miercoles Ť 18 Ť abril Ť 2001
Carlos Martínez García
Unamita tenías que ser
Mira, Georgina, que eres inteligente y atrevida, porque eso de poner a leer a tus alumnas, de estimularlas a dialogar en grupo sobre las obras literarias que les asignaste en tiempos en que la tecnoburocracia gobernante privilegia recetas y manuales como única vía de aprendizaje, es una reivindicación libertaria que nos recuerda el lugar fundamental del libre examen de las ideas en el proceso educativo. Claro que tu osadía levantó la indignación del secretario del Trabajo, Carlos Abascal, porque una de tus alumnas, su hija, tuvo acceso a la novela Aura, de Carlos Fuentes, y a Doce cuentos peregrinos, de Gabriel García Márquez. Todo porque tuviste la áurea y peregrina idea de pedir que tus estudiantes leyeran estos libros.
La única explicación que encuentro para que no siguieras al pie de la letra el programa de Literatura para tercero de secundaria de la Secretaría de Educación Pública (se te ocurrió enriquecerlo con bibliografía adicional) es que tienes la formación un tanto anarquista y cuestionadora que se da en la UNAM, estás por concluir tus estudios de Literatura en la Facultad de Filosofía y Letras. Sí, unamita te-nías que ser para ir contra corriente de lo establecido, para creer que dándole a las estudiantes literatura, como la que recomendaste, es suficiente para despertar sueños que contravienen el pragmatismo que amenaza con asfixiarnos a todos y a todas. El Instituto Félix de Jesús Rougier es sólo para mujeres y está dirigido por monjas, es privado y si al mismo asiste la hija del empresario Carlos Abascal el costo de sus colegiaturas únicamente puede cubrirlo un muy reducido grupo de personas. En una escuela así decidiste poner en práctica un ejercicio simple, pero de efectos culturales enormes; en clase pusiste a leer en voz alta a tus alumnas y ellas descubrieron el gozo de escuchar en grupo ejemplos de belleza narrativa. Te rehusaste a realizar el terrible dictado y la consecuente memorización de párrafos que, me imagino, las alumnas tienen que repetir con desgano en otras clases.
Tu pequeño y gran acto subversivo le pareció reprobable a Carlos Abascal y por eso le escribió una carta a la madre directora, María de Lourdes González Dorría, en la que advertía acerca de las inconvenientes lecturas que dabas a tus alumnas. A su misiva le anexó el libro de Carlos Fuentes y resaltó con plumón fosforescente un párrafo que le pareció incompatible con la "filosofía en valores éticos" que se debiera impartir en el instituto. El segmento reprobado por el secretario del Trabajo hace un símil entre Cristo en la cruz y Aura crucificada en el acto amoroso por Felipe. La sección resaltada, según le dices a Renato Ravelo en La Jornada de anteayer, no fue lo que más llamó la atención de las estudiantes. ƑSi de todo el libro de Fuentes fue la metáfora de la crucifixión erótica lo que levantó la indignación del funcionario, no crees que sería oportuno hacerle una prueba con otras lecturas para ver si sólo aísla y sobrevalora lo que tiene que ver con la sexualidad? Si es así, Ƒa qué conclusión piensas que podríamos llegar? En la mancha de tinta uno ve los ángeles o los demonios que lleva dentro.
A tus 23 años, María Georgina, has puesto en evidencia tanto al secretario como a las autoridades del plantel secundario en el que cometiste la hazaña de interesar en la lectura a la mayoría de tus alumnas. Pusiste en una situación incómoda a Carlos Abascal porque no te dejaste intimidar mediante su carta; como ciudadana de una sociedad que ensancha sus espacios democráticos elegiste el camino de dar la lid por tus derechos, en lugar de irte a tu casa temerosa del personaje que reprobó tu libertad de cátedra. Balconeaste a la religiosa directora del instituto y a la responsable técnica, Elizabeth Suchowitzki Stadelman, por partida doble. Una porque de manera poco cristiana, orientación educativa que supuestamente ostenta el instituto, te levantaron actas administrativas leguleyas a posteriori de la inconformidad de Carlos Abascal. Esto con el fin de hacerte aparecer como una docente incompetente y agresiva con tus estudiantes, y así evadir el hecho central de su molestia contigo: abrirle a las alumnas horizontes que las autoridades de esa escuela consideran vedados para las adolescentes que asisten al instituto. Además, en una de las actas administrativas, que firmaste bajo amenazas, ni siquiera escribieron bien los títulos de los libros estigmatizados. No supieron que el apellido del autor de Metamorfosis es Kafka, y no Kafra, y que Fausto es de Goethe, cuando ellas dicen Goeth. ƑFue error de tecla o ignorancia?
Por lo pronto, estimada Georgina, te prevengo de la furia que puedes desatar si a tus alumnas les dejas una obra muy antigua que en una de sus partes incluye una hermosa confesión de amor. En este poema la mujer le canta a su pareja: "Cual manzano entre los árboles del bosque es mi amado entre los hombres. Me encanta sentarme a su sombra; dulce a mi paladar es su fruto. Me llevó a la sala del banquete, y sobre mí enarboló su bandera de amor... Mi amado es mío, y yo soy suya; él apacienta su rebaño entre azucenas". A su vez el extasiado varón responde: "Cuán bella eres, amor mío, šcuán encantadora en tus delicias! Tu talle se asemeja al talle de la palmera, y tus pechos a sus racimos. Me dije: Me treparé a la palmera; de sus racimos me adueñaré. šSean tus pechos como racimos de uvas, tu aliento cual fragancia de manzanas y como el buen vino tu boca!". Se trata de El Cantar de los cantares, de Salomón, que, como bien sabes, forma parte de la Biblia.