SABADO Ť 21 Ť ABRIL Ť 2001
La zona chinampera de Xochimilco perdió a uno de sus personajes

Don Julián, un hombre que platicaba de Dios y las sirenas con sus muñecas

MARIANA NORANDI ESPECIAL

juliansantanaEn la zona chinampera donde se instaló no vivía ni vive nadie. Es tierra fértil pero lodosa, y la temperatura baja extremadamente en las noches. Eran pocos los visitantes que llegaban, una por la lejanía, y otra, porque en aquella época la invasión de lirio acuático dificultaba el acceso. Hasta el día que le sorprendió la muerte, Don Julián no tuvo más vecinos que urracas, patos silvestres, garzas, pelícanos, carpas y todo habitante del ecosistema xochimilca. Pocos ruidos se oían en su chinampa. Tan sólo de aves, del suave oleaje que el viento produce en los canales y, eso sí, al atardecer, zumbidos procedentes de las nubes de moscos que invaden la isla. Don Julián se mimetizó en el paisaje ecológico de Xochimilco.

En la chinampa construyó su choza de chinami, carrizo, ramas de ahuejote y zacatón. No recibía más visita que la de su sobrino Anastasio y de vez en cuando de su hermana. Su sobrino era el encargado de llevarle comida y de vender sus hortalizas en el mercado. Poco a poco, Don Julián comenzó a colgar de las ramas de los ahuehuetes muñecas. Cuando le preguntaban por qué colgaba todas esas muñecas de las ramas de los árboles, él se desligaba del asunto y decía que esas muñecas aparecían de repente sin que él tuviera nada que ver. Su amigo Sebastián Flores dice que con uno que otro pulquecito ya decía que colgaba las muñecas porque ahuyentaban los malos espíritus que rondan los canales y chinampas, lo acompañaban en las noches de posibles espantos, a lo que añade "Don Julián era un hombre tremendamente místico. Hablaba de Dios y de las sirenas que viven bajo los canales. Solía platicar con sus muñecas y le gustaba vivir en la naturaleza".

feretroverticvalCuando en 1991 llega el rescate ecológico de Xochimilco, una de las misiones de este proyecto fue acabar y controlar la plaga del lirio acuático que cubría los lagos. Se logró frenar la invasión y despejar la circulación por los canales. Esta abertura significó para Don Julián un posible contacto exterior, pues comenzaron a llegar algunos turistas extranjeros, visitantes locales y reporteros atraídos por el curioso habitante de los lagos xochimilcas. Cuando llegaba gente a visitarlo, él les obsequiaba con una planta o verdura, que remuneraban de forma voluntaria con algunas monedas. Finalmente se dedicó a vender sus cultivos a los paseantes en vez de venderlos en el mercado.

feretrocalleEl día que murió nada en él hacía sospechar que había llegado su final. Todo parecía que iba a ser un día más en la vida de Don Julián. Se levantó temprano como era su costumbre, y en cuanto llegó su sobrino Anastasio a la chinampa se pusieron a sacar agualodo del fondo de los canales para preparar la tierra y después sembrar calabazas. A eso de las diez de la mañana almorzaron, y mientras descansaban, Don Julián se dispuso a hacer una de sus actividades favoritas: pescar. Parece ser que había un pez que le estaba dando trabajo capturarlo, se le había escapado en dos ocasiones, pero finalmente logró pescarlo y se lo enseñó a su sobrino. Era un pez de por lo menos 4 kilos. Después, Don Julián le comentó a Anastasio que ese día las sirenas lo habían estado llamando porque se lo querían llevar, así que cantaría, porque otras veces cantando había evitado que se lo llevaran. Esas fueron sus últimas palabras. El sobrino se retiró a darle de comer a las vacas y cuando llegó a eso de las 11 de la mañana, encontró el cuerpo sin vida de su tío flotando en el agua. "No lo meneé porque dicen que eso es malo, lo arrinconé con una ramita y fui a dar parte a la familia y a los bomberos". A las 17:35 el cadáver fue rescatado de las aguas del canal y fue turnado a la 27 agencia investigadora del Ministerio Público en Xochimilco. El acta de defunción afirma queJulián Santana Barrera murió a la edad de ochenta años de una insuficiencia cardíaca.

