miercoles Ť 25 Ť abril Ť 2001

Armando Labra M.

Democracia, democrisis. Estrenando milenio

No es fácil, después de casi dos años, retomar el oficio de escribir en un diario como La Jornada. En ese lapso tan breve todo ha cambiado. Y no.

Los temas de la economía, la política, la sociedad se aprecian ahora de nueva forma, como si fuera necesario cambiar de lentes para ver la misma realidad, pero de color distinto y con eso bastara para constatar que, en efecto, todo ha cambiado: que ya hay democracia, que ya no habrá corruptos públicos ni privados, que ahora sí.

Hasta ahora, aparte del ánimo de muchos, no se advierte cambio alguno, si bien al paso de los meses va dejando de ser natural que así sea. A estas alturas, a todos queda claro que México no nació a la democracia el día 2 de julio, acontecimiento sólo explicable como resultado de un largo, penoso proceso que nació con la demanda de šlibertades democráticas!, gritada por la sociedad en 1968. Así de lento cambia México y es ingenuo pensar otra cosa.

Ciertamente, a resultas de tan largo caminar, ahora se abren nuevas oportunidades para la vida política nacional, pero no hay que alentar demasiadas ilusiones. El mismo presidente Fox se ha encargado ya de reconocerlo públicamente, si bien sus fans no lo quieren registrar, menos aún aceptar, a pesar de que un par de secretarios de Estado se empeñan en derrotar toda esperanza.

 

Ya se habrá percatado Fox que en materia económica nada hay que hacer, simplemente porque la economía no se decide en México. Aun de aprobarse, el controvertido reformón fiscal hará crecer de 11 a sólo 13 por ciento del PIB la carga tributaria, debiendo ser tal proporción entre 18 y 20 por ciento. En términos rancheros, el reformón se asemeja a la mula de noria, que después de tanta vuelta y esfuerzo, queda en el mismo lugar.

En materia política no es difícil advertir que será larga la curva del aprendizaje, quizás como la de la buena fe o la ignorancia. La paz en Chiapas es aún remota, porque sus raíces son mucho más añejas, profundas y conflictivas que la presencia zapatista en la zona. Yucatán y Tabasco ahora, muestran una efervescencia cuya solución y costos políticos finales están aún por verse.

En política, los resultados hablan y hoy tenemos un par de escenarios que, más que a la democracia, nos acercan a la democrisis, es decir, aquélla que trastorna nocivamente a la sociedad. El cisma profundo no resuelto que caracteriza hoy a todos los partidos políticos, uno por ganar y los demás por perder; la mezcla de un gobierno cuyo Presidente popular pierde credibilidad por minutos y un gabinete desbalagado, de dudosa calificación, sólo brillante por sus dislates verbales; la presencia de un Congreso distanciado del Ejecutivo y un Poder Judicial desbrujulado, todo ello sin contrapartes positivas, no puede menos que alarmar a propios y a extraños por el potencial de daño social y político que conlleva.

Siendo preocupante el escenario político, lo es más el social, en cuyo horizonte no se aprecian soluciones ni siquiera extravagantes. La desigualdad es el problema más importante y explosivo del país, no sólo porque es de suyo dramático y creciente, sino porque aún no se advierte en las altas esferas del poder que la fuente de la miseria es, precisamente, su política económica y, cuando se usa para querer justificar los efectos antipopulares de la economía, su política política.

La profunda contradicción entre una política económica que todo lo subyuga, incluso a la política, y una sociedad empobrecida por el quehacer del gobierno es algo que el nuevo Presidente aún no parece tener suficientemente claro. Como claro resulta que insistir sin reposo a que seamos una sociedad changarrera es una meta no sólo mediocre sino extemporánea: ya somos un país de changarros.

Así estamos estrenando milenio. Y dilemas. En este espacio que hoy estrenamos no vamos a tratar nunca más problemas sin propuesta de soluciones viables, que es finalmente lo que más necesitamos hoy, y por lo visto hasta ahora, requeriremos durante un buen número de años.

Gracias a La Jornada por darme la oportunidad de contribuir.