DOMINGO Ť 6 Ť MAYO Ť 2001

Ť En medio de gran hermetismo las comunidades de Chiapas vuelven a la resistencia

Sólo duró un mes la esperanza de los indígenas

Ť El que no se vea a los soldados en los caminos no significa que ya no estén, dicen

HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO

Municipio Autonomo San Pedro de Michoacan, Chis., 5 de mayo. Para las comunidades, la esperanza apenas duró un mes, y ahora, en medio de un gran hermetismo, van de regreso a la resistencia. Luego de que el EZLN anunció su rechazo a la reforma constitucional en materia indígena y suspendió sus contactos con el gobierno federal, el 30 de abril, las bases de apoyo zapatistas se muestran a la vez elusivas y en alerta. El cielo de la selva, denso y apretado por el humo de las quemas, empieza a disiparse con las primeras lluvias, un tanto precoces; muchos campos no están aún listos, y si las lluvias siguen adelantándose, acabarán quedando sin sembrar.

chis-de6Milpas y frijolares son el tema de conversación en La Realidad y San José del Río. La preocupación inmediata. Los campesinos no pueden hacerle al cuento, viven el riguroso reloj de la naturaleza, los ciclos agrícolas son dioses exigentes, y más si los tiempos pintan inciertos. Lo que siembren ahora será el único alimento en los meses difíciles que se repiten, inexorables, cada año. Los meses del hambre, que desde hace más de siete años son también de guerra y resistencia.

Por lo pronto, los pobladores de Guadalupe Tepeyac suspendieron los trabajos de limpieza en su viejo pueblo, ya abandonado por las tropas federales, pero aún no recuperado por sus indígenas dueños. En días pasados habían avanzado bastante. Al chaporrear la vegetación que cubría las casas por completo, desnudaron las condiciones de ruina en que se encuentra todo. Muros incompletos, techos desaparecidos, montones de botellas y otros desperdicios.

Sin hablar con la prensa ni dejarse retratar mientras realizaban sus trabajos de limpia, los tepeyaqueros rehusaron también hablar con el director del hospital, quien ha ejercido el cargo desde el tiempo de los soldados. Aunque ofreció ayudarles en todo lo que necesitaran, para los tojolabales expulsados en 1995, este directivo sigue representando los años de ocupación militar.

Simultáneamente, con más nerviosismo que utilidad, a todas horas atraviesan La Realidad vehículos del IMSS-Solidaridad y la Sedeso. De un elefante blanco al otro, van del hospital de Guadalupe Tepeyac a la nueva clínica en el río Euseba. De un vacío al otro: en Guadalupe no hay habitantes; en el Euseba ni siquiera hay pueblo.

Cómo no van a ser desconfiados los indígenas de estas cañadas. El 28 de marzo les había nacido un nuevo optimismo, cuando la comandanta Esther pudo hablar ante el Congreso de la Unión, y el gobierno y los partidos políticos hicieron creer a los rebeldes que por fin eran escuchados. Lo que les duró el gusto. Hoy predomina un 'dejá vù' de incertidumbre y peligro.

"Pues así está la cosa. Estábamos tranquilos en San José, pero ya no sabemos", dice Elías camino a su milpa en Nuevo Horizonte. Lleva un trozo de cartón enchapopotado bajo el brazo, para intentar quemar la maleza en el predio donde le queda poco tiempo para sembrar. Refiere cómo buena parte de los soldados que ocupaban Guadalupe Tepeyac se trasladaron pocos kilómetros, para reubicarse en Nuevo Momón. "Lo que ahorita tienen es un campamento más grande, y aquí nomás".

Además, siguen intactas las posiciones del Ejército en Vicente Guerrero, Corozal y Francisco Villa, rodeando Guadalupe Tepeyac y La Realidad. Que los soldados no se vean en los caminos no significa que ya no estén.

Alerta en Oventic

El jueves pasado se registró una grave tensión en Oventic, en el municipio autónomo San Andrés Sacamch'en de los Pobres. Dicha comunidad zapatista se declaró en alerta, después de que el miércoles un vehículo lleno de civiles armados pasó a pocos metros del Aguascalientes II, en dirección a San Cayetano. Los indígenas no lograron identificar a estas personas, pero extremaron rigores y cuidados.

Ayer se supo en San Cristóbal de las Casas que las comunidades tzotziles de San Andrés se mantienen en alerta. Del mismo modo, los municipios autónomos 17 de Noviembre y Che Guevara adoptaron nuevas medidas de precaución y resistencia.

En diversos puntos de los municipios de Ocosingo, Palenque y Trinitaria se han reanudado los puestos de revisión y control del Ejército, con lo cual la presunta distensión foxista parece disiparse; algo similar está ocurriendo con la de Pablo Salazar Mendiguchía.

La Asamblea de Bienes Comunales del municipio Nicolás Ruiz denunció hoy que el gobierno chiapaneco envió un destacamento de Seguridad Pública como respuesta a un conflicto social que no ha sido resuelto por la vía negociadora. El grupo priísta Alianza Campesina amenazó recientemente con realizar actos violentos y ocupar por la fuerza unas tierras que disputa a los comuneros. Este conflicto, creado hace tres años por el régimen alborista, es una herencia casi personal de Arely Madrid Tovilla, entonces secretaria de Gobierno de la entidad y hoy senadora y miembro de la Cocopa.

La Asamblea de Bienes Comunales de Nicolás Ruiz manifiesta que "no aceptará la instalación del destacamento de policía, y lamenta que el gobierno del estado pretenda llevar a cabo estas acciones justo cuando menos oportunas son, después de que el Congreso de la Unión aprobó una ley que se aleja de los acuerdos de San Andrés". De igual manera, informa "que la comunidad se ha declarado en resistencia civil y pacífica para exigir el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés y para demandar el respeto a los usos y costumbres que rigen a nuestra comunidad".

Corta fue, en la zona de conflicto, la primavera de las promesas. Después de la reticente desocupación militar de los siete puntos demandados por el EZLN, la liberación incompleta de los presos zapatistas y la aprobación en las cámaras de una reforma constitucional insatisfactoria para el CNI y el EZLN, el gobierno federal se encuentra en una encrucijada. No ha logrado satisfacer las tres "señales mínimas" que pedían los rebeldes y el tiempo empieza a correr en su contra. Para las comunidades, recrudecen los rigores de la resistencia y las puertas de la paz nuevamente se cierran.