miercoles Ť 18 Ť abril Ť 2001

José Steinsleger

Playa Girón

rimero de enero de 1961. La Revolución cubana proclama el Año de la Educación y cien mil jóvenes alfabetizadores se dispersan por los campos y montañas de la isla. En las cartillas de alfabetización, algunos jóvenes llevan el poema "Elogio de un poeta a su isla antillana" (1949), de Ernesto Víctor Matute:

ƑCuánto vale tu isla? Pues mira

para los que nacimos en ella

casi no vale nada...

...Traigo mi Isla debajo del brazo

y a nadie se la entrego

šQuién ha visto que un hombre con

[orgullo

quiera vender un cocodrilo verde!

Simultáneamente, ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Cuba denuncia que el gobierno del presidente Dwight Eisenhower prepara un ataque armado contra el país. Doce días antes de la entrada de John Kennedy en la Casa Blanca, el gobierno estadunidense había roto sus relaciones diplomáticas con Cuba y ordenado la suspensión de todas las exportaciones a la isla.

El 8 de enero, un editorial del New York Times asevera: "... la paciencia de los Estados Unidos se ha colmado debido a la propaganda ofensiva de La Habana que acusa a Estados Unidos de preparar una 'inminente invasión' a Cuba".

Los mercenarios se proponen crear en Cuba un gobierno provisional con el propósito de solicitar la intervención de la Organización de Estados Americanos (OEA). Allen Dulles, jefe de la CIA de la época, reconoció años después que la acción encubierta consistía en "... provocar la sustitución del régimen de Castro por otro más dedicado a satisfacer los verdaderos intereses del pueblo cubano... de tal manera que se evite que aparezca la intervención de los Estados Unidos".

Compuesta de cinco barcos y mil 200 hombres entrenados en Guatemala, la expedición parte el 14 de abril de Puerto Cabezas, Nicaragua. El sátrapa nicaragüense Luis Somoza despide a los invasores: "Tráiganme un par de cabellos de la barba de Castro".

El sábado 15 de abril, dos bombardeos B-26 de la aviación de Estados Unidos, que la CIA repintó para hacerlos pasar como aviones cubanos, bombardean y disparan sobre Ciudad Libertad, antiguo campamento conocido como Columbia, convertido en escuela por la revolución.

Mueren siete personas. 52 resultan heridas. Junto a una puerta de las instalaciones defendidas, alcanzado por la metralla, el joven artillero Eduardo García Delgado escribe con su sangre "Fidel" y muere. La fotografía del joven y el poema de Nicolás Guillén dan la vuelta al mundo:

Cuando con sangre escribe

Fidel este soldado que por la Patria

[muere

no digáis miserere:

esa sangre es el símbolo de la Patria

[que vive.

El 16 de abril, en el entierro de las víctimas de la incursión aérea, Fidel proclama el carácter socialista de la revolución frente a un bosque de fusiles.

El pueblo entierra a sus héroes y con esos mismos fusiles se dirige a Playa Girón. El Che se hace cargo del Ejército de Occidente, Raúl Castro se pone al frente del Ejército Oriental y Juan Almeida encabeza el Ejército Central.

La derrota de la invasión toma 72 horas. Las milicias capturan mil 179 prisioneros que en lugar de ser fusilados son cambiados por medicinas y compotas para niños por un valor de 62 millones de dólares. El presidente Kennedy admite su responsabilidad en la invasión de Bahía de Cochinos. Sin embargo, basándose en la "ley de Comercio con el enemigo" y la "ley de Poderes Especiales en Casos de Emergencia", Kennedy firma el 25 de abril el decreto de ley que ordena el embargo total sobre Cuba.

Tras la derrota, Washington exige a los gobiernos latinoamericanos que rompan sus relaciones diplomáticas con Cuba. Todos cumplen la orden. Salvo México, que salva el orgullo latinoamericano.

En un artículo publicado el 8 de abril pasado en El País, el ex asesor de Kennedy, Arthur Schlesinger, escribió: "En los extensos anales de la política exterior de Estados Unidos, no hay ningún fiasco más completo, ningún fracaso más total que el intento de la CIA de invadir a Cuba por la Bahía de Cochinos...".

Schlesinger asegura que los jóvenes de ambas orillas (Florida y Cuba) "... están libres, en gran medida, de los odios de la generación anterior". Odios que paradójicamente, y sin ser cubanos, fomentan quienes hablan de "tolerancia" y "libertad", negando la conciencia y capacidad de consecuencia de un pueblo, valores que nada les dice a causa de, posiblemente, su propia inconsecuencia.