JUEVES Ť 19 Ť ABRIL Ť 2001
Ť Estrenan en España El espinazo del diablo, largometraje del realizador mexicano
Del Toro evoca sus terrores nocturnos y amores callados con la guerra como telón de fondo
Ť No pudo asistir y envió desde Praga un telegrama que fue leído por Marisa Paredes
Ť Almodóvar: hasta hoy, las mejores cintas de Guillermo son la que ha hecho en español
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 18 de abril. El cineasta mexicano Guillermo del Toro recrea en El espinazo del diablo, el segundo largometraje que hace en español y con el que recupera la reflexion intimista iniciada en Cronos, sus propios horrores infantiles, sus amores callados, su reflexión de que ''la guerra lo tiñe todo de miedo". La historia del Orfanato de Santa Lucía, donde un fantasma inspirado en el ''muñequito roto" y ''la estampita religiosa" suspira por todos los rincones, tiene como telón de fondo la Guerra Civil española (1936-1939) y su estética hurga entre las raíces de los cuentos de terror sajones y las historias de fantasmas de ''cepa gótica pura".
El espinazo del diablo, cuyo estreno en carteleras españolas ocurrirá este viernes, fue presentada hoy por los productores, el director español Pedro Almodóvar y su hermano Agustín, así como por un nutrido grupo de protagonistas, entre ellos la actriz Marisa Paredes, quien leyó un telegrama que Del Toro envió desde Praga, donde dirige su próxima película Blade 2.
La guerra tiñe todo de miedo
Del Toro, quien tras ganar numerosos premios internacionales por su opera prima Cronos (1993), entre ellos nueve premios Ariel de la Academia Mexicana de Ciencias y Artes Cinematográficas, concentró su carrera profesional en la industria estadunidense, recupera con El espinazo del diablo la ''libertad" del cine de autor, tan cultivado en Europa como limitado en Estados Unidos. El director español Pedro Almodóvar resumió en un frase esta realidad: ''Las mejores películas de Guillermo, al menos de momento, son en español".
Del Toro confiesa que El espinazo del diablo ''es una historia muy personal para mí, muy delicada de contar. Entiendo o he vivido en carne propia casi todos los momentos o los personajes que la componen: los terrores nocturnos, los pasillos vacíos, los amores callados. Por ese camino emocional me permití hablar de una historia de niños y fantasmas con la guerra como telón de fondo. Deseaba ver cómo la guerra -sin estar cerca de los muros de ese orfanato- lo invade todo. Lo tiñe todo de miedo. Porque sentir miedo nos vuelve a todos niños y porque toda historia de guerra está preñada de fantasmas".
La historia que narra Del Toro está situada en la España de finales de la años treinta, a punto de sucumbir la dolorosa y sangrienta Guerra Civil, durante la cual, en un páramo, cuatro personajes son sometidos a ese ''miedo" que esparce con violencia la guerra: Carmen, la directora del orfanato representada por Marisa Paredes; Casares, el viejo maestro de escuela amante de la poesía y recitador elocuente de versos de Sor Juana, encarnado por Federico Luppi; y los jóvenes actores españoles Eduardo Noriega e Irene Bisedo como Jacinto y Conchita, el capataz y la joven maestra.
Del Toro experimentó, al igual que en Cronos, ''con la combinación de géneros", al buscar la empatía entre las múltiples realidades que convergen en la historia. ''Visualmente hemos buscado una paleta de color y textura que nos evoque siempre el pasado a través de los ámbares, los verdes, los colores tierra y las luces de fuego y noche. No soy español y me moví con pudor para no usurpar la estética que os pertenece. Intente mirar a los edificios, a los colores y a las personas, como yo lo sueño, como yo los veo.
''Una España imaginada por mí, como los niños que agigantan las bombas y los fantasmas por medio de sus relatos", explicó el propio Del Toro en una misiva enviada el pasado marzo desde Praga, quien dice esperar haber ''sido capaz de inspirar miedo y compasión" con ''su fantasma, una mezcla de muñequito roto y estampita religiosa".
El mexicano Guillermo Navarro, director de fotografía, explicó: ''El reto era encontrar el ingrediente visual que esta película necesitaba, encontrar la forma de cómo la imagen pueda contribuir a contar una historia que tenía distintos niveles de realidad. Ubicar la época fue la base visual a la cual nos agarramos y eso permitió crear el terreno para que el otro nivel respecto del mundo más fantástico de la cinta tuviera también su espacio. Ese fue el reto narrativo de la fotografía".
Para el director de la productora El Deseo, Agustín Almodóvar, el nuevo filme de Del Toro utiliza a ''la Guerra Civil española como el decorado emocional donde viven los personajes, que están en una tierra de nadie en todos los sentidos, en la guerra, donde hay momentos en los que sale lo peor de cada uno ante el horror de la violencia. Ellos viven la amenaza interior de un mundo que se viene abajo, donde el propio Casares dice que no tenemos a dónde ir, refiriéndose a lo que va a pasar en Europa y en el mundo en los siguientes meses: el auge del nazismo y el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Creo que son elementos metafóricos, pues la propia Guerra Civil está muy abstraída".
Marisa Paredes, quien también protagonizó El coronel no tiene quien le escriba, de Arturo Ripstein, señaló: ''Del Toro y Ripstein no tienen nada que ver como directores, lo único que sí pueden tener en común, además de que los dos son mexicanos, es que en su autoría cinematográfica son muy radicales. Las diferencias son muchas, Guillermo es un director más joven, educado e interesado por el comic desde siempre y su manera de filmar es más de cara al montaje, mientras que Ripstein hace siempre planos-secuencia".
Lamentable ''doble nacionalidad laboral''
El cineasta español Pedro Almodóvar, quien desde que conoció a Del Toro en un festival en Miami tras la proyección de Cronos le ofreció su soporte como productor, elogió las virtudes del cineasta mexicano, si bien lamentó la ''doble nacionalidad laboral" en alusión a su carrera en la industria de Hollywood.
''Me resulta muy difícil en el caso de Guillermo del Toro hablar de su quehacer en el cine estadunidense, porque, aunque es bueno, es el trabajo con el enemigo, con el que nosotros no podemos competir, por lo que me provoca mucha antipatía hablar de ello. Creo que Del Toro, al menos de momento, ha hecho sus mejores películas en español. En este sentido, pienso que nosotros significamos para Guillermo un poco como su tabla de salvación, pues en el cine estadunidense casi nunca el director es realmente el dueño del juego y a Guillermo le gusta jugar, y su juego es muy personal. Para nosotros, su 'doble nacionalidad laboral' sólo supone problemas porque, por ejemplo hoy tendría que estar aquí, por ser quien más sabe de la película. Sin embargo, está rodando y no le dejan libres ni ocho horas para venir".
Almodóvar comenzará el próximo junio el rodaje de Hable con ella, primera cinta después de conseguir el Oscar por Todo sobre mi madre, en la que el realizador machego abordará la comunicación humana.
A su vez, el director de Tacones lejanos y Mujeres al borde de un ataque de nervios rodó en fechas recientes las coreografías en Europa de la alemana Pina Bausch y este material podría utilizarlo en su nuevo largometraje.
El estreno en México de El espinazo del diablo será el próximo septiembre.