Ť Parecería más viable integrarlo a Desarrollo Social
Incierto, el futuro del Instituto de Cultura del DF
Ť Inciden la reducción presupuestal y la renuncia de Alejandro Aura
Ť Difícil, que un intelectual acepte colaborar en esas condiciones
RENATO RAVELO
El Instituto de Cultura de la Ciudad de México (ICCM), con la reducción presupuestal y la renuncia de Alejandro Aura, enfrenta un futuro poco promisorio. De acuerdo con cifras de las actividades realizadas durante tres años, 40 mil 500, parece más viable integrarlo como una oficina más de la Secretaría de Desarrollo Social del DF y muy difícil que algún intelectual de prestigio acepte el cargo de director.
En el volumen Experiencias culturales, editado por el instituto para dejar registro de las actividades realizadas desde 1998 hasta el año 2000, durante el llamado ''primer gobierno democrático en la ciudad de México'', destaca el programa La calle es de todos en el que se desarrollaron mil 257 funciones, con poco más de 5 millones y medio de visitantes.
Difícilmente otro intelectual aceptará trabajar con un presupuesto que, en las estimaciones del saliente director del ICCM, permite aplicar menos de cuatro pesos por habitante al año.
De hecho, trascendió que Aura permaneció en el cargo, a pesar de las reducciones presupuestales, producto de la descentralización de recursos hacia las delegaciones políticas, porque había presentado una contrapropuesta.
En la última reunión Aura le dijo al jefe de gobierno, Andrés Manuel López Obrador: ''En un acuerdo de quince minutos, leíste con detenimiento la solicitud de ampliación presupuestal que, por supuesto no era de 146 millones recortados al presupuesto anterior, sino de 59, tomando en cuenta que algunas acciones no se llevaron a cabo durante los primeros cuatro meses del año, y que se habían disminuido varios programas, dentro del espíritu de austeridad republicana''.
El replanteamiento presupuestal, que había sido condición de Aura para permanecer en el cargo, no prosperó: ''Leíste la propuesta de calendario de asignaciones que presentaba un plan de otorgamiento presupuestal de siete millones mensuales en promedio; acto seguido venía la página en que te proponía tres temas de carácter político en materia de cultura. Cerraste la carpeta y me dijiste que no podías hacer ninguna ampliación presupuestal, que tal vez en unos meses, que sí pensabas atender la cultura pero que ahora había otras prioridades''.
Un poco de historia
Ante la dificultad de que algún intelectual o promotor cultural acepte el cargo de director del ICCM, se recuerda el antecedente de este organismo: Socicultur, cuyas funciones no se referían exclusivamente a lo cultural, ya que se consideraba como una estructura de apoyo político, además de que acentuaba aspectos como actos cívicos.
El nombre de la dependencia, durante muchos años estuvo relacionado a las manifestaciones políticas del PRI, así como con los conciertos masivos de los domingos en plazas públicas como la Alameda Central. Incluso hubo denuncias de artistas quienes señalaban que en Socicultur condicionaban el apoyo a las actuaciones, a que se realizara alguna en actos políticos del PRI.
Justamente la creación del ICCM obedece a la necesidad de darle otro giro al organismo, si bien al rumbo que se le dio con la dirección de Alejandro Aura no le faltaron críticas.
Algunas de ellas se referían al carácter populista de los actos en el Zócalo, por donde lo mismo desfilaron Celia Cruz, Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat, el grupo Madredeus o la Filarmónica de la Ciudad de México.
El aspecto legal que dio creación al ICCM como entidad independiente, la opinión de artistas e intelectuales que celebran su existencia, en todo caso, serían el principal obstáculo ante lo que parece más fácil: desaparecerlo.