MARTES Ť 8 Ť MAYO Ť 2001
 
Polémica por la apertura de un centro para el consumo de heroína  
Picadero legal en Sydney

REUTERS

Sydney, 7 de mayo. La primera sala legal australiana para inyecciones de heroína abrió sus puertas en la noche del domingo en la zona de tolerancia del distrito Kings Cross de esta ciudad, pero los críticos señalaron que el centro no había podido impedir casos de sobredosis a sólo a unos metros de sus puertas.

La polémica sala de inyecciones, situada entre hileras de clubes y a la que el gobierno federal y el Vaticano se han opuesto, abrió de seis de la mañana a diez de la noche, después que un tribunal determinara que poseía licencia legal para operar.

Ocho adictos utilizaron los servicios, destinados a dar atención a unas 200 personas cada día. Uno de los drogadictos accedió a recibir australia_heroin_m6bayuda profesional, según la directora médica, Ingrid Van Beeck. "Unos cuantos drogadictos usaron el centro anoche y este número aumentará, sin duda alguna, en las próximas semanas, especialmente cuando la atención de los medios informativos se desvanezca", sostuvo el reverendo Barry Herbert, de la Iglesia Unida, que dirige la institución.

Iglesia Unida ganó una batalla legal en abril para abrir la sala de inyecciones de heroína, pero los detractores insistieron este lunes en que el centro había fallado en la prevención de casos de sobredosis en los alrededores.

"Yo estaba allí y vi dos paramédicos, después que la sala cerró, atendiendo un caso de sobredosis. Entonces, ¿qué sentido tiene?", preguntó Malcolm Duncan, de la Cámara de Comercio de Kings Cross, que piensa actuar legalmente contra la institución. Los paramédicos confirmaron que el domingo en la noche encontraron a dos personas víctimas de sobredosis cerca de la sala de inyecciones. Uno de los casos ocurrió mientras el centro estaba abierto.

La oposición al establecimiento de una sala de inyecciones de heroína en Australia ha sido larga y enconada. Entre los oponentes se encuentra el primer ministro australiano, John Howard, el papa Juan Pablo II y funcionarios de Naciones Unidas.

El reverendo Herbert dijo que la función del centro era reducir las muertes por sobredosis en Kings Cross, pero que no se proponía prevenir todos los casos.

El 90 por ciento de las llamadas a las ambulancias por casos de sobredosis en Kings Cross se hacen en un radio de 300 metros del centro. Hay un total de unas cien muertes anuales por sobredosis en esta zona.

"El hecho de que hubiera sobredosis en los alrededores sólo reafirma la necesidad de ubicar este centro en Kings Cross", declaró el director médico, Van Beek.

"Después de 18 meses, si el índice de llamadas por excesos en el consumo desde esa zona de Kings Cross no ha variado y no hemos sido capaces de controlar la situación, haremos un examen del proyecto", añadió.

El centro funcionará por un periodo de prueba de 18 meses y se abrirá dos veces al día, por la mañana y por la tarde. La institución está diseñada para funcionar en tres fases, al contrario de otros centros europeos que permanecen abiertos y son comunitarios.

Los usuarios tienen que registrar las drogas que llevan al centro. A continuación se trasladan a uno de los ocho cubículos de inyecciones y, finalmente, a una sala de recuperación.

Los cubículos de inyecciones admiten hasta dos personas, lo que permite que dos drogadictos se inyecten al mismo tiempo. El diseño espacial del centro evita que los adictos se reúnan en las calles de la zona de tolerancia. También separa a los que llegan con las drogas de los que ya se las han inyectado. El personal del centro consiste en tres enfermeras, cinco consejeros y un guardia de seguridad.