LUNES Ť 2 Ť ABRIL Ť 2001
Ť Su nueva película abrió la retrospectiva El cine en Polonia. Polonia en el cine
Ofrecer una visión del mundo para enriquecerlo, leitmotiv de Zanussi
Ť La vida como una enfermedad mortal contagiada por vía sexual retoma el humor negro
Ť En mi país el público joven regresa a los filmes estéticos, dice el realizador a La Jornada
MONICA MATEOS-VEGA
Hace 23 años que el cineasta Krzysztof Zanussi (Varsovia, 1939) no visitaba México; en aquella ocasión presentó algunas de sus películas que en la década de los setenta representaban al llamado nuevo cine polaco. Hoy el director de cintas como Camuflaje (1977) y Espiral (1978) es considerado uno de los exponentes de ''la vieja vanguardia", al lado de figuras como sus coterráneos y amigos entrañables Andrzej Wajda (1926) y Krzysztof Kieslowski (1941-1996).
Zanussi, viajero empedernido que siempre ha apostado por un cine crítico que, incluso, sea un descarnado y chocante espejo de la condición humana, estuvo presente la noche del martes en el estreno de su reciente filme La vida como una enfermedad mortal contagiada por vía sexual que abrió la retrospectiva ''El cine en Polonia. Polonia en el cine'', organizada por la Cineteca Nacional, que se realizará durante toda la semana y culminará el 27 de abril.
Fascinación por Maximiliano
En entrevista, el director cinematográfico comenta que su estancia en el país le recuerda un guión, escrito por él, que no ha podido filmar aquí por ''falta de medios" y que trata de la vida del emperador austriaco Maximiliano de Habsburgo, el ''gobernante importado" por México.
En realidad, sería una película acerca del mal pues, explica, ''he descubierto en la sombra de Maximiliano un personaje fascinante, muy malo; el guión está basado en hechos históricos. Maximiliano es un hombre que representa una actitud universal: él consideraba que el mundo estaba lleno de injusticia y era inaceptable, como reacción a ello adopta la agresión y la transgresión de todas las normas. Ese hombre fue en México el espíritu malo y mi fascinación por él consiste en contemplar que representa el mal consciente del ser humano, el mal elegido, que basa su odio en el amor."
En tanto consigue los recursos y las facilidades para filmar ese guión, Zanussi aprovechará que la televisión europea prepara un documental de los cineastas vivos más relevantes del viejo continente en el que cada uno tendrá oportunidad de rodar una escena de su película soñada: ''Por supuesto, haré una de mi guión acerca de Maximiliano".
Krzysztof Zanussi estudió física en la Universidad de Varsovia, pero abandonó la carrera cuando se dio cuenta de que le interesaban más las personas; entonces se inscribió a clases de filosofía en la Universidad de Cracovia donde empezó su carrera como cineasta. En 1955 fue uno de los 40 fundadores de los primeros cineclubes polacos y escribía guiones. Habla con corrección ocho idiomas, entre ellos el español, a través del cual se enamoró de la obra de Luis Buñuel, en particular de las películas realizadas en México, confiesa.
Cuando se le pide mencionar a su director de cine favorito, no lo duda: Ingmar Bergman, a quien considera ''el primero que institucionalizó el cine de autor"; a Buñuel lo coloca en segundo lugar y a todos los ''maestros italianos" (Visconti, Fellini, Pasolini) en tercero. Entre sus paisanos, el primer nombre que pronuncia es el de Wajda, quien le entusiasma ''porque es totalmente opuesto al cine que hago" y, obviamente, Kieslowski, su ex asistente, un año menor que él y a quien considera ''mi hermano, el más cercano en espíritu, estética y filosofía a mi obra; tuvimos muchos idilios cinematográficos".
También recordó a su gran amigo Andrei Tarkovski (1932-1986) quien pasó las últimas semanas de su vida en la casa de Zanussi en París. ''Me gusta el cine de los franceses Truffaut y Erich Romer; no puedo dejar de hablar de lo que hace Woody Allen, pues me da esperanza de que en Estados Unidos se puede hacer cine inteligente."
