SABADO Ť 12 Ť MAYO Ť 2001

EL ECO Y LA SOMBRA

Ť Ricardo Yáñez

Imagen y semejanza


PUESTO QUE YA todo es imagen, aunque no lo parezca nos resulta difícil imaginar. Puesto que nuestra vida inscrita está en un torrente de imágenes, da la impresión oscura o clara de que la vida nuestra no es sino la inercia de ese mismo torrente, y a ese ser arrastrados en ocasiones llamamos imaginar, imaginación. Hacer tabula rasa, vaciar, si así puede decirse, lo que saturándonos nos vacía de nosotros mismos, debiera ser ocupación no sé si perentoria pero al menos sí digna de consideración en pro de un resignar la vida ¿la propia?, desde luego, pero a sabiendas de que toda vida, toda la vida, en cierto modo no otra cosa es que justamente la propia vida.

QUE DIFERENCIA, DIGO, entre alguien atiborrado de imágenes y alguien pleno de imaginación. La cantidad, desde hace tiempo lo sabemos, si bien cuenta, siempre cuenta, no es solución más eficiente que la que aporta, también siempre, la calidad. La calidad, atrevo, cuida no tanto las cantidades, sino las proporciones, que es distinto. Sabe de dosis, tiene ¿y lo muestra o mejor, lo ejerce? tacto respecto no sólo al remedio sino, lo principal, la enfermedad; no, la salud. Y no, tampoco, sino, sin ánimo retórico digámoslo, la salud de los enfermos. La calidad es siempre saludable.

LA CANTIDAD DE imágenes, cuando la proporción no está cuidada, es invasión del ámbito en principio privado de la imaginación. De eso parecieran no darse cuenta, pero bien que se dan, las empresas televisivas y sus rostros más obvios, las publicitarias, quienes se encargan de producir la propaganda de los políticos, Hollywood. No sé sino de modo vago y personal qué pudiera intentarse con miras a paliar los estragos causados por actitudes, aquí sí que queda el adjetivo, tan agresivas. Creo saber empero que en tal fenómeno se expresa, lo diré de este modo, un enloquecimiento del lenguaje; ignoro si la palabra imagorrea pueda tener sentido para el lector, espero que sí, para evitar el patetismo de por ejemplo hablar de cáncer. Y sin embargo a algo como eso (no lo haré) quisiera referirme.

¿CUAL ES, CON tanto abuso del lenguaje en torno nuestro, nuestro lenguaje? ¿Cuáles son las imágenes que en efecto nos dicen, corresponden? ¿Cuáles, entre tantas, imágenes son que nos dan nacimiento, crecimiento, buena reproducción y mejor vida (trascender finalmente sería eso, pasar a mejor vida)? Menos, cierto, en estos casos muy, muy probablemente equivalga a más. Mas pienso yo modestamente que no se trata sólo de quitar sino también de en el quitar dar a la proporción y al tacto el mando de la acción. El mando de la acción en la búsqueda de la humanidad que cabe suponer deber constituye de cada mujer, de cada hombre, en sus imágenes.

SI MIS IMAGENES no me dan imagen y semejanza de lo humano, de la humanidad, si no mediante mis imágenes humanizo mi vida, la vida, ¿no más bien estoy cediendo a tentaciones, caigo en ilusionismos, alucino sin más, pierdo el sentido, no ando en mis cabales?