JUEVES Ť 19 Ť ABRIL Ť 2001

Ť El senador de EU, defensor de la hegemonía imperial y promotor de la violencia militar

Jesse Helms, halcón fanático y ultraconservador

Ť Apoyó los escuadrones de la muerte en El Salvador, la contra nicaragüense, la dictadura
de Augusto Pinochet y el apartheid sudafricano
Ť ''Extremista intratable'', lo definió el NYT

CARLOS FAZIO

Héroe ideológico de la nueva derecha cristiana, anticomunista fanático y dinosaurio de la política estadunidense, el senador Jesse Helms, firme promotor de la alternancia derechista en México, está de plácemes. El presidente Vicente Fox, su canciller Jorge Castañeda y un grupo de senadores panistas lo recibieron como al Mesías.

Helms (Carolina del Norte, 1921) integra el liderazgo de la llamada era Newt, que con su perfil ideológico ultraconservador permea la nueva clase política que controla el Congreso de Estados Unidos. Junto con Newt Gingrich, Bob Dole y Phil Gramm, el republicano Helms, reaganomics de pura cepa (la política de eliminación del gasto social del Estado benefactor y su sustitución por el Estado "niñera" que incrementó el proteccionismo y subsidió al gran capital estadunidense), ha sido uno de los más férreos defensores de la hegemonía imperial y del uso de la violencia militar contra las "fuerzas del mal".

Moralino de las fuerzas del bien

Hijo de un jefe de policía, Helms extrae su posición fundamentalista de la visión protestante de la Biblia. La disciplina que le inculcó su progenitor y la influencia de la Iglesia bautista forjaron en él la convicción moral-maniquea que impregna la "cruzada moral" de la derecha cristiana estadunidense. Basado en la creencia omnipresente del Dios que profesa como la única verdad posible, Helms sitúa las "fuerzas del bien" con la moralidad, la resistencia al cambio y la supremacía de la corriente cristiana sobre la liberal. Ahí se nutrió, durante la pasada Guerra Fría, su beligerancia sin cuartel contra el comunismo ateo. Con una cierta nostalgia, su xenofobia hacia los "morenitos" indocumentados del sur del río Bravo parece emanar del segregacionismo hacia los negros que mamó en su infancia.

Reputado como hombre de ley y orden, la influencia ideológica de la teología bíblica es en Helms praxis política. En su lista de temas "indeseables" y "pecaminosos" figuran el aborto, los derechos civiles, los homosexuales, la liberación de la mujer (su "masculinización", diría el pichón de Helms, herr Carlos Abascal), la igualdad racial, el arte no convencional y la pornografía. No obstante lo cual, ha hecho de la democracia y los derechos humanos sus divisas preferidas (los mismos ejes de la nueva "política exterior proactiva" del canciller Castañeda, su noble anfitrión).

Luego de la Segunda Guerra Mundial, donde participó como reclutador de la armada, el racismo temprano de Helms fue alimentado por el político ultraconservador Willis Smith, con quien colaboró a comienzos de los cincuenta. En 1953 regresó a Carolina del Norte como director ejecutivo de la Asociación de Banqueros del estado, y entrados los sesenta, ya como locutor de televisión, enderezó sus dardos contra el líder negro Martin Luther King, los periodistas liberales y los homosexuales.

Electo senador en 1973, abrazó de inmediato las causas más reaccionarias y participó en la renovación de lo que luego se convertiría en los ejes de la trilogía del "poder moral" de la era Reagan: la protección retórica del "libre mercado", la promoción del anticomunismo y la hegemonía militar de Estados Unidos. Desde entonces, "el satánico senador no" -por su habilidad para detener leyes, nombramientos y proyectos en el Congreso- es firme partidario de un sistema militar fuerte (fue uno de los impulsores de la guerra de las galaxias de Ronald Re helms-jesse-4 agan), lo que supone canalizar inversiones del Estado hacia el complejo militar industrial, para la investigación y la fabricación de armamento y tecnología bélica de punta.

Vinculado con los banqueros de Wall Street y los magnates de la industria tabacalera de su estado natal; populista y patriotero, que abrevó en la historia de los padres fundadores; poseedor de un espíritu intervencionista a ultranza y fiel creyente de la filosofía económica salvaje que va de F.A. Hayek a Margaret Thatcher, Helms ha sido comparado en círculos diplomáticos de la ONU con el líder derechista francés Le Pen y con el ruso Zhirinovsky por su aislacionismo y ultranacionalismo. Su formación intelectual -y la de sus correligionarios de la era Newt- fue solidificada por los think tanks de la derecha cavernaria, como la Heritage Foundation y la Olin Foundation, y su ideología reproducida, vulgarizada y convertida en políticas públicas por medio del Wall Street Journal y el Washington Times. A su amparo tomaron fuerza organizaciones derechistas beligerantes como el Club Congresional (que creó para allegarse fondos económicos), la Unión Conservadora Americana, The National Conservative Research (dedicado al estudio de armas) y el Grupo Pro Vida, en versión imperial.

Con su coartada de luchador en pro de "las buenas costumbres" -que busca preservar la herencia político-religiosa y la devota moralidad tradicional, así como el status supremo para las familias nativas y las jerarquías con base en raza y género- fue rígido opositor del movimiento de los derechos civiles y la integración racial. Arremetió contra los "derroches" y "subsidios" contenidos en los programas y políticas federales para educación, medio ambiente y comida en los colegios. Se opuso al derecho al aborto y ha mantenido su cruzada contra el homosexualismo.

