martes Ť 8 Ť mayo Ť 2001
Marco Rascón
Moción para aclaraciones
En mayo de 1911 fueron firmados los Tratados de Ciudad Juárez. En esa transición pactada, Porfirio Díaz deja la Presidencia, pero no el poder del porfiriato y se nombra interino a León de la Barra en un gobierno integrado mayoritariamente por elementos del viejo régimen.
Un mes después, Francisco I. Madero es recibido jubilosamente en la capital por más de medio millón de personas en junio, y 20 meses después, en febrero de 1913, en el momento en que es detenido por Victoriano Huerta en el Palacio Nacional, salió al balcón pidiendo auxilio, pero ya no había nadie en el Zócalo.
Las contradicciones de la transición pactada habían acabado con la credibilidad del presidente constitucional. Madero quiso ahorrarle una revolución al país fundiendo los intereses del viejo y el nuevo regímenes, pero en su intento provocó una de las revoluciones más cruentas y violentas al excluir de su esquema la aspiración popular de cambio social y económico.
Tanto Madero como Fox se toparon con el zapatismo, las rebeldías regionales y su propia debilidad crecen al ritmo en que se empantanan sus decisiones, particularmente el caso de la reforma fiscal y la ley sobre derechos indígenas. En ese escenario, la confusión crece y la política se convierte en un amasijo de escándalos sin referencias claras ni coherencia.
Con respecto a la nueva política fiscal, en su furor recaudatorio el gobierno foxista se ha vuelto estatista y, paradójicamente, en esa crítica la izquierda ha terminado uniendo fuerzas con los intereses del viejo régimen y los neoliberales más conservadores y opuestos a la necesidad de un Estado fuerte, rector de la economía. Los programas partidarios son pura pedacería de ocurrencias y oportunismo.
La contradicción dimana del neoestatismo de Fox, quien busca recursos para fortalecer los ámbitos privados, mientras que los opositores al IVA cayeron en la trampa al exponer argumentos tan conservadores como los que hubiesen utilizado Ronald Reagan o la Thatcher en campaña, prometiendo la reducción de impuestos. Se olvidaron que para impulsar una gran política social, se requiere una política fiscal sana, equitativa, promotora de la actividad económica y no atentatoria de las condiciones de vida y trabajo; pero tanto en defensores como en críticos de la nueva política fiscal esto no está ni explicado ni mucho menos claro.
El centro de la contradicción estriba en que el IVA es un impuesto al consumo y constituye en sí un impuesto injusto y sin equidad, pues grava de la misma manera a ricos y pobres. Anteriormente, existió el impuesto de ingresos mercantiles, es decir, el gravamen a las ganancias, el cual fue sustituido por el IVA afectando el salario y el consumo popular y fue una señal del nuevo orden económico en el que predominaría el comercio global sobre las formas de producción nacional. El IVA fue un certero golpe contra la soberanía maquinado desde el centro de decisiones del lopezportillismo y ahí estaba Francisco Gil Díaz, quien era director general de Política de Ingresos de Hacienda. El y López Portillo justificaron el IVA en función de que la recaudación era para fortalecer al Estado y su papel rector de la economía. Hoy, la paradoja es que se buscan mayores ingresos para continuar desmantelando las funciones del Estado, las instituciones de bienestar y el sistema de derechos sociales a cambio de ayudas filantrópicas "bien copeteadas" y para apuntalar los índices macroeconómicos en contra, nuevamente, del proceso económico nacional.
Fox no ha podido sacar adelante la nueva política fiscal ni la legislación indígena, debido a que es protagonista trágico de un fenómeno contradictorio: la misma fuerza que lo llevó a la Presidencia no le cree. Esa nueva mayoría ya no creía ni quería al PRI, pero tampoco a nadie que llegara con discursos retorcidos y simplones a imponer la misma política económica que impuso el viejo PRI y que justificó cada golpe como si se tratara de un beneficio.
Fox está perdido, porque su argumento sigue prometiendo beneficios de largo plazo cuando él mismo impuso que el tiempo de los resultados y los beneficios serían hoy, hoy, hoy, pero, al igual que Madero, siembra incertidumbre en todas partes.
En el caso de la ley indígena, Fox nunca estará declarativamente en contra del zapatismo, es su carta de presentación internacional y con ella pudo presentarse como líder de la paz en Colombia, en Europa y Canadá.
Los senadores y diputados pretendieron aprobar una ley al margen de las circunstancias políticas y por ello fracasaron; la desaparición del arquitecto Fernando Yáñez no fue valorada en su dimensión por todos los zorros de la política, los maestros del albazo y del golpe bajo que jugaron así papel de ingenuos.
ƑCómo será la venganza? ƑRenacerá el huertismo en el PAN? ƑCuál será el detonante para resolver tanta contradicción?