mundial --principalmente EU--, es necesario resaltar el impacto social de los recortes al gasto público, que se verán reflejados en el incremento en la tasa de desempleo y el consecuente empobrecimiento. 

Esta primera reacción de ajuste económico del gobierno foxista, más allá de sorprendernos por tratarse de un hecho más que contradice las promesas y postulados de campaña, pareciera revelar que su equipo aprendió bien las recetas de los últimos gobiernos para enfrentar los altibajos de la economía. 

Aceptar que el derecho a la vida digna de millones de personas depende del comportamiento de las economías del resto del mundo, es equivalente a aceptar vivir en la incertidumbre; a navegar sin rumbo. Los factores externos influyen --no hay discusión al respecto--, pero es cuestionable la decisión de dar continuidad a un proyecto económico cuyos resultados han sido --así lo dijo ayer el Presidente-- "catastróficos" para la sociedad. ¿Acaso no hay otras opciones, o es que no han escuchado las voces de otros economistas comprometidos con la justicia social? 

La economía mexicana se encuentra en un periodo de desaceleración y el futuro, si bien no es oscuro por ahora, para nada luce brillante a la luz del optimismo de Fox. De nueva cuenta parece no haber claridad en la descripción de los contenidos y planteamientos. Es indispensable que el gobierno brinde una explicación convincente, porque no terminamos de entender cómo con recortes al gasto público y generación de desempleo se pretenden edificar las bases sólidas y reales de un programa económico que beneficie a todos los mexicanos. Así lo justificaron los gobiernos anteriores y los resultados están a la vista. 
 

 

 

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