TOROS
Ť Se confirmó en la Feria Nacional del Novillero Telmex 2001
En México hay toros bravos y toreros buenos; sólo falta saber combinarlos
Ť Media docena de prospectos Ť Ovacionados novillos de Los Velázquez y La Guadalupana
LEONARDO PAEZ
El que siembra cosecha, y el que sólo se dedica a importar, a lo sumo firma cheques, y en dólares. Esa es la enorme diferencia entre los promisorios frutos recogidos por Telmex en la primera etapa ?seis festejos? de su Feria Nacional del Novillero y el lamentable círculo vicioso en que ha caído el grueso de los empresarios taurinos de México, dedicados a importar anualmente dos o tres llenaplazas por carecer de diestros locales con imán de taquilla. Sus razones tendrán, así sea a costa de una tradición multicentenaria. Prueba de que dar oportunidades con criterio taurino no es ciencia, fue la increíble evolución exhibida por algunos de los jóvenes que actuaron luego de su triunfo anterior. Más asentados, más seguros, más dueños de su expresión, hicieron evidente una cosa: en el toreo, como en el resto de las artes, antes que genios y fenómenos, hay individuos dotados a los que la práctica constante de un oficio a partir de una técnica, convierte en maestros con un elevado nivel de desempeño.
Seis prospectos seis
En tan sólo seis novilladas, cuatro de ellas sin picadores, en la pequeña plaza La Florecita, de Ciudad Satélite ?2 mil 500 localidades?, la Feria Nacional del Novillero Telmex 2001 cuenta ya por lo menos con seis firmes candidatos a figuras de la novillería: José I. Ortiz, Guillermo Martínez, Jorge López Zotoluco, Rogelio Sánchez, Ricardo López El Cade y Paco Aviña, siempre y cuando, claro, los muchachos toreen continuamente ganado tan serio como el que hasta ahora enfrentaron.
Como ocurre siempre, de los 12 jóvenes que actuaron en la doble jornada taurina de ayer, quienes cortaron orejas no fueron los que más cualidades mostraron, sino aquellos con más cabeza, imaginación, valor sereno y expresión personal. En ese orden de cualidades volvió a sobresalir el joven hidalguense José I. Ortiz, quien por la mañana se enfrentó a Dulce, de Los Velázquez, un novillo muy bien presentado, como el resto del encierro, que acabó corto de embestida, pero al que realizó una bien estructurada faena, con intuición, intensidad y muy buen gusto, toda en un palmo, al grado de que la banda de música estorbó con su espontánea e inoportuna intervención. A pesar de que le sonaron un aviso, Ortiz dio la vuelta con más fuerza de toda la jornada.
Otro que asegundó las cualidades de la vez anterior, pero también anduvo pesado con la espada, fue Guillermo Martínez, con un fino toreo de capa y una elegante naturalidad con la muleta, a pesar de no tener un novillo a modo. Asimismo, Jorge López Zotoluco ?oportuno quite a cuerpo limpio a un apurado banderillero?, lanceó muy bien al de Los Velázquez que abrió plaza, inició en los medios con escalofriante afarolado de rodillas con la muleta y mostró sólidas bases para desarrollar una propuesta personal. Y Ricardo López El Cade, muy quieto y carismático, que perdió la oreja por una estocada defectuosa.
Los mochaorejas
Todo indica que la principal cualidad de un juez de plaza debe ser, junto con los conocimientos y el criterio, el carácter, por lo que si da cabida a la intimidación no sólo demerita la labor de los toreros con premiaciones benévolas, sino que refuerza los equívocos del respetable, que no porque paga un boleto está para ser complacido en todo.
Decoroso había estado Heriberto Lanfranchi como juez en sus intervenciones anteriores, pero en la doble jornada de ayer acusó, más que autoridad, una alarmante apendicitis aguda que, lejos de estimular a los jóvenes, puede fácilmente equivocarlos o sumirlos en un triunfalismo frivolón. La primera oreja, más que benévola, fue para José Briones, que mal aprovechó al noble y repetidor Gitano, toreándolo a prudente distancia. Luego, en el cuarto, dos apéndices soltaría a Paco Aviña, cuyo empeño y enjundia sustituyeron al toreo de calidad. Por la tarde, tras una completa faena en los tres tercios al bravo Amigo de La Guadalupana, Rogelio Sánchez se llevaría también su par de orejas. Y una más, la última, a Juan Luis Silis, por una estocada con maroma.