LUNES Ť 30 Ť ABRIL Ť 2001
Ť María Rosa Palazón recupera la voz del escritor en Imagen del hechizo que más quiero
Fernández de Lizardi rencarnó en una filósofa
Ť La novela, autobiografía apócrifa del Pensador Mexicano en la pluma de la autora
ARTURO JIMENEZ
Una filósofa se ha apropiado de José Joaquín Fernández de Lizardi para escribir una novela, pero a su vez, como el mismo Pensador Mexicano lo profetizó, él logró posesionarse de ella para, desde el siglo XIX, poder traer su voz al futuro.
Como señala María Rosa Palazón, al final de su vida Fernández de Lizardi había profetizado que, ya muerto, acabaría formando parte de una rosa, un filósofo o una vieja regañona.
"Y he aquí que me llamo Rosa, soy filósofa, ya no me cuezo al primer hervor y los regaños son mi especialidad", explica Palazón, además especialista del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM.
Luego de tres décadas de seguirle los pasos al autor de El periquillo sarniento, harta hasta "la náusea" del escritor y con intentos frustrados de deshacerse de su presencia, esta investigadora tuvo todavía que escribir la novela Imagen del hechizo que más quiero (Planeta), una "autobiografía apócrifa" de Fernández de Lizardi.
De cómo ocurrió la apropiación
Pero otras dos presencias habitan esta historia de las aventuras del periodista y escritor, nacido en la ciudad de México y que vivió entre dos siglos (1776-1827): Sor Juana Inés de la Cruz y Rubén Bonifaz Nuño.
Con uno de sus famosos versos, la Décima Musa da el título a la novela, mientras Bonifaz proporciona otro fragmento poético para encabezar la carta que como apéndice Palazón le escribe al final a Fernández de Lizardi: "No podrás dejarme del todo, amiga, aunque me dejes".
La ahora también escritora explica en entrevista: "El fragmento de Sor Juana habla de mi sentir en relación con Fernández de Lizardi. El de Bonifaz funciona como una sentencia que el fantasma o hechizo lizardiano me dedica. Y ambos fragmentos expresan una idea que aprendí en algún filósofo: Yo, María Rosa, y tú, José Joaquín, la misma alma".
En esa carta, Palazón le expone a Fernández de Lizardi cómo no se puede zafar de él, que ya está cansada, pero que pese a la escasa información sobre la vida del Pensador Mexicano tenía que hacer un esfuerzo para escribir "esta loca novela autobiográfica".
--ƑQué tanto hay de usted y qué tanto de Fernández de Lizardi en esta novela, escrita en primera persona por él al final de su vida?
--Después de treinta años de investigación empecé a notar que tenía ya frases y hasta fragmentos completos de Lizardi memorizados, generalmente incisivos. Esto significó que podía acercarme a su lenguaje, pero el lenguaje del siglo XIX es moralizante y con fines educativos, lo cual en nuestra época resulta un poco fuera de lugar.
"Entonces, hice una actualización, un intento de recrear esa riqueza lingüística que se está perdiendo muchísimo, sobre todo en las ciudades. Se trata de un lenguaje muy cercano al pueblo, muy rico, que inspira, que puede y debe ser recreado".
Así, Palazón dejó "ir la pluma" e, incluso, en el texto novelístico se acomodaron con facilidad algunos fragmentos literales de Fernández de Lizardi.
Gran escritor y periodista
Como escritor, dice, él fue muy polifacético, logró buenos poemas y una obra de teatro magnífica sobre el microcosmos de un hospital psiquiátrico: Todos contra el payo y el payo contra todos, en la línea, agrega, de Erasmo de Rotterdam y su Elogio de la locura.
"Debemos dejar El periquillo sarniento o La quijotita y su prima un poco como lo que son: grandes testimonios históricos con momentos muy brillantes, pero no como la gran aportación de Lizardi.
"De novelas, la que habría de rescatar es Vida y hechos del famoso caballero don Catrín de la Fachenda, una de las más grandes de este país, muy cortita y muy bien escrita". Sin embargo, Palazón resalta que Fernández de Lizardi es, sobre todo, un gran periodista.
"Es de los iniciadores del periodismo de persona, opuesto al periodismo colectivo de el Diario de México, El Sol o El Aguila Mexicana. Fue el autor personal de sus propios periódicos, los cuales tienen mucho de valentía, de diálogos teatrales y de oralidad, pues la mayoría de los mexicanos era analfabeta."
Como persona, dice que Fernández de Lizardi fue un hombre bien intencionado y de buena fe, "pero al fin y al cabo un hombre". Palazón destaca que muchas veces estuvo en la cárcel por enfrentar a los gobiernos coloniales, que fue precursor de la reforma y excomulgado por cuestionar al alto clero.
Además, que en un principio estuvo con Iturbide pero luego se alejó pues su ideal era un gobierno republicano, federal e independiente. "El le llamó a su época 'un sueño de la anarquía'. Es una etapa de grandes cambios, constantes, intermitentes, angustiantes, una época fundacional en la que todo estaba por hacerse".
Entre muchas aportaciones de Fernández de Lizardi menciona su redacción de la "Constitución política de una República imaginaria". Es la única constitución, dice, hecha por un ciudadano y en broma, "pero entre broma y broma hay ahí cosas muy interesantes".