sabado Ť 12 Ť mayo Ť 2001
Luis González Souza
La marcha sigue
No fue un principio, mucho menos un final, la marcha que 24 dirigentes del EZLN y un creciente número de apoyadores realizaron desde La Realidad, Chiapas, hasta la pequeña y deplorable realidad política en la capital de México, durante febrero y marzo de este año. Esa histórica caravana zapatista sólo fue el último episodio visible de la larguísima marcha iniciada hace más de 500 años por nuestros pueblos originarios a efectos de evadir, una y otra vez, toda suerte de exterminios. El exterminio por la vía legislativa es el que ahora se colocó al frente cual berrinche-cerrojo reaccionario ante la marcha de la "dignidad indígena". Y así sólo fuese por ello, la marcha habrá de continuar.
Pero habrá de continuar por los nuevos caminos y modalidades que podrían derivarse de los cuantiosos frutos y enseñanzas del tramo La Realidad-DF. En la columna de los pasivos, tal vez la principal enseñanza tiene que ver con la crisis terminal del sistema político mexicano y, en particular, con la extinción de su capacidad simplemente para registrar y pulsar movimientos sociales. No hablemos ya de capacidades para encausarlos creativamente. Por prejuicios, ignorancia, revanchismos, protagonismos o por lo que sea, el hecho alarmante es que un puñado de políticos pudieron legislar de espaldas, tan descaradas como provocadoras, al movimiento más vigoroso en la historia reciente del país. Noticia, además mostrada por casi todos los medios de información a lo largo de 3 mil kilómetros y por más de 30 días. A ese tamaño ha crecido el distanciamiento entre los políticos y la sociedad. Distanciamiento con el que ningún país es gobernable, mucho menos de manera democrática.
Sin embargo, la caravana zapatista dejó sus mayores enseñanzas y frutos en la columna de los activos. En estricta relación inversa a la sordera y la ceguera de los de arriba, muy variados y numerosos sectores de la sociedad mostraron su sensibilidad e incluso abierta solidaridad con las demandas de los marchistas. Si la mala noticia es que el sistema político mexicano ya apesta de viejo, la buena es que el sujeto clave para su renovación o reemplazo -la sociedad- está bien sano y pujante. Además, y a contrapelo de instintos racistas y partidocráticos de los políticos conservadores, el renovado sujeto social no sólo respeta al movimiento zapatista, sino que ya se enriquece con sus múltiples enseñanzas. Ya exige por todos lados el mandar-obedeciendo. Ya promueve instancias donde quepan todos. Ya se dedica a construir, aquí y ahora, el país deseado.
Bastante le falta, sin embargo, avanzar en materia de autonomías. Pero las oportunidades para hacerlo crecen en la misma medida en que crecen las trapacerías de los politiqueros. Ahora mismo, por ejemplo, la sociedad podría construir su propio espacio legislativo donde deje claro su veto al engendro Barney-Ego sobre derechos indígenas y donde, enseguida, autorice la inmediata aplicación de la ley Cocopa en todo el país.
Inclusive la propia sociedad podría sumarse a esa aplicación, y ya no sólo con las tradicionales caravanas de solidaridad. Aunque hay una o dos caravanas que sí se antojan urgentes, no sólo para avanzar el aprendizaje en autonomía, sino para completar la siembra y el cultivo de la más reciente marcha zapatista. Si los 12 estados que ésta recorrió no les parecieron suficientes a los gobernantes oficiales, la sociedad misma podría recorrer los estados restantes. O podría hacer su propia caravana de regreso, ahora desde el DF a La Realidad, y ya no sólo por la "dignidad indígena", sino por lo que tanta falta hace a tantos y tantas: la dignidad nacional.
Lo importante es que más y más sectores de la sociedad acabemos de apreciar, y sobre todo practicar, el valor de la autonomía. Los zapatistas ya han hecho lo suyo, y vaya que ha sido mucho. Faltamos los demás.
Tanto se han alejado los profesionales de la vieja política que aún no se enteran de que "Zapata vive". La nueva política -a hacerse por toda la sociedad, y ya no sólo por los zapatistas- se hace con hechos. Al "Zapata vive", agreguemos "la marcha sigue". Y seguirá hasta no verte... México justo, incluyente, pluriétnico, multicultural. México zapatista, pues.
PD: Voy Pachuca porque su DT, el Vasco Aguirre, entiende de zapatismo mucho más que los trogloditas de Xicoténcatl, también conocidos como "senadores".