Ť Ediciones pirata alcanzan la cifra de 12 millones de dólares anuales en ese país
La dictadura en Chile gravó al libro hace 25 años, hoy la piratería crece
Ť El escritor Enrique Lafourcade insiste en la reducción del gravamen que es de 18 por ciento
Ť Con el regreso de la democracia, creímos que su eliminación sería posible: Bartolomé Ortiz
ENRIQUE GUTIERREZ CORRESPONSAL
Santiago, 11 de mayo. De acuerdo con cifras de la industria editorial chilena, el mercado del libro en el país se calcula que maneja unos 40 millones de dólares anuales. Ello significa un ingreso para el fisco de 5 millones 200 mil dólares por concepto del impuesto al valor agregado aplicado al libro.
Como recuerda, cada vez que puede, el escritor Enrique Lafourcade, hombre de derecha y columnista habitual de El Mercurio, cuando la dictadura militar hace un cuarto de siglo aplicó el IVA a los libros --el mismo 18 por ciento que a un auto de lujo o un humilde kilo de arroz--, los adversarios del régimen lo tildaron como un impuesto a la cultura. Hoy, en el gobierno, cada tanto se hacen tibias declaraciones al respecto, pero más allá de las buenas intenciones que pavimentan el camino hacia los infiernos editoriales, los sucesivos ministros de Hacienda se han mantenido inconmovibles. La razón, según un funcionario que lógicamente no quiso ser identificado, no son tanto los cinco y pico de millones de dólares que produce ese impuesto a los libros, sino el ''mal ejemplo'' que significaría'' la eliminación del gravamen.
''Se nos vendrían encima y, con toda razón, los enfermos que necesitan medicamentos caros, los propios productores de alimentos. No tenemos alternativa ?explicó?. El sistema de libre mercado nos dejó con una estructura tributaria donde el IVA representa 70 por ciento del ingreso fiscal y todo gracias a que es de 18 por ciento parejo y para todo. Una rebaja, una eliminación de algún rubro y se nos derrumba este castillo de naipes...''
Fallida reducción
Lafourcade, autor del best-seller de los años setenta, Palomita blanca, cree que se debe insistir ya no en la eliminación del IVA libresco, sino en su reducción. Cada tanto, acompañado de los lúgubres funcionarios de la Cámara Chilena del Libro, que se negaron a comentar al respecto, presenta un proyecto de ley de promoción cultural en el Senado, que incluye un IVA enano para los libros, pero su insistencia no ha sido recompensada y las fauces de los archivos legislativos tragan y degluten esos proyectos, depositándolos, como si fuera ceniza volcánica, en la árida llanura de los intentos fallidos.
''Quisiéramos que se eliminara este impuesto, pensamos que con el regreso de la democracia en 1990, ello sería posible. Sin embargo, no ha ocurrido'', dice el gerente de la filial local de Planeta, Bartolomé Ortiz, quien se hace llamar Bartolo.
''Aunque yo advierto a todos los que me quieran escuchar, que eliminado este gravamen que nos impuso la dictadura militar, no habrá una rebaja sustancial en el precio de los libros'', indica Bartolo, un chileno que se inició en Argentina, en el exilio, en el negocio editorial--. ''Veamos, si se quita al libro el 18 por ciento y queda en cero, la rebaja efectiva en el precio sería de seis u ocho por ciento máximo''.
Ello, porque los insumos para hacer un texto siguen pagando IVA en sus diferentes tramos. Eso no cambia --reitera Bartolo--.
Sin embargo, duda de la condición de un impuesto a la cultura, porque indica que las cosas han cambiado mucho desde 1987, cuando los días del régimen militar quedaron contados tras el plebiscito de octubre de 1986, cuando el candidato único de los militares, Augusto Pinochet, corrió solo en la carrera presidencial y pese a esto llegó segundo.
Ese año se inició la impresión de autores nacionales, incluyendo a los clásicos como Pablo Neruda o Jose Donoso. La producción era de 25 mil a 35 mil ejemplares. Hoy Planeta, de acuerdo con su gerente, vende al año unos 400 mil libros y de ellos, entre 100 mil y 140 mil, son de producción nacional, es decir, 40 por ciento del total.
''En los últimos 10 años se ha recuperado aquella explosión del libro que tuvo lugar entre 1970 y 1973, cuando la hoy desaparecida editorial nacional Quimantu, tiraba miles y miles de ejemplares que se vendían principalmente en los kioskos de periódicos'' --sostiene Bartolo.
''Eliminar ese impuesto aumentaría las ventas, pero no mucho. Las razones se deben buscar en un escaso hábito de lectura y en el poco poder adquisitivo. Si hay crisis, se suprime la cultura, el esparcimiento, es lo primero que se elimina.''
El silencio de la cámara del libro
-El libro electrónico, que no paga IVA, ¿es un peligro?
-No sé. Creo que pasará mucho tiempo, 30 años tal vez, antes de que se pueda hablar de eso. Pero, hoy en realidad el problema son las ediciones pirata... Es cosa de ver las calles del centro.
Los libros pirata causan desvelos en los editores. Según las denuncias de la Cámara del Libro, en meses anteriores, estas ediciones que mejoran en calidad constantemente y que ahora equivalen ya a lo que fueron las ediciones rústicas del pasado, tendrían un valor de unos 12 millones de dólares anuales, 30 por ciento de las ventas legales que sí pagan IVA.
Las editoriales pirata comenzaron como el trabajo de algún desempleado con una máquina de fotocopiar, libros que salía a vender el mismo que los hacía. Hoy, para editores y libreros, actúa una mafia con capitales importantes. A finales del 2000, en el poniente de Santiago, se descubrió una bodega sin nombre ni propietarios, con 150 mil libros de autores diferentes, todos ellos pirateados.
Nadie tiene pistas certeras, pero el problema crece. Un libro legal cuesta unos 8 mil pesos chilenos en promedio, menos de 15 dólares. Uno pirata no pasa de dos o tres dólares, cuatro cuando mucho y miles de vendedores ambulantes los ofrecen. Si alguien les pregunta, sufren de amnesia, no recuerdan quién se los entrega. Claro, si la policía se empeñara sería otra cosa. Sin embargo, todo indica que el pirateo de libros de una u otra forma cuenta con santos poderosos y milagreros en la corte celestial. Hasta el silencio de la Cámara del Libro se presta para pensar mal.
Rodrigo Santibáñez, gerente comercial de Grijalbo, piensa que tal vez una rebaja del IVA al libro podría ayudar en la lucha contra los Pete Pata de Palo de la industria editorial ilegal.
-El IVA es un gravamen de 18 por ciento a todos los productos y serviciosque al final se traspasa al público y afecta los valores que éste paga. Hay otros países como España, la misma Argentina, donde este impuesto tiene valores diferenciados, creo que en el caso de los libros es algo así como un cuatro por ciento -- afirma. Luego reconoce: Es necesario aceptar que el impacto del IVA, el nivel que éste alcanza en la venta de literatura, no ha sido medido. La Cámara y los propios autores están empeñados en obtener el fomento a la cultura, pero por el momento no hay mas que promesas...
Santibáñez piensa que, pese a todo, un IVA menor incidiría al menos en el combate ''a la mafia de los libros pirata, que ya es una verdadera industria. Algo que nadie sabe a dónde puede llegar" y que al parecer es peor que el desprestigiado pero rentable impuesto a la cultura y su valor agregado.