SABADOŤ 21 Ť ABRIL Ť 2001
Marcos Chávez M.
El tropezón foxista
Al margen de las razones que motivaron a los congresistas a ponerse súbitamente y sin desdoro el mameluco de la prudencia -ya sea porque realmente han decidido liberarse del vasallaje al que fueron sometidos ominosamente por los Ejecutivos priístas y ejercer la autonomía de poderes; o simplemente porque los priístas decidieron llevar adelante su ajuste de cuentas, antes que asumir una postura legislativa digna, de la cual siempre carecieron mientras fueron el partido de Estado, y porque el fracturado bloque panista desistió al entender que carece del consenso necesario para sacar adelante la iniciativa de ley, más que preocuparle los intereses de la mayoría de la población, que siempre les ha tenido sin cuidado-, su decisión para postergar la discusión y la aprobación de la reforma fiscal fue sin duda la más adecuada.
Fue la postura más juiciosa que pudo adoptarse, no sólo por la trascendencia y las implicaciones que se derivan de la propuesta tributaria foxista. A pesar de la urgencia y de las presiones del gobierno para que el Congreso la aprobara en el actual periodo de sesiones, una reforma de esa naturaleza requiere de un análisis serio y profundo, que desborda el tiempo actualmente disponible. Durante el ciclo priísta, la sociedad pagó con creces esa perversa práctica legislativa, donde la mayoría del Congreso votaba con premura, sin cambios sustantivos -menos aún la rechazaba- y antidemocráticamente toda propuesta del Ejecutivo. Además, abre la posibilidades de discutir la reforma más allá del ámbito tributario, porque los problemas de la administración no se limitan a los ingresos; se extienden hacia el conjunto de las finanzas públicas, el papel que debe jugar el Estado en la economía, el modelo de desarrollo y el tipo de proyecto de nación al que se aspira.
Ciertamente, la campaña oficial para tratar de convencer a la población y al Congreso de las supuestas "bondades" redistributivas de su propuesta fiscal fue abrumadora, y con frecuencia, cantinflesca. Pero fracasó en lo esencial: desmentir a sus críticos, que han señalado que con su iniciativa se afectara aún más el ingreso de los niveles de vida de la mayoría de la población, y que los principales beneficiados son esa minoría que se encumbró y se enriqueció con las políticas públicas precedentes.
Fox da por sentado que la crisis fiscal se debe al desastroso manejo de los neoliberales priístas de las finanzas públicas. Reconoce el imperativo de elevar la recaudación y da por válidas las ideas que le vendieron Gil Díaz, el amnésico corresponsable de dicha ruina (šde Santiago Levy, el futuro sucesor de Gil?), y sus "modernos fiscalistas asesores igualmente neoliberales del ITAM y del Tec de Monterrey, que pretenden resolver la crisis trasladando otra vez los costos hacia la mayoría de la población, a través del alza de los impuestos indirectos, además de dar un paso más hacia la utopía empresarial: la aplicación de una tasa cero por ciento a los ingresos de las personas físicas y las empresas. Pero quiere ocultar el destino fundamental de los recursos que esperan captar: el financiamiento del sucio rescate bancario y las turbias inversiones privadas en obras públicas, aun cuando ni siquiera el Congreso ha reconocido como deuda oficial a los pasivos del IAB, que, por tanto, no existen legalmente, y que en parte explican el déficit.
Fox hace cuentas alegres con el dinero esperado. Habla del montón de obras públicas sociales que realizará. Pero acaso nunca ha considerado que después de cubrir los requerimientos señalados no quedará nada, o casi nada. ƑAcaso no se lo han dicho sus flamantes "asesores"? ƑLo engañaron? ƑO Fox quiere engañar a la sociedad?
Si Fox habla de limpieza y transparencia, Ƒpor qué entonces no desconoce esos adeudos de origen bastardo? ƑPor qué no abre los expedientes relativa al rescate bancario y las obras públicas, los examina, excluye los casos asociados a la corrupción, aplica la ley y obliga a los responsables de los quebrantos a asumir las pérdidas?
Así podría abatir sustancialmente esos pasivos que hoy día gravitan sobre las finanzas públicas y reducir los requerimientos financieros adicionales. Así podría ampliar los fondos disponibles para combatir la pobreza.
Si Fox verdaderamente investiga las causas que explican la ruina fiscal, podrá observar que ésta se asocia a las políticas de estabilización y al proceso de jibarización del Estado al que fue sometido por los neoliberales, esas políticas que han asumido implícitamente como suyas. Y que el saneamiento fiscal implica cambiar la naturaleza de ellas.