VIERNES Ť 27 Ť ABRIL Ť 2001
Ť Reunió la realidad con la imaginación y ambas con la demencia: Ignacio Solares
Locura de Juan Ciudad, libro póstumo donde Azar decantó su erudición sobre el siglo XVI
Ť Singular novela-ensayo como las de Saramago, Eco o Kundera, opina Rascón Banda
Ť Laura Esquivel: la narrativa del dramaturgo es de una ''modernidad deslumbrante''
ARTURO JIMENEZ
En palabras de Víctor Hugo Rascón Banda, la UNAM acaba de publicar un verdadero best-seller, algo extraño y sin antecedentes en la narrativa iberoamericana, una singular novela-ensayo al modo de las de Saramago, Eco o Kundera que bien podría ganar concursos literarios.
Se trata de Locura de Juan Ciudad, una novela barroca y erótica con un personaje complejo y entrañable, escrita además por un hombre de teatro: Héctor Azar. En ella, el escritor fallecido el año pasado al parecer decantó toda su erudición sobre el siglo XVI y su sabiduría acerca de cómo contar una historia y conmover al lector.
La lluviosa noche de este miércoles tanto Rascón como Laura Esquivel e Ignacio Solares ponderaron las virtudes de esta novela póstuma de Azar (1930-2000) precisamente en uno de los muchos espacios de teatro que fundó: el Centro de Arte Dramático, en Coyoacán, pero además no pudieron evitar referirse a su trayectoria y rendirle un homenaje.
Director de Difusión Cultural UNAM, Solares recordó que Azar le entregó en propia mano el original de la novela y cuatro días después murió. ''Se trata de un libro donde la realidad se reúne con la imaginación y ambas con la locura", consideró.
Locura de Juan Ciudad es, agregó, una ''reflexión profunda sobre la condición humana y un acercamiento dramático, valga el doble sentido para el autor, a la relación entre Dios, los individuos y las masas humanas".
Pícaro, santo y drogadicto
Para la escritora Laura Esquivel, alumna de Azar al igual que Rascón, en esta novela se escuchan las voces de España, Francia, Arabia, Israel, Portugal, Nueva York, México-Tenochtitlan y Puebla de los Angeles.
''El maestro Azar encontró con genialidad verdadera la mezcla perfecta entre la estructura de una novela picaresca y la biografía épica de un personaje que es, en todos sentidos, un iluminado del señor.
''Sin embargo, su maestría consistió en concebir un héroe que fuera simultáneamente un heredero legítimo de los místicos españoles y un hermano gemelo de los ladronzuelos amantes de Jean Genet, cuya historia se cruza con La Celestina, la Biblia, el Lazarillo de Tormes, los Contemporáneos, pero también con Las mil y una noches y el Corán."
Juan Ciudad, dijo Esquivel, ''es un pícaro, un santo, un drogadicto, un chichifo, un loco y un iluminado. Pero es ante todo un hombre que aprendió a amar al prójimo como a sí mismo".
Pese a que se ubica en la segunda mitad del siglo XVI, indicó que la narrativa de Azar es de una ''modernidad deslumbrante" y la problemática planteada de gran actualidad.
Esta interpretación novelística de san Juan de Dios completa lo que Rascón califica como ''poker de ases", pues antes Azar había publicado el libro de arte San Juan de Dios, santo en acecho, la síntesis biográfica San Juan de Dios y la obra de teatro Juan de Dios o la divina tragedia de amar y ser amado.
Azar tenía siete años cuando en el Hospital de San Juan de Dios, en su natal Atlixco, Puebla, se deslumbró con el óleo donde el santo, semidesnudo y crucifijo en mano, persuade a las prostitutas para que regresen al ''buen camino".
Narrativa de un poeta dramático
Rascón Banda, dramaturgo y presidente de la Sogem, recreó una sinopsis: ''Esta es la historia de un santo que se metió a los prostíbulos para convencer a las mujeres del deseo de que no se anduvieran por las ramas y se retiraran de ese oficio, para lo cual él estaba dispuesto a sacrificarse pecando con ellas. Es la historia de un hombre, atractivo varón de caridad, que tuvo que volverse loco para aprender a curar a los locos. Santo en acecho, endiablado o poseso, loco sincero o loco fingido".
Y también se preguntó: ''ƑQué extraña novela es ésta? Un torrente de palabras. El barroco que vuelve a aposentarse en este fin de siglo. Lo culterano y lo popular tomados de la mano. Lo profano y lo divino en milagrosa convivencia".
Rascón destacó la cadencia del ritmo interno de palabras y frases, lo que hace pensar, dijo, que la novela fue escrita por un poeta. ''Bueno, es explicable, los dramaturgos son poetas dramáticos, así se les llamaba en Grecia".