SABADO Ť 21 Ť ABRIL Ť 2001
Ť México, lejos de aprovechar su potencial en investigación científica, advirtió el físico
Homenaje a Marcos Moshinsky en la UNAM
Ť Decenas de sus ex alumnos reconocieron sus aportaciones en la academia y en la ciencia
CLAUDIA HERRERA BELTRAN
El físico Marcos Moshinsky nació hace 80 años en Kiev, actualmente capital de Ucrania. Su estancia en Rusia comunista fue corta, a los seis años de edad emigró junto con su familia a un país del que la única referencia que tenía era la fábrica de tejidos de punto en la que trabajaba su hermano. Al paso de los años aquel niño se convirtió en uno de los científicos más laureados de México, reconocido por sus contribuciones en la formación de una escuela de físicos mexicanos.
Ayer recibió un homenaje en el auditorio Alfonso Caso de la UNAM, que congregó a decenas de los alumnos que fue acumulando a lo largo de 60 años de impartir la cátedra de mecánica cuántica en la Facultad de Ciencias y de dirigir grupos de investigación en el Instituto de Física y en el Instituto Nacional de Energía Nuclear.
En la ceremonia, Moshinsky recordó que cuando estudió su posgrado en física en la Universidad de Princeton, en Estados Unidos, se dio cuenta que en el futuro el papel de los países en el mundo no estaría normado por su extensión o por sus riquezas naturales, sino por su capacidad de crear y aprovechar la ciencia.
Por eso, cuando regresó a México, en 1942, uno de sus deseos era que nuestro país pudiera incorporarse al desarrollo de la ciencia y de sus aplicaciones.
Sin embargo, después de muchos años esta aspiración, advierte, no se ha cumplido. "Aunque hubo progreso, éste fue lento y todavía estamos muy lejos de realizar totalmente nuestro potencial en la investigación científica y más lejos aun de que esta investigación tenga un impacto importante en el desarrollo social y económico del país", aseveró.
La historia del científico, que no pocas veces ha despertado polémica con sus opiniones críticas a las movilizaciones estudiantiles, es un anecdotario. De niño llegó al puerto de Veracruz el 20 de octubre de 1927 y se instaló junto con su familia en la colonia Roma, en la capital del país. Su paso por la primaria fue "sin pena ni gloria" -así lo describió- hasta que en la secundaria obtuvo diez de calificación en su primer examen de matemáticas; ese resultado marcó su vida.
Estudió la preparatoria en San Ildefonso, cursó la carrera de física en la recién inaugurada Facultad de Ciencias de la UNAM y fue de los primeros en asistir al Instituto de Física, que entonces consistía "en un solo cuarto donde estaban el director, tres o cuatro investigadores y la secretaria".
Con el tiempo, su currículum se ha hecho enorme, incluye una treintena de distinciones como la medalla Wigner, el doctorado honoris causa de la Universidad de Goethe, el Premio Príncipe de Asturias, el Premio Interamericano de Ciencias Bernardo A. Houssay, el Premio de Ciencias UNESCO, además reconocimientos nacionales como el Premio Nacional de Ciencias y el doctorado honoris causa de la UNAM. La lista es larga, lo mismo que la de sus publicaciones en el campo de la física nuclear, teórica, físico matemáticas y otros campos.
Laureles y excelencia
El rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, señaló que no es fácil para un científico y menos para quien le ha dedicado su vida a esa tarea de investigación llegar a tener ese nivel de trascendencia social.
Lo describió como uno de los investigadores más laureados que existen en el país y que se ha distinguido por la excelencia en su trabajo, la congruencia entre lo que piensa, lo que dice y lo que hace, y su generosidad.
Su trayectoria, explicó, ha sido producto también de las múltiples virtudes intelectuales que ha tenido a lo largo de su vida como articulista, como editorialista, como difusor de la ciencia y como alguien que en este tema de la congruencia ha planteado públicamente sus puntos de vista sobre los problemas de la institución y del país.
"Es un hombre comprometido con sus principios, con la verdad, con sus puntos de vista. Esto lo ha hecho ser también un hombre polémico en muchos aspectos y en muchos momentos y creo que también debemos remarcar esa otra vertiente de la responsabilidad del doctor Moshinsky, porque en esta función también ha contribuido a expresar de una manera real la pluralidad de nuestra institución y de nuestra comunidad", señaló el rector.
Para dar testimonio de sus aportaciones, hablaron antiguos alumnos del homenajeado que ahora ocupan puestos clave en la administración científica. Octavio Castaño, director del Instituto de Ciencias Nucleares, se refirió a la gran preocupación que el físico mostró por la huelga de la UNAM. Matías Moreno, director del Instituto de Física, dijo que su ejemplo debe servir para comenzar la tercera etapa de la ciencia en México.