MIERCOLES Ť 18 Ť ABRIL Ť 2001
Ť Por la vía epistolar, la cancillería conoció el punto de vista de los grupos opositores
La consulta con disidentes cubanos endureció la postura de México ante el régimen castrista
Ť Fuentes diplomáticas revelan cómo se definio la posición ante el tema de los derechos humanos
BLANCHE PETRICH
En febrero, la cancillería mexicana solicitó al gobierno de Cuba autorización para reunirse, en territorio cubano, con representantes de la disidencia y de las proscritas organizaciones de derechos humanos. Las autoridades de la isla no respondieron con una negativa, pero dejaron ver, con claridad, que ese acercamiento no sería "bien visto".
La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) optó, entonces, por dar un rodeo. Diplomáticos que participaron en esa gestión señalan que la intención fue evitar "violentar" las reglas no escritas de la delicada relación diplomática entre los dos países, como lo hiciera en 1999 la ex canciller Rosario Green, quien aprovechando su presencia en la capital cubana para asistir a la Cumbre Iberoamericana, y sin previo aviso al gobierno cubano, citó en la sede de la embajada mexicana en La Habana a diversos representantes de organizaciones opositoras. Los enviados del gobierno de México suprimieron cualquier tipo de contacto con estos grupos en el viaje realizado a la isla en esa ocasión.
Pero se decidieron entonces por una solución epistolar. El "esfuerzo indirecto por obtener información de otras voces de la sociedad cubana", al que se refiere la embajadora Acosta en su discurso de anoche ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, consistió en el envío de un cuestionario a una larga lista de grupos y ciudadanos cubanos considerados como disidentes dentro de la isla, interrogándolos sobre las condiciones de los derechos humanos y políticos en el país. Afanosa de parecer plural a los ojos de los sectores que en México exigían un voto de castigo al gobierno de Fidel Castro, la embajadora especial incluyó entre sus consultas a representantes de la Fundación Nacional Cubano Americana de Miami.
Con el acopio de información basada en las respuestas a estos cuestionarios, Acosta elaboró un documento de diagnóstico que sirvió, al final, para fundamentar la posición mexicana en el foro de Ginebra.
El resultado, plasmado en la explicación del voto de abstención de México en la resolución sobre Cuba constituye un planteamiento más duro y crítico contra el gobierno cubano que el documento de explicación del voto que, un año atrás, presentó el gobierno de Ernesto Zedillo ante una abstención similar.
En esa ocasión, 18 de abril de 2000, el delegado mexicano ante los organismos internacionales de Ginebra argumentó la convicción del gobierno mexicano de que "cualquier país que forme parte de la ONU está obligado a honrar sin cortapisas los derechos humanos de sus ciudadanos, incluyendo los que confieren libertades políticas esenciales como el derecho a expresarse sin restricciones y disfrutar de una prensa libre; el derecho a participar libremente en partidos políticos; el derecho a seleccionar a los gobernantes mediante elecciones periódicas, con reglas justas, transparentes y voto secreto, y el derecho a disentir de quienes ostentan el poder político sin temor a represalias de ninguna especie".
Pero en el párrafo siguiente México equilibra la inequívoca alusión a la situación interna en Cuba con una nítida crítica al bloqueo impuesto desde Estados Unidos. Asegura que el propósito de que en el siglo XXI la comunidad latinoamericana y caribeña estén compuestas, "sin excepciones, por naciones soberanas, democráticas e incuestionablemente respetuosas de los derechos humanos", no podrá ser alcanzado mediante presiones externas de condena, aplicación extraterritorial de leyes estrictamente nacionales, ni mucho menos por medio de embargos y bloqueos comerciales.
Agrega: "las medidas externas unilaterales, arbitrarias y aislacionistas no facilitan el desarrollo político de ningún país. En realidad, alejan más la posibilidad de apertura democrática".
En el texto de explicación del nuevo gobierno el deslinde con las políticas de bloqueo y presiones quedan reducidas a una breve expresión que señala la moción de condena a Cuba como "selectiva, sesgada, politizada y de doble rasero", y que no toma en cuenta "un entorno que ha conducido al aislamiento del país". Nada más. El resto del documento alude, lo mismo que la iniciativa checa y suscrita en primer lugar por Estados Unidos, a la situación interna de Cuba.