Ť El mandatario cumple su primer año como presidente de Rusia
Naciente culto a la personalidad de Vladimir Putin; 10 mil jóvenes lo aclaman en Moscú
Ť Pancartas y volantes califican a su dirigente como "genio entre los genios"
Ť El patriotismo no acabó al ritmo tradicional de balalaika sino de rock occidental
JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL
Moscu, 8 de mayo. Sólo faltaron los refrescos y las tortas, pero los participantes se veían satisfechos estrenando camisetas blancas, azules y rojas, los colores de la bandera de Rusia, con la imagen de Putin estampada en el pecho. Después de todo, la mayoría de los congregados pudo cumplir su sueño de visitar la capital del país y además --por dos horas de levantar pancartas y corear consignas-- el viaje salió gratis.
No menos de 10 mil jóvenes, venidos a Moscú en trenes especiales desde las ciudades más importantes de provincia, algunos incluso desde ya otros países como Ucrania, Bielorrusia y Moldova, dieron rienda suelta a sus gargantas para expresar este lunes su admiración por el mandatario ruso, Vladimir Putin, "un tipo a todo dar", comentario más frecuente entre los asistentes por rigurosa invitación.
Movilizados por la organización Vamos juntos, creada al vapor por un ex funcionario de la oficina de la Presidencia convertido en líder juvenil, los muchachos se concentraron en la explanada frente a la Catedral de San Basilio, junto a la emblemática Plaza Roja, en un mitin dedicado a celebrar el primer aniversario de la toma de posesión del mandatario ruso.
"¡Putin, garante de las libertades, la juventud está contigo!", se pudo leer en una de las pancartas. Y en otra: "¡Somos la selección juvenil de Rusia; Putin, nuestro gran entrenador!". Y en una más: "¡El primer año del Presidente, etapa decisiva en la vida del país!".
Para inspirar a los chavos, preparatorianos casi todos y algunos universitarios, los organizadores del mitin repartieron hojas con consignas mecanografiadas y un periódico, Nuestro Presidente, que contiene un panegírico que pondría rojo de envidia al mismísimo Iosif Stalin.
Uno de los antológicos textos, que parece traducido del coreano, concluye así: "Putin, nuestro Presidente, es un genio entre los genios. Le dedicamos nuestro canto de amor. Hay en Rusia mucha felicidad y cosas buenas. ¡Gloria a Putin! ¡Viva Putin!".
En un lenguaje asequible a la mayoría de los presentes, el líder de la organización, Vasili Yakimenko, resumió la filosofía de Vamos juntos en esta frase: "Gracias a nuestros esfuerzos, los jóvenes se voltean de cara a Rusia; a Occidente, lo miramos con... lo que ya saben". Sólo el exceso de policías hizo que varios desistieran de su idea de bajarse los pantalones para ilustrar el mensaje.
Media hora antes de concluir el acto, los jóvenes empezaron a depositar en urnas distribuidas entre la multitud las invitaciones, añadiendo con pluma su nombre, y obtuvieron, a cambio, boletos para las discotecas capitalinas, el lugar más adecuado para compensar, durante toda la noche, la asoleada.
Acabado el mitin, acabóse el compromiso político y, en una obvia contradicción con el patriotismo que defendió desde la tribuna su máximo dirigente, los jóvenes seguramente no bailaron a ritmo de balalaika, sino al son de los estridentes impulsos de los grupos de rock occidentales.
El mitin de hoy es un nuevo testimonio del naciente culto a la personalidad de Putin, que tuvo sus primeros brotes con el manual distribuido entre los escolares de San Petersburgo, quienes siguen aprendiendo a leer con pasajes de la vida del "pequeño Vova", su ilustre paisano.
Espera su turno, y no extraña que la iniciativa provenga de la ciudad del Neva, el proyecto de dotar a cada escritorio de burócrata con un busto en bronce de Putin. Vaciado en yeso, el prototipo ya está listo y la coalición oficialista Unidad busca afanosamente oligarcas interesados en financiar la fabricación masiva de piezas, cada una de las cuales tendrá un peso de ocho kilos de bronce.
A todo esto, con apenas un año en el Kremlin, el propio homenajeado hace como que no ve las sumisas actitudes ni escucha las alabanzas, pero si no atempera los ánimos de sus fervientes seguidores es de suponer que no le disgustan.
Además, como apuntó el gran escritor ruso Vladimir Nabokov, "a nadie se le puede prohibir que quiera a su Presidente". Si se le quita la carga de ironía y desprecio que puso en estas palabras el autor de Lolita, la frase suena muy grata al oído de cualquier mandatario, ¿no?