Al respecto, explica que durante el régimen comunista el público polaco tuvo un acceso limitado al cine estadunidense. La ventaja es que se podía hacer una selección de la mejores películas no comerciales. Con la caída del comunismo, ''descubrimos que existe otro cine estadunidense, estúpido, banal, pero que divierte a público de gusto pobre. Durante algún tiempo ese cine pareció dominar, pero luego de cinco o siete años de esta fascinación por el cine banal, comercial, en Polonia el público joven ha empezado a regresar al cine serio donde se piensa y a la estética más refinada, tanto polaca como europea... pero es cierto que los espectadores un día quieren ver cine para divertirse y otro día algo más refinado, es parte de la naturaleza humana".
Encuentro con los jóvenes
La vida como una enfermedad... expresa, entre otras ideas, ''una vieja tradición ibérica, el humor negro", dice Zanussi. En esta historia se confrontan dos generaciones a través de un estudiante de medicina que aborrece los cadáveres y un médico viejo que bromea ante la cercanía de su muerte.
Comenta: ''Entre los jóvenes, como entre personas de otras edades, existe un porcentaje tanto de seres conformistas o precipitados o estúpidos. Es decir, aunque nuestra generación tiene más experiencia esencial y hemos vivido una vida dura, los jóvenes en la lucha por el éxito tienen también una vida dura porque ahora tienen libertad y eso es algo muy difícil, pues deben elegir y a nadie le gusta eso; significa que se acepta algo pero se rechaza otra cosa".
-En este sentido, Ƒcómo retroalimentan su cine las nuevas generaciones?
-Ahora encuentro a la mayoría de mis espectadores entre los jóvenes y es una experiencia agradable escucharlos decirme, 'esta es la primera película suya que veo', cuando he realizado casi 40 largometrajes. Es satisfactorio encontrar público totalmente nuevo y que se acerquen para hablar a pesar de las dificultades de idioma, o de mi imagen con corbata que no está muy a la moda.
-El comunismo y Karol Wojtyla son temas recurrentes del cine polaco.
-Personalmente, en dos oportunidades he abordado el tema del Papa. Hace 20 años realicé una película con dinero estadunidense sobre la biografía de Juan Pablo II y hace cuatro años escribí un guión basado en una obra teatral del Papa.
Respeto por la crítica
-Por estas películas, precisamente, algunos críticos lo definen como un ''cineasta católico".
-Eso no tiene sentido porque no hay escritores o pintores o directores "católicos", es decir, debe hablarse de la obra, de que ésta tiene un carácter católico o es aceptable para los católicos o expresa ideas paralelas a la doctrina religiosa.
''Pero un autor no puede definirse de esa manera porque entonces podrían llamarlo cristiano 'malo' o ateo 'bueno'. No obstante, aunque se equivoquen, el trabajo de calificar una obra les corresponde a los críticos, a los periodistas, y no tengo ningún derecho de rectificarlos. Sólo me corresponde continuar mi trabajo."
Durante su encuentro con el público, realizado ayer por la mañana, Zanussi dijo que su ''obligación social" como director de cine es viajar, ofrecer charlas y al hacer una película ''ofrecer una visión del mundo que pueda enriquecerlo".
Contó que, en 1991, cuando filmaba Lyuk y su amigo Kieslowski preparaba la cinta Rojo vivió algo singular: un hombre ebrio llamó a su casa para pedirle ayuda. Se trataba de un desempleado cuyo oficio antes de la caída del Muro había sido el de policía secreto.
''Me dijo: 'usted no me conoce, pero yo a usted lo conozco muy bien, pues he pasado muchos años leyendo sus cartas y escuchando sus conversaciones telefónicas. Por cierto, me gusta su letra, no es nada difícil de leer y tampoco habla demasiado por teléfono'. El hombre había tenido entre sus 'clientes' a 40 personas, entre ellos a Kieslowski y Wajda a quienes también quería conocer en persona. Me causó un shock esa llamada, pero comprendí aquello que me dijo: 'siento vacío el corazón, lleno del conocimiento de otros hombres'. Este tipo es personaje de Rojo y es el mismo de Lyuk, una víctima de la caída del Muro."