SEÑALES CONFUSAS
La circunstancia económica actual ha dado lugar a
discursos divergentes y acaso contradictorios por parte del gobierno federal.
Así sea por una diferencia de énfasis, la fórmula
empleada antier por el secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz,
en el sentido de que "en México la economía está cayendo
(al igual que) en todas partes del mundo" no parece coincidir con la expresión
emitida ayer por el presidente Vicente Fox acerca de una economía
nacional que, a diferencia de la estadunidense, estaría "más
fuerte que nunca".
Es cierto que disonancias como la señalada han
sido frecuentes en otros temas entre el actual equipo de gobierno. El ejemplo
más contrastado hasta ahora ha sido, sin duda, el reciente incidente
verbal suscitado entre los titulares de Relaciones Exteriores de nuestro
país y de Cuba, tras el cual la vocera presidencial, Martha Sahagún,
desautorizó al canciller Jorge G. Castañeda, a quien el presidente
Fox reivindicó menos de 24 horas más tarde. La escasa coordinación
declarativa ha sido notoria, también, en meses anteriores, en torno
del conflicto chiapaneco, entre el comisionado Luis H. Alvarez y diversos
funcionarios.
Tales discrepancias, ciertamente impensables durante las
presidencias priístas, no tienen por qué ser siempre, ni
necesariamente, negativas, y algunas de ellas podrían tomarse, incluso,
como expresión de nuevos estilos, menos unánimes y verticalistas,
en el ejercicio del poder público.
Sin embargo, cuando se trata de asuntos económicos,
la falta de coordinación entre los funcionarios federales de primer
nivel resulta preocupante y peligrosa, por cuanto los entornos financieros
--nacionales e internacionales-- requieren de un discurso gubernamental
consistente, coherente y claro que genere un clima de confianza.
En este sentido, a las contradicciones --así sean
sólo de forma-- ha de agregarse la emisión de frases ambiguas
y poco esclarecedoras. El presidente Fox dijo, por ejemplo, que la actual
desaceleración no puede compararse con la crisis de 1994. Tal aseveración,
con todo lo que pueda tener de tranquilizador, no permite hacerse una idea
precisa del tamaño ni de las consecuencias de los problemas económicos
actuales, una incertidumbre que genera zozobra entre la sociedad y que
debe ser plenamente esclarecida.
Más allá del lugar común, según
el cual la forma es fondo en el ámbito de la política, es
claro que, en la economía hay escenarios en los cuales la forma
puede ser catástrofe, como ocurrió a fines de 1994. A la
luz de ese recuerdo doloroso y trágico, sería pertinente
que los actuales gobernantes actuaran y se expresaran con mayor coordinación
y precisión en estas materias.
|