JUEVES Ť 19 Ť ABRIL Ť 2001
Ť Músico e incansable luchador social, se presentará en el Salón 21, el 6 y 7 de julio
Rubén Blades regresará a México después de 16 años de ausencia
Ť Tiempos es el título de la más reciente producción discográfica del también actor panameño
JUAN JOSE OLIVARES
Es músico, actor, político, luchador social... es un dínamo que a sus 53 años no para. Es el panameño Rubén Blades, quien regresará a México el próximo julio para presentar, los días 6 y 7, toda su finura latina en el Salón 21. La anterior ocasión que actuó en nuestro país fue en el salón Margo, en 1985.
Blades es, sin duda, una efigie de la música afroantillana y del latin jazz; casi todo lo que se ha propuesto lo ha logrado, bueno, menos una cosa: le faltó poco para ser presidente de su país.
Familia de tradición musical
Rubén proviene de una familia de tradición musical: su madre es pianista y cantante, y su padre, de raíces británicas, es un percusionista que pasó por jugador de jockey y basquetbol, hasta detective de la policía panameña.
A temprana edad y debido a problemas económicos piensa en mudarse a Estados Unidos; de hecho, tuvo siempre una mentalidad pro-yanqui, hasta los sucesos del 64, cuando la bandera de su país fue sustituida en el Canal de Panamá por la gringa, causal de la muerte de 25 panameños por una sonada protesta; éste fue el hecho que le despertó una real conciencia social.
Continuó estudiando hasta llegar a la Facultad de Leyes de la Universidad de Panamá y sus inclinaciones musicales corrían de forma paralela. En 1966, comenzó a cantar con un grupo llamado Conjunto Latino, de Papi Arozamena, luego paso a otra de nombre Los Salvajes del Ritmo, en la que estuvo hasta el 69. Con ambos se presentaba esporádicamente en pequeños locales, pero las presiones de sus maestros le hicieron dejar el escenario.
Pero no desistió. En el 68 con la ayuda de un hermano que trabajaba en una aerolínea viajó a Nueva York. Con suerte de campeón contactó con los productores Pancho Crustal y Cheo Feliciano, quienes lo habían escuchado en Panamá, y de inmediato le propusieron unirse al grupo de Pete El Conde Rodríguez. Rubén aceptó aunque no duró mucho.
En Panamá la situación política se recrudecía y él optó por terminar sus estudios de leyes debido a un compromiso moral. No obstante, la sangre musical le llamó y se mudó a Miami y después a Nueva York, donde encontró trabajo organizando y llevando el correo del sello discográfico Fania, un santuario neoyorquino para músicos de salsa, en el que grababan gente como Ismael Miranda, Bobby Rodríguez y la Compañía, Cheo Feliciano, Tito Rodríguez, Tito Puente y Roberto Roena.
Conoció a Ray Barreto, quien buscaba un vocalista para su grupo; audicionó y se quedó en la banda. En 1976 se convierte en el cantante de la banda de Willie Colón, remplazando a Héctor Lavoe. Se presentaron en el Madison Square Garden, así como en varios sitios de la Gran Manzana, ganándose adeptos.
En el primer disco de Colón (Metiendo mano), dos canciones de Rubén, Plantación y Pablo pueblo, ya escarbaban en un contexto social, del que la salsa estaba un poco alejada.
El siguiente elepé, Siembra, extendió aún más la visión social de este ritmo caribeño. La canción Pedro Navaja fue un parteaguas en este estilo musical, convirtiéndose en uno de los temas más representativos de la música latinoamericana, abriendo las puertas de la "salsa" al mundo. El Siembra vendió más de un millón de copias sólo en Estados Unidos.
Pero, Rubén nunca estaba satisfecho. En 1980, un ejecutivo de Fania le ofreció un papel en la cinta La última pipa (dirigida por Fred Williamson), que despertó el ánimo histriónico del panameño. Hasta ahora tiene 28 filmes.
Luego de seis años con el grupo de Willie Colón, Blades decide independizarse y formar su banda: Seis del Solar, con la que difundiría su interés por la lucha social, y en lo sonoro, a algo más cercano al jazz y el rock.
Grabó Agua de luna, inspirado en historias de Gabriel García Márquez, disco premiado con un Grammy. Sin embargo, diversos problemas le hicieron retirarse de Fania, para firmar con Elektra; el grupo se llamó entonces Son del Solar. Continuó explorando la realidad social de Latinoamérica, y regresa a los latones del trombón y la trompeta. Otro Grammy fue el reconocimiento a su esfuerzo. El disco Buscando América y la rola Desapariciones impactaron al mundo latino.
Siguió haciendo pequeños papeles en diversas cintas, y en 1990 grabó otro álbum con Son del Solar, grupo del que se separó, pero dejó su semilla para otras agrupaciones y cantantes para que fuera algo más que una manifestación musical y parte de una expresión social. Pese a esto Rubén siempre fue criticado como subversivo, pero la verdad es que se ha dado el lujo de realizar lo que sea.
La carrera por la presidencia
En 1994, Blades decide postularse para presidente en su país como un esfuerzo por crear y llevar a la práctica sus principios democráticos cultivados a lo largo de su vida. Su lucha es contra la injusticia social y en la defensa étnica, cultural y social de las minorías de su terruño. Pero fracasó.
Para el final de la década Blades firma con una gran transnacional, con la que edita tres discos: Caminando, Amor y control, y La rosa de los vientos -con este ganó otro Grammy- que universalizaron los ritmos de la salsa.
El más reciente trabajo de Blades, Tiempos, ha sido otro de sus muchos logros en eso de situar los ritmos afrolatinos en un contexto de dignidad social y cultural. Eso es lo suyo, chico.