feretropanteonLa noticia conmocionó a todos los habitantes de Xochimilco, especialmente a la familia y amigos que solían frecuentarlo en su chinampa. El cuerpo fue velado en casa de su hermana el pasado miércoles en el barrio de Xaltocan. En la mañana del jueves fue trasladado a la iglesia del barrio que lo vio nacer, y a las once se realizó una misa donde el padre elogió la sencillez y bondad de Don Julián. Tras la misa, el féretro fue paseado por el barrio de la Asunción hasta la casa donde nació Julián, en el callejón de Tlaxcalpan número 9. Allí, se vivieron momentos muy emotivos protagonizados por los familiares más cercanos al difunto y tras unos quince minutos de duelo, fue trasladado por las calles de Xochimilco en coche fúnebre hasta el Panteón Municipal, acompañado por decenas de amigos que caminando portaban varias coronas y arreglos florales. Fue sepultado en la cripta familiar a la una de la tardey despedido con unas breves pero cariñosas palabras emitidas por uno de sus sobrinos, quién homenajeó a su tío y afirmó que van a continuar trabajando en el valle de las muñecas siguiendo el ejemplo de Don Julián. Su sobrino Anastasio comentó que piensan elevar un busto con la imagen de su tío en la chinampa de las muñecas. Tras el funeral, la familia pidió a los presentes que los acompañaran a la casa para comer unos frijoles adobados. Muchos fueron, pero otros preferimos visitar la chinampa de las muñecas.

Tras algo más de media hora en lancha motorizada, atravesando el impresionante paisaje xochimilca, llegamos a la isla de las muñecas. Además de cuatro perros esqueléticos, una manta plastificada da la bienvenida a los visitantes. En ella se puede leer: "Bienvenido, se encuentra usted en la internacionalmente famosa isla de las muñecas de Don Julián, Wellcome". A lo lejos ya se divisan varias muñecas colgadas de las ramas de los árboles, pero estando ya en la isla, el panorama se torna entre dantesco, onírico y surrealista. Cientos de muñecas penden de los árboles o de las chozas. Muñecas de más de treinta años, otras más recientes, mutiladas, enlodadas, desnudas, despeinadas, de trapo, de plástico, pintadas... de inimaginable procedencia. Allí están todas, como testigo fiel de una vida insólita, de un personaje sin igual. Tres chozas edificó Don Julián. Dentro de cada una hay infinidad de objetos amontonados. Guitarras sin cuerdas, fotos, cuadros, restos de muebles, mulitas de hoja de maíz que él mismo construía, objetos de mimbre, colchones, botellas vacías, telarañas. reflejoarbolLos cultivos aún están húmedos, las flores y plantas que cultivaba dan color y vida a la isla. El viejo azadón arrinconado, el maíz a medio desgranar, una damajuana todavía con olor a pulque. Su cocina al aire libre consistía en un tlecuil hecho con lodo, un comal de hierro y sobre él, colgaban carpas secas que pescaba en el canal. Nunca contó con luz eléctrica, aunque últimamente ya le habían instalado agua potable. Estando allí, llegó un grupo de muchachos a traerle una media botella de tequila. Según nos contaron, hace quince días estos jóvenes habían prometido a Don Julián que le iban a llevar una botella y ya no les dio tiempo de entregársela. Allí quedó la botella con una dedicatoria que decía: "Recuerdo de Antonio, Oscar, Juan Carlos, Roberto, Miguel y Moras. Descanse en Paz. 19 de abril del 2001."

La isla quedó muy sola sin Don Julián. Ya nadie acude a recibir a los visitantes de la isla de las muñecas, más que cuatro perros flacos. La zona chinampera perdió a uno de sus personajes. Alguien que vivió la mayor parte de su vida solo, como ermitaño, nunca se casó ni tuvo hijos, ni se le conoció romance alguno. Vivió en el misterio de la soledad, inmerso en los enigmas y leyendas de Xochimilco, rodeado de juncos, aves y peces. Acompañado de sus muñecas y su pulque. Testigo de un México que desaparece, portador de un conocimiento que se fue con él.