DOMINGO Ť 15 Ť ABRIL Ť 2001
Ť Norberto Rivera
La Iglesia, luz que ilumina nuestro mundo de tinieblas
JOSE ANTONIO ROMAN
La Iglesia católica en México tiene que ser luz que ilumine nuestro mundo tan lleno de tinieblas y sombras de muerte, afirmó anoche el arzobispo primado de México, cardenal Norberto Rivera Carrera, en la celebración de la Vigilia Pascual.
Ante cientos de feligreses que se reunieron en la Catedral Metropolitana, el prelado dijo que ante la envidia, el egoísmo, la irresponsabilidad, la falta de solidaridad y otras formas de pecado que causan la muerte en la persona y en la sociedad, precisamente por ir en contra de la dignidad humana, Dios ha ofrecido a la humanidad la solución definitiva: su hijo Jesucristo.
"No cerremos nuestros corazones a la novedad de vida y comprobaremos que nuestro mundo cambiará", afirmó el prelado en la celebración por la resurrección de Jesús, acto central para el cristianismo.
En su homilía, el cardenal Rivera aclaró que si Cristo no hubiera resucitado, vana sería la fe. La resurrección es la respuesta amorosa de Dios a la obediencia de Cristo. La certeza de este acontecimiento histórico para la Iglesia es la que infunde a los cristianos el ánimo para andar horizontes de este nuevo milenio. "Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo; eso fue lo que nos dijo Jesucristo".
No obstante, aclaró que sólo la fe puede permitirnos tocar el rostro del resucitado y hacernos capaces de ser testigos de su resurrección. "Muchas personas hace 2000 mil años le vieron y trataron y sin embargo no le conocieron. El (Jesucristo) solamente se deja conocer a los limpios de corazón, a los que se enamoran de la sencillez de su palabra y corren el riesgo de hacerla propia".
En la misa nocturna, el cardenal agregó que si hemos de marcar este nuevo milenio con el signo de Jesús, antes tenemos que contemplar su rostro en los trazos de las escrituras.
Y, al citar a San Jerónimo, mencionó que ignorar las escrituras es ignorar a Cristo mismo.
Durante la celebración religiosa, la cual inició a las 22 horas y concluyó casi a medianoche, se oró por el papa Juan Pablo II y los obispos, para que anuncien y prediquen sin temor la buena nueva del Evangelio a todos los hombres, y para que todos los bautizados sean capaces también de dar testimonio de auténticos cristianos en todos los momentos de su vida.
En el ritual que simboliza la resurrección de Jesús, el cardenal encabezó la procesión por los pasillos de la Catedral con las luces apagadas, para luego encender el cirio pascual, de donde el resto de los feligreses encienden sus pequeñas velas, dando luz al camino. Hay que recordar que el cirio se encenderá durante todo el año en las celebraciones de bautismo, para indicar que el bautizado está iluminado por Cristo, y también en las misas de difuntos para recordar que para ellos brilla la luz eterna.
Rivera Carrera señaló que esa noche, la del Sábado Santo, es cuando al hombre invade una gran esperanza y experimenta el gran amor que Dios tiene a la humanidad, hasta tal punto que nos envió a su hijo como víctima por nuestros pecados y a él, a quien mataron en la cruz, Dios lo resucitó al tercer día.
A partir de ahora, y durante todo el tiempo pascual, que dura 50 días, los ornamentos que utilizarán los sacerdotes y religiosos serán blancos.