martes Ť 8 Ť mayo Ť 2001
Luis Hernández Navarro
El error "táctico"
Los senadores del PRD metieron a su partido en un hoyo al votar a favor de la reforma indígena en lo general. Su dirección nacional cree que puede salir de allí jalándose de los pelos entre ellos.
Insuficiente es afirmar que la medida fue un "error táctico". Cantiflesco es asegurar que los senadores votaron a favor en lo general por lo que se logró en la reforma, y los diputados en contra por lo que faltaba. Y francamente cínico es decir --como lo hace Demetrio Sodi, integrante de la Cocopa-- que "el voto de los senadores no fue un error táctico, sino un acierto táctico para aprovechar los espacios que se abrieron" (El Universal, 4 de mayo de 2001).
La lucha por el reconocimiento de los derechos y la cultura indígenas ha sido la movilización popular conducida por la izquierda más importante en muchos años. Centenares de miles de gentes tomaron las calles en los últimos tres meses por demandas de igualdad y de diferencia, modificando la correlación de fuerzas en el país y obteniendo un triunfo cultural de primera magnitud. La reivindicación del mundo indio de inclusión en la sociedad nacional con respeto a su diferencia se convirtió, también, en la exigencia de un lugar para todos los excluidos. Frente a la presión social los medios de comunicación electrónicos difundieron --como nunca antes lo habían hecho-- las protestas. Los invisibles se hicieron evidentes.
La magnitud y trascendencia de la marcha por la dignidad indígena escapó a la dirección nacional del PRD. Preocupada por las disputas internas y por la realización de su Congreso, recelosa de una iniciativa que no podía controlar, que se oponía a su concepción de la política, y a la que veía como competidora, la dirección nacional del partido quiso hacerle "el vacío" a la movilización. Mientras muchos militantes de base y algunos legisladores del sol azteca acompañaron la caravana, la ausencia de los dirigentes nacionales fue notable.
Lejos de esta movilización social, incapaces de capitalizarla a favor de una reforma indígena de avanzada, los senadores del PRD se enfrascaron con el PAN y el PRI en una negociación "en frío", subordinada a las reglas de las fracciones mayoritarias, en la que pusieron por delante el futuro de su grupo a los intereses de los pueblos indios.
Los senadores perredistas tuvieron durante todo el proceso la posibilidad de vetar --no autorizando con su voto-- una reforma insatisfactoria. La utilizaron con éxito cuando el presidente Zedillo y el PAN presentaron su iniciativa en 1998. Inexplicablemente se negaron a ejercerla en esta ocasión.
Ciertamente, el rechazo de los senadores del PRD a avalar una reforma insatisfactoria habría tenido un costo: o dificultades para el partido en la negociación con el PRI y el PAN en otros puntos de la agenda política legislativa en el futuro, o aparecer en la opinión pública como una fuerza intransigente con la que no se puede llegar a acuerdos. Pero, Ƒacaso ese posible costo no habría sido mucho menor que aislarse del movimiento indígena nacional y de los sectores sociales que lo apoyan, y que profundizar en sus divisiones internas?
Obviamente, una pifia de este tamaño no es sólo un "error táctico", sino una falla monumental de graves consecuencias políticas. Cualquier persona mínimamente familiarizada con las demandas de los pueblos indígenas sabía que la reforma constitucional aprobada resultaba inadmisible para ellos. Habría sido suficiente con que los senadores compararan el dictamen propuesto con los acuerdos de San Andrés para darse cuenta de que la reforma nunca habría sido aceptada por el movimiento indígena. No requerían más que consultar con Abelardo Torres, purépecha miembro del CEN del partido y uno de los asesores en las negociaciones de San Andrés, para ver que la reforma estaba muerta antes de nacer.
Presentar el voto diferenciado del PRD en el Senado y en la Cámara de Diputados como una posición complementaria y congruente es no sólo cantinflesco, sino falso. Los legisladores que rechazaron la reforma objetaron también lo que habían hecho sus compañeros de partido en Xicoténcatl. De cara al movimiento indígena hizo mucho más a favor del partido la posición de sus diputados que la autocrítica light del CEN y su pretensión de ocultar lo evidente: no hubo acuerdo entre sus representantes en el Congreso.
ƑQué intereses busca representar el PRD: los de los sectores populares y las clases medias o los de la nomenclatura política? A juzgar por la decisión de sus senadores y las "explicaciones" del CEN, lo importante son los aparatos y no la gente. Tarde o temprano, el movimiento indígena le pasará la factura.