Ť Sólo hay seis estaciones de abastecimiento; se requieren al menos 100
Práctica peligrosa, el suministro de gas a micros
Ť Más de la mitad circula con un cilindro casero todo el día; "es más barato", aducen
CAROLINA GOMEZ MENA /I
Pese a que en el Distrito Federal cerca de 50 por ciento del transporte público concesionado --es decir unos 20 mil vehículos--utilizan gas LP como combustible, y que para cubrir la demanda se requieren unas 100 estaciones de servicio, en la capital sólo existen seis abastecedoras del carburante.
Ello ha provocado que "la carga clandestina se haya generalizado entre los microbuseros". Por ello, una vez concluidos los días de asueto, se presentará a Andrés Manuel López Obrador, jefe del gobierno capitalino, una propuesta integral que ponga fin a esta "peligrosa práctica", permita capacitar a los operadores de las unidades y establecer la supervisión periódica de las instalaciones de los peseros, informó Enrique Puebla, ex presidente de la Liga Metropolitana de Transporte y actual coordinador nacional del Transbarzón.
Cabe recordar que desde 1992, por mandato del Gobierno del Distrito Federal, se exhortó a los microbuseros a convertir sus unidades a gas LP para abatir los altos niveles de contaminación que había en esa época en la capital y que en ocasiones provocó que se llegara a 400 puntos de lImeca; sin embargo, la autoridad "olvidó un pequeño detalle: la instalación de abastecedoras del combustible", situación que prevalece hasta la actualidad.
A casi 10 años de ello y debido a que la utilización de este combustible, en lugar de gasolina, a los microbuseros les representa un ahorro de 60 por ciento, y a que contaminan 70 por ciento menos --según estudios de la UAM--, cada año se suman al parque vehicular concesionado más unidades convertidas a gas. Tendencia que tiende a incrementarse, debido a que "con la última baja del gas (ahora cuesta 3.05 pesos el litro; antes 3.60) más compañeros están interesados en hacer la conversión".
Explicó que las tres son extremadamente peligrosas, pues incrementan de manera notable la posibilidad de una explosión. Detalló que en la primera modalidad, los operadores conectan sus unidades con una manguera "común de riego" a los tanques estacionarios de sus casas. La tarea se lleva a cabo en casi tres horas, tiempo en que un tanque de 200 litros del vehículo queda lleno y listo para una jornada de trabajo.
Puesto que esta carga se lleva a cabo cada noche y sin ninguna supervisión ni medida de seguridad --según indicó Juan Ramos Alonso, chofer de la ruta 3, que corre de Chapultepec a Aeropuerto, entre otros ramales--, las posibilidades de "explotar" por algún descuido son quizás 100 por ciento superiores a si la unidad cargara combustible en una estación destinada para ello.
Respecto al tipo de carga con pipa, Puebla precisó que los microbuseros recurren en las madrugadas a las pipas que llenan los tanques estacionarios de las casas de particulares y centros comerciales, e incluso comentó que existen lugares fijos en los que éstas, "sin autorización", suministran el combustible. Tal es el caso de un lugar colindante al rastro de Ferrería, en el que improvisadas pipas inyectan el combustible a los peseros en un pequeño local sin ventilación ni medidas, así como "junto a una fábrica de pólvora en Santa Fe, donde hay un centro clandestino que vende el gas" .
Esta acción --advirtió Puebla-- es sumamente riesgosa, pues una vez que se termina de llenar el tanque del vehículo y se retira la manguera, se produce el "desfogue" (se regresa parte del gas que penetró al final de la faena), el cual "puede encenderse ante cualquier chispa o electricidad proveniente del motor del microbús".
La tercera opción, y la más utilizada por los choferes (en un breve sondeo de cincuenta consultados, la mitad admitió emplear esta modalidad en repetidas ocasiones) es la de cargar sus unidades con gas de cilindro, al cual "ordeñan" con una manguera que conectan al pesero. Esta artesanal práctica es la de "urgencia", ya que aunque sólo alcanza para cubrir la décima parte de la capacidad del tanque del vehículo, al menos no "nos deja parados en cualquier parte y no tenemos que recurrir a una grúa".
Ramos Alonso manifestó que aunque es "irresponsable" realizar el recorrido portando un cilindro durante todo el día, pues cualquier tipo de combustión puede originar una explosión en la unidad; no tienen otra opción, ya que la grúa que los traslada a cualquiera de los seis centros de abastecimiento "nos cobra 500 pesos"; es decir, el equivalente a las ganancias de una jornada de trabajo y "no los vamos a pagar", comentó.
Agregó que el riesgo de accidentes en las actuales condiciones se multiplica aún más, pues aunque 20 mil son los vehículos convertidos a gas en la capital --es decir que portan placas del DF--, a ellos se debe sumar parte del transporte público concesionado del estado de México, donde 70 por ciento también utiliza el gas. Esto debido a que muchas de estas rutas penetran en la capital. A causa de ello "se calcula que circulan en la capital, entre taxis y peseros, casi 150 mil vehículos a gas, los cuales deben abastecerse de alguna forma del carburante por lo menos una vez al día.