MIERCOLES Ť 25 Ť ABRIL Ť 2001

Enfoques sobre la tolerancia

Signos de vida: la crueldad, el fanatismo, la intolerancia; signos de decadencia: la amenidad, la comprensión, la indulgencia... Mientras una institución se apoya sobre instintos fuertes, no admite ni enemigos ni heréticos: los degüella, los quema o los encierra. šPiras, cadalsos, prisiones!, no es la maldad la que los inventó, es la convicción, cualquier convicción total.

ƑSe instaura una creencia? Más pronto o más tarde, la policía garantizará su ''verdad". Jesús -desde el momento en que quiso triunfar entre los hombres- debió de prever a Torquemada -consecuencia ineluctable del cristianismo traducido a la historia-. Y si el Cordero no previó al verdugo de la Cruz, merece entonces su apodo. Por medio de la Inquisición, la Iglesia probó que disponía aún de una gran vitalidad; igual que los reyes con su real voluntad. Todas las autoridades tienen su Bastilla: cuanto más poderosa es una institución, menos humana. La energía de una época se mide por los seres que sufren en ella, y es por las víctimas que suscita por las que una creencia religiosa o política se afirma, pues la bestialidad es el carácter primordial de todo éxito en el tiempo. Siempre caen cabezas allí donde prevalece una idea; pues no puede prevalecer más que a expensas de otras ideas y de las cabezas que las concibieron o defendieron.

La historia confirma el escepticismo; sin embargo sólo existe y vive pisoteándolo; ningún acontecimiento surge de la duda, pero todas las consideraciones sobre los acontecimientos conducen a ella y la justifican. Es tanto como decir que la tolerancia -bien supremo de la tierra- es también al mismo tiempo el mal. Admitir todos los puntos de vista, las creencias más dispares, las opiniones más contradictorias, presupone un estado general de cansancio y esterilidad. Se llega a este milagro: los adversarios coexisten -pero precisamente porque ya no pueden serlo-; las doctrinas opuestas se reconocen méritos unas a otras, porque ninguna tiene el vigor suficiente para afirmarse. Una religión se extingue cuando tolera las verdades que la excluyen; y bien muerto está el dios en nombre del cual ya no se mata. Un absoluto se desvanece; un vago vislumbre de paraíso terrestre se perfila..., vislumbre fugitivo, pues la intolerancia constituye la ley de las cosas humanas. Las colectividades no se consolidan más que bajo las tiranías, y se desagregan en un régimen de clemencia; entonces, en un sobresalto de energía, se ponen a estrangular sus libertades, y a adorar a sus carceleros plebeyos o coronados.

Las épocas de espanto predominan sobre las de calma; el hombre se irrita mucho más por la ausencia que por la profusión de sucesos; así la Historia es el sangrante producto de su rechazo del aburrimiento.

La colección Punto de Lectura acrecienta su catálogo de títulos de primer nivel y a precios accesibles, con un volumen esencial: Breviario de podredumbre. Una tormenta de lucidez, del filósofo rumano E.M. Cioran (traducción e introducción de Fernando Savater), del cual reproducimos aquí un fragmento, a manera de adelanto

E.M. Cioran