Ť Hoy, el Grupo Ticueni en el festival internacional, que cierra el 30 de abril
Llanto que provoca risa: titiriteros, en el Cenart
ARTURO CRUZ BARCENAS
El pasado martes, cientos de niños reían al ver llorar a una muñeca vieja, a la que un ratón sensible al olvido trataba de darle un poco de optimismo. Cada intento del roedor por agradar al juguete despreciado era un cuadro de una historia montada por la Compañía Internacional de Teatro de Títeres Mihail Vassilev Teatro Muf, de México.
Una oscuridad profunda envolvió a los pequeños en el Teatro de las Artes, del Centro Nacional de las Artes. Varios infantes lloraron, otros gritaron "¡mamá!". Otros, ya con experiencia, miraban a su progenitora y comentaban, tolerantes, que "aún están chiquitos", inexpertos.
Tal era el ambiente en el primer día del catorceavo Festival Internacional de Teatro de Títeres, que se desarrollará hasta el 30 de abril, Día del Niño. En el escenario, el ratón con voz de chavito despertaba reacciones varias, a veces aplausos, otras risas espontáneas.
El foro lleno, con la presencia de más madres que padres, es muestra de la búsqueda de alternativas de diversión, con calidad, para los menores de edad. Todo puede comenzar en una carreola. El cuadro que más gustó fue el clásico del pianista, quien se hace del rogar y retarda su concierto, hasta que los aplausos lo llevan a posar sus nalguitas en un banquito, previo brinquito.
No tocó ninguna de Chopin, pero se notó la maestría del titiretero, en la expresividad del mono al posar sus dedos sobre las teclas. Un toque de gracia: al acabar su pieza, en el horizonte cómico de Don Gato y su pandilla y de aquel episodio del violinista Lazlo Lozla, el pianista (pelón, viejo, gruñón) presiona con su pie un botón, para desconectar la música, pues el piano sigue tocando, aun sin él.
Imágenes fosforescentes de tres pedazos de tela que unidas con imaginación semejan (dos de ellas) una especie de cigüeña; la otra un avecilla. Un soldado trastabillea en un barril colocado de canto. Un alto ser baila con música guapachosa y canta negroidemente.
Fueron 45 minutos de imaginación con marionetas del Teatro Muf, de México, que trabaja desde 1986. Ha recibido premios nacionales e internacionales y ha ofrecido más de seis mil funciones en la República Mexicana. De gira por donde usted desee o piense, es verdadero embajador de su especialidad: el teatro de sombra e hilos, varillas, etcétera.
Lissete Feliu, una de las actrices y manejadora de los títeres, dijo: "Trabajamos para que los niños se sensibilicen. El público mexicano es muy perceptivo, no hay que olvidar que aquí los mayas manejaron títeres. Nuestros muñecos nos los envían de Bulgaria, y eso encarece la producción".
Hoy continúa el festival con el Grupo Ticueni, también de México, con Caracoles y fantasmas, a las 17:00 horas. Lleve a sus chilpayates a ver títeres manejados con la técnica del guiñol, varilla y rusos. Dura 60 minutos. Entrada: 60 y 40 pesos. No hay bono, aclararon los organizadores.