MIERCOLES Ť 2 Ť MAYO Ť 2001
Ť Esta ya tuvo su tiempo y su oportunidad en la historia, dice el ex presidente de la CEM
Descarta Obeso Rivera una nueva unión entre la Iglesia católica y el Estado mexicano
JOSE ANTONIO ROMAN
En la relación con el gobierno de Vicente Fox no se repetirá la unión de la Iglesia católica y el Estado, que ya tuvo su tiempo y su oportunidad en la historia de México. ''No somos la llamada Iglesia constantiniana'', afirmó el ex presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) Sergio Obeso Rivera, quien sin embargo pidió a la jerarquía católica asumir con ''urgencia'' una actitud ''mesurada y prudente'', a fin de no perder lo hasta ahora alcanzado.
Con un marcado optimismo, consideró -tras citar varias acciones emprendidas por el gobierno foxista- que ''poco a poco'' la Iglesia católica de México habrá de gozar de la libertad que es común en las naciones civilizadas.
En su ponencia titulada El nuevo estilo en la relación del gobierno y las iglesias, presentada ante el pleno de la pasada asamblea episcopal, el también arzobispo de Jalapa pidió al resto de los obispos tener ''mucho cuidado" de que todo lo que pida o se exija al gobierno pueda ser compartido con las otras iglesias, para evitar la creencia de que se privilegia solamente a la católica.
De igual forma, llamó a los miembros del Episcopado Mexicano a que se ponga especial atención en que la Iglesia no posea ''excesivas propiedades colectivas'', que luego ''dan poco testimonio de confianza en Dios y que se vuelven una tentación para los otros''.
Rechazo al burocratismo
La ponencia, la cual provocó prolongados aplausos por parte de los casi 80 obispos que la escucharon en el auditorio de la sede episcopal, en Lago de Guadalupe, reconoce que si bien la persecución religiosa generó ''mártires'' y su sangre es ''semilla de cristianos'', también es cierto que las comunidades progresan con la paz.
''Lo que las persecuciones enseñan a la Iglesia es a vivir independientemente del poder del Estado. Lo del burocratismo y el papeleo son los males inherentes al gran bien que es vivir dentro de la ley, con respetabilidad y con orden, y sabiendo uno a qué atenerse'', dijo Obeso, quien ha sido electo presidente de la CEM en los trienios 1982-1985, 85-88, y 94-97.
El texto de la ponencia inicia con varias citas de lo que, para los constituyentes de 1917, significó la aprobación del artículo 130 constitucional, tras lo cual concluye que las reformas impulsadas en esta materia por el ex presidente Carlos Salinas de Gortari fueron en realidad una vuelta, un retorno, a los principios de la reforma, donde la personalidad jurídica de la Iglesia permaneció.
Cita también una serie de ''aristas'' novedosas que para la Iglesia tuvo la elección del pasado 2 de julio, como por ejemplo que era la primera vez, en muchos años, que llegaba a la Presidencia de la República un hombre que no renegaba de su fe y de su pertenencia a la comunidad religiosa; había sido postulado por el PAN, cuya plataforma abierta y plural deja ver muy claramente su inspiración en la doctrina social de la Iglesia, y varios gestos públicos y declaraciones del entonces candidato -especialmente el famoso decálogo de compromisos, que tenían que ver con lo religioso.
Y añade: el nuevo gobierno se está abriendo paso, con muchas dificultades, en medio de las inercias del pasado y de la problemática de la miseria casi general de un país que, desde Descartes y Humboldt, había sido imaginado como el cuerno de la abundancia y el venero de todas las riquezas. Se ha tenido que enfrentar la cuestión de los indígenas, los casos de Tabasco y de Yucatán, la reforma fiscal, la reorganización de Pemex, los efectos adversos de la desaceleración de la economía de Estados Unidos y muchas cosas más. ''Todo esto hace que las promesas de campaña respecto de lo religioso se deban ponderar con mucho cuidado''.
Obeso señaló que no se repetirá la unión de la Iglesia católica y el Estado, pues -reiteró- cristianos católicos los hay en todos los partidos políticos de México.
Finalmente, dijo que los que sufrieron las persecuciones anhelaron siempre vivir en un Estado justo. ''No quiero pecar de excesivo optimismo, pero siento que a los obispos que estamos aquí Dios nos ha dado vivir tiempos mejores, o ver lo que otros deseaban ver y no vieron, y oír lo que otros deseaban oír y no oyeron. No sería nada bueno que por nuestra torpeza, o por falta de lucidez, todas estas cosas resultarán contraproducentes".