Asimismo, fue un adversario radical de los programas sociales que en "el corrupto Estado benefactor liberal" -según lo describió su camarada de armas, Newt Gingrich- beneficiaban a los pobres, las minorías, los ancianos y los indocumentados.

Promotor de la derecha latinoamericana

Como legislador, sus vínculos con América Latina lo pintan solo.

Apoyó a los políticos y empresarios salvadoreños vinculados con los escuadrones de la muerte, en particular al dirigente de los paramilitares Roberto D'Abuisson, creador del partido oficial Arena y señalado como autor intelectual del asesinato de monseñor Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador. Bregó por los contras nicaragüenses de su "ahijado" el teniente coronel Oliver North, los famosos "luchadores de la libertad" armados, entrenados y financiados por Reagan y Bush padre, en su época de director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Alentó al genocida Efraín Ríos Montt, cuando el general desempolvó en Guatemala la política de "tierra arrasada" utilizada por el Pentágono en Vietnam. Tendió su "mano amiga" a la patota de la junta castrense argentina en el periodo de la "guerra sucia", y mantuvo una relación personal con el ex dictador boliviano Luis García Meza, el del cuartelazo de los cocadólares, como lo definió Gregorio Selser.

En 1977, Helms encabezó la oposición a los acuerdos Torrijos-Carter sobre el Canal de Panamá; recibió en Washington al canciller del dictador Augusto Pinochet y abogó públicamente por su régimen; defendió el apartheid en Sudáfrica y al gobierno de la minoría blanca de Rodesia y después, durante su primer mandato, comparó al presidente haitiano Jean-Bertrand Aristide con Adolfo Hitler, calificándolo de "psicópata" y "asesino", según un perfil psicológico filtrado por la CIA para obstaculizar la reinstalación del mandatario depuesto en Puerto Príncipe.

Se trata del mismo Helms que auspició las certificaciones a México en materia de narcotráfico y que apoyó medidas antinmigrantes como la operación Guardián, la Ley 187 y la militarización de la frontera. Y el que todos estos años ha venido abogando para que Cuba siga siendo un asunto doméstico de Estados Unidos, de la mano de la ley Helms-Burton, que reflejó la simbiosis entre el senador republicano y el influyente lobby de la Fundación Nacional Cubano Americana, de Jorge Mas Canosa (fallecido), que financió con cuantiosas sumas sus actividades obstruccionistas.

Negocios son negocios

Como presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Helms dirigió duros ataques contra la administración Clinton, a la que tachaba de "blandengue". Su falta de ética llevó al New York Times a editorializar que Helms -el "extremista intratable"- estaba fuera de control y que había pasado de ser "un problema escabroso" para el Partido Republicano a "un fenómeno de responsabilidad nacional" (todavía no se había descubierto el antídoto Castañeda). El dirigente del Senado, Robert Dole, intentó ponerle freno y declaró en privado que Helms empezaba a presentar "serios síntomas seniles". La revista Mother Jones dijo que "hasta su partido lo trata como un elefante enloquecido: poderoso, pero peligrosamente errático".

Pero el viejo Helms, próximo a cumplir los 80, no está loco y sabe bien lo que hace, lo que dice y, de hecho, cómo conseguirlo. Vino a México a refrendar sus habilidades y a cobrar antiguas facturas, de la época en que patrocinaba a los epítomes de la Liga Mundial Anticomunista, la de Raymundo Guerrero, hombre conspicuo de Los Tecos y promotor de homenajes a héroes latinoamericanos como Anastasio Somoza. Es el mismo Helms que como "padrino" del embajador en México, John Gavin, recibía en su despacho a algunos "adelantados" de los "bárbaros del norte" y del foxismo -entonces todavía panistas-, como Alfredo Corella, Alejandro Páez Aragón, Francisco Barrio Terrazas, Gustavo Elizondo y Ricardo Villa Escalera, el empresario poblano que le dijo a Carl Spitz Chanell, hombre de Oliver North en la operación Irangate: "Remember, mister: en México, la contra somos nosotros".

Eran los tiempos en que algunos dignatarios conservadores de la Iglesia católica mexicana y cuadros empresariales panistas partidarios del "sistema de libre mercado" recalaban por Washington, la Heritage Foundation y la Universidad de Georgetown, y hacían antesala para entrevistarse con los campeones de la democracia y los derechos humanos: don Jesse Helms, Pete Wilson, Alphonse D'Amato, John Kerry y Dennis de Concini. Los días en que Manuel Clouthier, con la asesoría de los agentes de la organización filipina Akapkka, lanzaba la consigna: "Filipinas, señores, Filipinas". El Helms de entonces es el mismo Helms que el lunes visitó a Fox, el discípulo de Clouthier, en Los Pinos. El que ayer se reunió con su ex contradictor Castañeda en Tlatelolco y que hoy visitará el Senado. No cambió. Hoy, que México es la "nueva Filipinas" recuperada para la democracia -ša Helms gracias!-, mister amigo, el padre de la alternancia, está contento. Vino por sus intereses. Business son business.