Espejo en Estados Unidos
México, D.F. viernes 4 de mayo de 2001 
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Editorial
  
EU: EXCLUSION SIN PRECEDENTES 

SOL La exclusión de Estados Unidos de la Comisión de Derechos Humanos (CDH) de la Organización de las Naciones Unidas, con sede en Ginebra, constituye un fracaso de grandes proporciones para la diplomacia del país vecino: por primera vez desde 1947, Washington no formará parte de ese foro. Esta sorprendente marginación significará, para la máxima potencia militar, económica y política del mundo, una severa limitación en su proyección en la arena internacional. 

Ha de considerarse, a este respecto, que el listado anual de condenas y absoluciones a países por su manejo de los derechos humanos --formulado y emitido precisamente en la Comisión de Derechos Humanos-- es uno de los terrenos de acción más importantes para el Departamento de Estado a fin de defender a sus aliados y atacar, así sea en términos diplomáticos, a sus enemigos. 

De esa forma, los representantes estadunidenses votan tradicionalmente en contra de las resoluciones de condena a Israel, Arabia Saudita y otros de sus socios económicos y estratégicos que perpetran violaciones sistemáticas a los derechos humanos. En cambio, año con año Washington impulsa en ese mismo foro mociones de censura contra Cuba, Irak, Libia, Irán y otros gobiernos con los cuales mantiene diferencias ideológicas y políticas. 

Al mismo tiempo, la diplomacia estadunidense ha navegado en la ambigüedad ante países que son violadores manifiestos e indudables de garantías individuales, como es el caso de China, pero con los cuales el país vecino mantiene intereses comerciales o estratégicos significativos. 

El que Estados Unidos haya quedado fuera de la CDH refleja, en primera instancia, una torpeza monumental por parte del Departamento de Estado, encabezado por Colin Powell, y en segunda, una perceptible reducción de los márgenes de maniobra internacionales del gobierno de George W. Bush. 

El hecho confirma la reducción de aptitudes y capacidades del actual Ejecutivo estadunidense con respecto a la administración precedente y expresa una inhabilidad por parte del equipo presidencial que, a fin de cuentas, resulta preocupante en términos globales, toda vez que constituye el gobierno más poderoso del orbe. 

Por lo que hace a la CDH de las Naciones Unidas, la ausencia de Estados Unidos puede generar un clima de trabajo menos polarizado, así como resoluciones menos ideológicas y más apegadas a la realidad de los derechos humanos en las distintas naciones. En ese sentido, se trata de una buena noticia. 
 

 

 

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