EU: EXCLUSION SIN PRECEDENTES
La exclusión de Estados Unidos de la Comisión
de Derechos Humanos (CDH) de la Organización de las Naciones Unidas,
con sede en Ginebra, constituye un fracaso de grandes proporciones para
la diplomacia del país vecino: por primera vez desde 1947, Washington
no formará parte de ese foro. Esta sorprendente marginación
significará, para la máxima potencia militar, económica
y política del mundo, una severa limitación en su proyección
en la arena internacional.
Ha de considerarse, a este respecto, que el listado anual
de condenas y absoluciones a países por su manejo de los derechos
humanos --formulado y emitido precisamente en la Comisión de Derechos
Humanos-- es uno de los terrenos de acción más importantes
para el Departamento de Estado a fin de defender a sus aliados y atacar,
así sea en términos diplomáticos, a sus enemigos.
De esa forma, los representantes estadunidenses votan
tradicionalmente en contra de las resoluciones de condena a Israel, Arabia
Saudita y otros de sus socios económicos y estratégicos que
perpetran violaciones sistemáticas a los derechos humanos. En cambio,
año con año Washington impulsa en ese mismo foro mociones
de censura contra Cuba, Irak, Libia, Irán y otros gobiernos con
los cuales mantiene diferencias ideológicas y políticas.
Al mismo tiempo, la diplomacia estadunidense ha navegado
en la ambigüedad ante países que son violadores manifiestos
e indudables de garantías individuales, como es el caso de China,
pero con los cuales el país vecino mantiene intereses comerciales
o estratégicos significativos.
El que Estados Unidos haya quedado fuera de la CDH refleja,
en primera instancia, una torpeza monumental por parte del Departamento
de Estado, encabezado por Colin Powell, y en segunda, una perceptible reducción
de los márgenes de maniobra internacionales del gobierno de George
W. Bush.
El hecho confirma la reducción de aptitudes y capacidades
del actual Ejecutivo estadunidense con respecto a la administración
precedente y expresa una inhabilidad por parte del equipo presidencial
que, a fin de cuentas, resulta preocupante en términos globales,
toda vez que constituye el gobierno más poderoso del orbe.
Por lo que hace a la CDH de las Naciones Unidas, la ausencia
de Estados Unidos puede generar un clima de trabajo menos polarizado, así
como resoluciones menos ideológicas y más apegadas a la realidad
de los derechos humanos en las distintas naciones. En ese sentido, se trata
de una buena noticia.
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