SABADO Ť 21 Ť ABRIL Ť 2001

Ť Desde güisquis de mil 200 pesos hasta agüita de horchata

Más de 200 mil visitantes en ocho días en la Fería Internacional del Caballo

ARTURO CRUZ BARCENAS ENVIADO

Texcoco, Edomex. La XXIV Feria Internacional del Caballo Texcoco 2001 entró en su recta final y el balance, según el reporte de las autoridades, es blanco en seguridad. En los primeros ocho días la afluencia de visitantes fue de más de 200 mil, 20 mil de ellos menores de edad. Este último dato es importante porque la mayoría de la información que se publica sobre el evento gira alrededor de los espectáculos en el palenque, en el picadero o en la plaza de toros.

Los operativos policiacos han funcionado y la labor de los 350 elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado inhibió los delitos en el perímetro de la feria. Los fines de semana, cuando asiste más gente, son 650 los policías en funciones.

El boleto de entrada cuesta $11.50, los chavitos entran gratis y el próximo 30 de abril tendrán acceso gratis a todas las diversiones de la feria, informó el presidente del Comité Organizador, José Carmelo Vázquez Avila.

Mientras en el palenque entran los pesudos a gastarse cantidades que los mortales de cédula cuarta no pueden ni en sueños (se compran coñaques de mil 200 pesos o güisquis para engalanar a la secretaria o querida del momento), en el denominado teatro del Pueblo familias con varios chilpayatitos escucharon, gratis, a artistas que estuvieron en la cresta de la ola no hace muchos ayeres, como Los Terrícolas, con su Llorarás, Te juro que te amo, Si te vas y otras como para andar mordiendo la banqueta; llegaron Los Hermanos Carreón (sí, aún viven, me cae), y se echaron a los cuatro vientos Para abril o para mayo, Magia blanca y Creo estar soñando. Se presentaron otros artistas mundialmente desconocidos, pero a los que el respetable les agradeció el esfuerzo por divertirlos.

Entre tacuches, micheladas, cebúes y juegos mecánicos

Al calor nutritivo de unas quesadillas de queso oaxaca, una bola de gente se regocijó con la Guelaguetza, de la tierra de Benito Juárez; en plan de descubridores, unos compadres se echaron unos tacuches de carne de avestruz que, la verdad, está de rechupete. Entre mordida y mordida levantaban la vista para ver a los voladores de Papantla y hacerle al conchero con el ballet Oxpantli de Texcoco. Hay quien opta por unos tacotes de codorniz tatemada a las brazas, en un banquete que hay que hacer de pie, pero que no obsta para que conste que es higiénico.

Las micheladas vuelan de acá para allá y los papás mandan a sus hijos de paseo a una pequeña granja animal, donde una llama peruana es la atracción principal; a algunos les caen bien los gansos, los borregos y los miniponys que ahí pasean.

Para saciar la sed como Dios manda, qué mejor que un agua de limón con chía. O una lechosa de horchata. Ya con unos traguitos, tres alegres chavos banda caminaron rumbo al espacio para los espectáculos ecuestres, como la cabalgata Domecq y las escaramuzas charras.

Hay gente con sentimientos ecológicos ocultos y se han sentido atraídos por las exhibiciones caninas, como las del Pit bull terry, en la que ejemplares bien alimentados dan muestra de belleza y obediencia. Hay una expo felina, donde muchos papás han tenido problemas con sus vástagos, porque éstos lloran cuando no les quieren comprar un animalejo de esa especie. A más de uno, para que se tranquilice, le han zumbado unas nalgadas, nomás pa'que se eduquen.

Pocos lo saben, pero esta feria ha tenido momentos de auge, otros de declive. De los primeros y decisivos fue que en 1977 el entonces presidente municipal, Silverio Pérez, torero retirado, organizó corridas de toros. Se asoció con Antonio Araiza, de la Casa Pedro Domecq para crear el patronato de la feria. Araiza, junto con miembros de la Asociación Mexicana de Criadores de Caballos Españoles, propone que se le llame Feria Internacional del caballo. Eso sigue.

La de Texcoco se ha destacado por ser una feria donde la oferta ganadera es de las mejores. Los chilangos se sorprenden del tamaño de algunos sementales; hay cebúes bonitos, para la foto.

Así Texcoco ofrece de todo. No hay feria sin juegos mecánicos. Hay una rueda de la fortuna de un gran diámetro que gira como los merititos diablos. Si es usted masoquista hay algunos juegos que lo dejarán con el bofe de fuera. Para llevar a la abuelita o a la suegra, por ahí hay unos horneadores de pan que hacen un producto de alta calidad.

Puede hacerse un plan familiar. No todo es el palenque.