MIERCOLES Ť 18 Ť ABRIL Ť 2001
Ť El gobierno ruso intenta impedir que sus enemigos recompongan imperios mediáticos
La disputa sobre NTV, antesala de una guerra de medios entre el Kremlin y magnates
JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL/I
Moscu, 17 de abril. La supuesta disputa económica en torno al canal de televisión NTV adquiere rasgos políticos cada vez más pronunciados, colocando a Rusia en lo que parece ya la antesala de una guerra de medios entre el Kremlin y la alianza de los magnates Vladimir Gusinski y Boris Berezovsky, ambos en el exilio.
Este escenario no es inevitable y depende sólo de la capacidad del Kremlin para impedir que sus todavía poderosos enemigos, por ahora en desventaja por los efectos inmediatos de la aplanadora del Estado, recompongan en un todo los fragmentos de sus respectivos imperios mediáticos.
Por lo pronto, todo parece indicar que es ya mera formalidad que España niegue la extradición a Rusia de Gusinski, retenido en libertad condicional a la espera de dicha decisión, que de proceder habría significado un golpe demoledor a cualquier posibilidad de respuesta contra el presidente Vladimir Putin.
Consciente de que es cercana a cero la probabilidad de traer esposado a Gusinski, el Kremlin arremetió con nueva fuerza contra los medios impresos del magnate -este martes dejó de circular el periódico Segodnia y fueron despedidos la mayoría de los periodistas del semanario Itogui-, a la vez que la policía fiscal amenazó con fincar responsabilidades penales a los ejecutivos del canal TNT, que dio refugio a la parte del equipo expulsado de NTV, endilgándoles evasión fiscal por el equivalente de 60 mil pesos.
El cierre del periódico y del semanario estuvo precedido de un extraño incidente que aceleró la determinación del socio principal de Gusinski en medios impresos, el director general del consorcio Siete Días, Dmitri Biriukov, de deshacerse de ambos y literalmente de no jugar con fuego: un coctel molotov hizo impacto en su automóvil de lujo.
De acuerdo con sus directores, Segodnia e Itogui reaparecerán en breve con nuevos nombres y tal vez formatos y, si les ponen obstáculos insalvables a su registro, tratarán de consolidarse en Internet como ediciones digitales y, paralelamente, sacarán algunos materiales en Novie Izvestia, diario de Berezovsky.
Las autoridades también tienen la intención de ejercer acción penal contra Serguei Dorenko, conocido aquí como el más eficaz media killer, el conductor de not
iciarios preferido de Berezovsky, quien estaba apartado de la pantalla chica en espera de ser requeridos sus servicios. Se acusa a Dorenko de haber atropellado, en un parque, con su motocicleta a un oficial de la Marina rusa, después de que éste le habría llamado la atención por transitar en esa zona.
Según la policía, con alevosía e intenciones perversas, el periodista se dio vuelta en la moto y se lanzó contra la víctima, lo que podría significarle tres años de cárcel. La versión de Dorenko es diferente: al cruzársele en el camino un perro, derrapó su motocicleta y cayó sobre el infortunado que estaba a unos metros, causándole algunas heridas que no representan peligro para su vida.
A todo esto, el ambiente general en los medios es confuso y todos los días se producen renuncias y reconsideraciones. Mijail Ponomariov, director de noticias de TV-6, canal de Berezovsky, en el cual empezó a emitir desde esta noche sus noticiarios el equipo que salió de NTV, renunció tras cuestionar en una carta abierta al nuevo director general del canal, Evgueni Kisiliov, acusándolo de hipocresía al haber estado antes en contra de Berezovsky.
La crisis en el canal de la televisión del Estado, RTR, no pasó a mayores tras una conversación de Putin con Oleg Dobrodeiev, quien había renunciado en protesta por la toma de las instalaciones de NTV. Tras salir del despacho presidencial, Dobrodeiev lamentó públicamente "haberse precipitado" y volvió a asumir la dirección general del canal.
El problema de fondo es mucho más complejo que circunscribir el acoso al grupo de Gusinski sólo a un deseo de acallar la crítica por parte de Putin. Influye esto, pero no sólo. No menos importantes son los intereses económicos que están detrás del binomio Alfred Koj-Boris Jordan, encargados de dar la cara en la operación para tomar el control en NTV.
Las deudas a Gazprom, el monopolio estatal del gas y principal acreedor del canal, parecen sólo un pretexto, hábilmente utilizado por el grupo INTERROSS, del magnate Vladimir Potanin, en la sombra pero muy cercano al Kremlin. El estadunidense Jordan es un alto ejecutivo de la estructura mediática de Potanin, quien -a su vez- está muy ligado a Aleksandr Voloshin, actual jefe de la Oficina de la Presidencia, que cuenta los días para ser nombrado director general de Gazprom.
Este engranaje de personajes detrás del trono explica el desatino de sacar a un primer plano a Jordan, cuya reputación deja tanto que desear como la de Koj, antiguo lugarteniente de Anatoli Chubais, cabeza mayor del grupo de San Petersburgo, uno de los más influyentes en el entorno de Putin.
Sería injusto crear la impresión que Gusinski y su grupo son blancas palomas. Pero, así como su hostilidad al Kremlin obedece a intereses muy concretos, no siempre es infundada su dura crítica a la gestión de Putin. Esto hace más difícil la percepción de lo que está pasando ahora, enredo que se agrava por la franca animadversión entre Putin y Gusinski.