viernes Ť 20 Ť abril Ť 2001
Luis Javier Garrido
El reacomodo
El "nuevo régimen" mexicano que encabeza Vicente Fox atraviesa por un proceso similar al del antiguo régimen soviético que impulsó Boris Yeltsin y ahora preside Vladimir Putin: tras la euforia de los primeros días, el proceso político terminó por beneficiar sólo los antiguos intereses dominantes, que siguieron decidiendo en el nombre de todos, en virtud de una serie de acuerdos de reacomodo, de tal suerte que lo único que ha terminado por cambiar es el hecho de que el nuevo autoritarismo puede presentarse ahora como "legitimado" por el sufragio.
1. Vicente Fox y sus colaboradores no tienen una propuesta de cambio democrático por la sencilla razón de que no les interesa tenerla, pero lo preocupante es que ésta no exista tampoco de parte de los partidos de oposición. Uno de los rasgos fundamentales del proceso electoral del 2000, que tiene consecuencias determinantes, lo constituyó el hecho de que el PAN y el PRD limitaron el posible cambio a una simple alternancia en el poder sin tener propuestas de fondo. Y esto explica la desastrosa situación que prevalece hoy, pues frente a los programas económicos del foxismo no hay un proyecto alternativo que venga de los partidos de oposición, limitados a criticar lo que ellos mismos apoyaron en el pasado, ni mucho menos una propuesta de cambio político.
2. Los análisis de lo que acontece en los inicios del sexenio parecen perder de vista un hecho fundamental, y es que la larga lucha de Fox por alcanzar la Presidencia de la República (1988-2000) estuvo determinada por el encono de la clase empresarial contra la discrecionalidad autoritaria de los gobiernos priístas, que su obsesión fundamental fue alcanzar la silla presidencial a) a fin de remover los obstáculos legales y materiales que impidieron en el pasado tener mayores ganancias a los hombres de negocios y, sobre todo, b) para destruir el poderío del PRI y todo lo que entrañó a fin de impedir que esto pueda volver a ser posible. No es de sorprender que Fox carezca de un proyecto nacional y que el suyo sea un gobierno de los empresarios para los empresarios, en el que la prioridad de su gobierno sea anteponer a todos los intereses los de la clase empresarial concebida como el motor del desarrollo, como se hace en el intento de reformón hacendario de 2001.
3. El símbolo de todos los males existentes en el país no es para Fox y quienes gobiernan con él la que fue característica fundamental del ejercicio del poder en los últimos años, es decir, la complicidad entre los intereses políticos y económicos ni la impunidad de funcionarios y empresarios asociados en un proyecto común por encima del régimen de derecho y de los intereses de los mexicanos, sino el intervencionismo del Estado en la economía. El autoritarismo, la venalidad y la corrupción son, en esa lógica, características de la burocracia política y no de la clase empresarial a la que se le confieren todas las virtudes y se le otorgan todos los beneficios.
4. El gobierno de Fox tiene claridad en un punto: no puede procederse penalmente contra quienes gobernaron a México en los últimos sexenios cometiendo todo género de exacciones contra la nación y vinculando los intereses públicos a los del narcotráfico porque ello evidenciaría a su propio gobierno y pondría en jaque las estructuras financieras del país. El proceder por la vía legal contra los responsables abriría de nuevo el expediente del Fobaproa y del fraude contra la nación que cometieron empresarios y políticos con el aval de Salinas y de Zedillo, y que ahora son protegidos por el gobierno foxista, y desentrañaría la naturaleza del poder político en México: de los acuerdos por debajo de la mesa que hubo en "la transición" del 2000 y de los pactos de impunidad.
5. ƑO qué más puede explicar que en vez de procederse contra Carlos Salinas o Joseph-Marie Cordoba o contra quienes representan esos intereses, y están en el PRI y aun en el PAN, pero sobre todo en el sector empresarial asociado a los gobernantes, se prefiera ir en contra de El June, operador de una de las fracciones del cártel del Golfo, o contra otros traficantes que no son los principales beneficiarios?
6. La reforma fiscal foxista tiene como prioridad beneficiar a los hombres de empresa con la reducción del ISR y hacer recaer el costo de la misma a las clases populares con la ampliación del IVA siendo por lo mismo profundamente antidemocrática, y la supuesta reforma política no se queda atrás. En la propuesta foxista de reforma constitucional del 5 de febrero y en el proyecto de PND se habla de las prerrogativas de los partidos, pero no se prevé el reconocimiento pleno de los derechos políticos de los individuos ni de las entidades sociales ni se habla de la autonomía como sustento de la vida de todas las comunidades y no sólo de las indígenas, como no se habla tampoco del necesario principio de la rendición de cuentas que deben hacer los funcionarios públicos, pero también los empresarios privados a los que se les pretende dar un papel social preponderante, pero sin responsabilidad social alguna.
7. El proyecto político de Fox se reduce a minar la fuerza del PRI con miras a hacerse de una mayoría parlamentaria en 2006, pero sin llegar a confrontar las corrientes neoliberales del PRI, a las que necesita para hacer aprobar sus iniciativas. De ahí que todo se haya limitado a tratar de golpear en febrero a los feudos priístas en Tabasco y en Yucatán utilizando al TEPJF, como ahora al sector corporativo priísta al declarar la SCJN la inconstitucionalidad de las cláusulas de exclusión por ingreso y por separación en los contratos colectivos de trabajo (17 de abril).
8. La fuerza del gobierno de Fox se sustenta en la debilidad de la oposición partidista, ya que ni el PRI ni el PRD, inmersos en sus contradicciones y plenamente subordinados al FMI y al Banco Mundial, pueden tener la fuerza ni la autoridad moral para plantear una alternativa.
9. Los frenos institucionales al foxismo son de hecho inexistentes y por ello la resistencia a las nuevas políticas tiene que venir de la sociedad como se ha visto en el caso de la lucha por la autonomía indígena encabezada por el EZLN, que está dejando esa enseñanza fundamental.
10. El cambio en México tiene que venir de la base de la sociedad, desde las propias comunidades. Ha de ser una lucha popular sin tregua, que no pierda de vista que el proyecto económico de los empresarios neoliberales no se distingue gran cosa del proyecto de la tecnoburocracia priísta, y que las semejanzas y complicidades entre el gobierno actual y los últimos gobiernos priístas son mucho mayores de lo que Fox dice todo el tiempo.