JUEVES Ť 3 Ť MAYO Ť 2001

Gerardo Estrada R.

Cincuenta años de pensamiento crítico

A Víctor Flores Olea

El 3 de mayo de 1951 el Consejo Universitario de la UNAM acordó el estatuto que creaba la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales, fecha en que sólo por coincidencia en 1469 había nacido Nicolás Maquiavelo.

Esta coincidencia histórica casual la traigo a colación porque de alguna manera simboliza lo que ha sido el objetivo, no siempre cumplido, de la hoy Facultad de Ciencias Políticas y Sociales: conocer la realidad de la política, de la vida social de manera fría, objetiva y actuar para cambiarla o modificarla con pasión e inteligencia.

A 50 años de haber sido creada la hoy Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM no sólo ha formado muchas generaciones de sociólogos, administradores públicos, especialistas en relaciones internacionales, politólogos y especialistas en comunicación, quienes han contribuido a modernizar el gobierno y la sociedad mexicana, sino que también ha propuesto un modo de ver la realidad social y política de nuestro país sui generis.

La lista de sus egresados, que podría llenar páginas y a la que no quiero referirme ahora para no omitir a nadie, abarca todos los campos de la actividad de la ciencia social mexicana y de la vida política y social desde diversas trincheras ideológicas. Lo mismo encontramos egresados de la facultad en nuestras embajadas y consulados que en las salas de redacción de periódicos y noticias de radio y televisión; en el ámbito político de los partidos de izquierda, centro y derecha, en los distintos niveles de gobierno federal, estatal y municipal, así como en las múltiples organizaciones sociales que se han multiplicado en los últimos años en el país; en los centros de reflexión e investigación social de México y América Latina.

En la reciente experiencia política que vivió nuestro país de cambio y transformación del sistema político participaron muchos de estos egresados, algunos de los cuales ocupan puestos importantes en la administración de nuestro sistema electoral.

Muchas escuelas de ciencias sociales han surgido en estos 50 años de CyP, nuestra escuela dejó de ser la única, pero en todas las nuevas instituciones encontramos siempre egresados de la nuestra que participaron en su creación y desarrollo. Lo mismo en instituciones como el Colegio de México, la UAM, como en universidades privadas y del interior del país.

A la consolidación de esta facultad contribuyeron particularmente en la década de los sesenta y la primera mitad de los setenta, sus directores Pablo González Casanova, Enrique González Pedrero y Víctor Flores Olea, años durante los cuales vinieron a México en los famosos cursos de primavera e invierno los pensadores más distinguidos de la segunda mitad del siglo XX de todo el mundo.

Es así como Herbert Marcuse, por ejemplo, estuvo presente en México antes de volverse el símbolo de toda una época.

Por esos mismos años llegaron a nuestra facultad distinguidos profesores sudamericanos que encontraron en sus aulas la posibilidad de trabajo y de compartir y enseñar.

Lo que diferencia a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de otras instituciones, es esta insistencia histórica de apertura, de deseo de integración a la sociedad y de respeto hacia las diferencias.

Los bochornosos acontecimientos recientes no borran la actividad de todos estos años de sus egresados, profesores y alumnos de todos en los que la facultad ha aportado al país a través de ellos, inteligencia y lucidez para explicar y cambiar nuestra realidad.

En Ciencias Políticas se hizo la primera crítica al socialismo existente; en Ciencias Políticas se avizoró el cambio que hoy vivimos todos en México y en Ciencias Políticas, seguramente, se continuará elaborando un pensamiento crítico indispensable para el pleno advenimiento de la justicia social y de la democracia.

En estos 50 años, la facultad ha intentado cumplir con la promesa que Wrigth Mills hiciera en La imaginación sociológica, respecto a lo que las ciencias sociales podrían ofrecer al ciudadano común y corriente, cito de memoria: "una explicación en términos claros y sencillos de lo que ocurre a su alrededor".

Eso vale la pena celebrarlo.