DOMINGO Ť 15 Ť ABRIL Ť 2001

Ť El triunfo lo sorprendió y no sabe qué papel debe jugar como partido en el poder

El PAN, entre agravios y desencuentros con Fox

Ť La designación del gabinete exacerbó los ánimos de los viejos militantes

GEORGINA SALDIERNA / I

Desorientado, confundido y cargando a cuestas una serie de agravios y desencuentros con el primer presidente salido de sus filas, el PAN camina sin saber cómo ser partido en el gobierno. Su único referente es el PRI, pero si algo tiene claro en medio de este embrollo es que no quiere parecerse al tricolor, y mucho menos llegar a la sumisión que el priísmo practicó.

Sorprendidos porque no esperaban el triunfo de Fox, los panistas de larga tradición se preguntan ¿hasta qué punto debe haber distancia? ¿Hasta qué grado hay que apoyar los programas y los planteamientos presidenciales? ¿Cómo ser un partido en el gobierno sin que esto signifique el sometimiento a la figura presidencial? ¿Cuál debe ser el principio rector de las acciones que tome el partido: el pragmatismo de otros años o el interés de la nación del que hablan los documentos básicos de Acción Nacional? ¿Cómo apoyar a un presidente que nunca fue del equipo y del que muchos deseaban su fracaso? ¿Cómo respaldar a un mandatario que impuso su candidatura y, después, hizo a un lado al partido?

En corrillos y en las conversaciones "en corto" con los representantes de los medios de comunicación plantean sus dudas y cuestionamientos, aunque en público consideran que la cuestión no es tan compleja como puede parecer. Lo que sucede es que el PAN todavía no sabe vivir con presidente y sigue pensando desde la oposición, pero una vez que se acostumbre, las cosas van a cambiar, afirman connotados panistas, quienes tratan de minimizar la confusión que se vive en las filas del blanquiazul y reducirla a intrigas y especulaciones malintencionadas de los enemigos políticos.

Para definir el papel que debe jugar Acción Nacional como partido en el poder cuentan con las enseñanzas de los fundadores del blanquiazul, quienes hablaron de lo que no debe ser el PAN, pero poco elaboraron sobre lo que sí debería ser en caso de llegar a la Presidencia.
Fox -gabinete-seguridad
El legado de Gómez Morín

Hace 52 años, Manuel Gómez Morín ya señalaba: "un partido tiene el derecho de llevar sus programas y sus hombres al gobierno, pero ese mismo gobierno, en el momento de llegar a serlo, deja de ser el partido para ser la representación de la nación, y no tiene derecho de utilizar los recursos del poder, que son de aquella, para el sostenimiento del instituto político; ni tiene derecho de utilizar la estructura jurídica y administrativa para coaccionar voluntades en pro del partido.

Efraín González Luna diría: "Cualesquiera que sean las circunstancias, es deber fundamental del jefe de Estado el serlo positivamente y no representar ni servir a un partido, a una camarilla, aun cuando le deba el acceso al poder".

Adolfo Christlieb Ibarrola también hablaría sobre el tema, al puntualizar que: "el gobierno y el partido en el poder no deben identificarse".

Ya en el análisis de las causas que han provocado la desorientación interna, los blanquiazules aceptan que el triunfo les cayó de sorpresa y que no estaban preparados para llegar a la Presidencia. A ello se le suman los agravios y los desencuentros entre el Ejecutivo y el panismo tradicional.

La discusión sobre cómo debe actuar el PAN ya como partido en el gobierno, empezó con un disgusto el 17 de julio del año pasado, cuando al anunciar el equipo de transición, Vicente Fox Quesada demostró que cumpliría sus declaraciones.

No gobernaría para el PAN, advirtió...Y eso lo entendieron los panistas, pero lo que irritó en la filas del blanquiazul fue que no los considerara entre sus colaboradores.

Ya en la designación del gabinete, los mejores puestos, los decisivos, fueron para empresarios, priístas y, por supuesto, "los amigos de Fox".

El debate se agudizó entonces. Y es que de las 18 secretarías de Estado, sólo tres quedaron en manos de militantes del PAN. La Secretaría de la Contraloría la ocupó Francisco Barrio, ex gobernador de Chihuahua y uno de los exponentes de lo que en los 90 se conoció como el neopanismo; la de Gobernación quedó en poder de Santiago Creel, un panista de reciente ingreso que por su corta trayectoria ni siquiera pudo ingresar al Consejo Nacional blanquiazul, y la de Desarrollo Social fue ocupada por Josefina Vázquez Mota, una militante de mediana importancia.

En las coordinaciones presidenciales (el llamado grupo Pinos) se repitió el fenómeno al sólo llegar tres panistas: Rodolfo Elizondo, en la coordinación para la alianza presidencial; Ramón Muñoz, en la oficina de la Presidencia para la innovación gubernamental, y Martha Sahagún, quien se desempeña como vocera presidencial. De ellos, únicamente Elizondo tiene una larga tradición como militante del albiazul, pues los otros dos más bien están identificados como gente del círculo cercano al jefe del Ejecutivo.

La cuota fue ínfima. Fox no sólo no gobierna para el PAN, sino tampoco con el partido... empezaron las quejas.

En estas circunstancias, el choque era inevitable, y a las primeras de cambio se dio. En diciembre, en la discusión del paquete presupuestario para el 2001, Fox y su equipo negociaron con PRD y PRI la reasignación del presupuesto. Sin consultar a los panistas, el secretario de Hacienda y Crédito Público, Francisco Gil Díaz, anunció la posibilidad de reasignar 17 mil millones de pesos, cuando minutos antes el PAN defendía a capa y espada que no era posible ningún cambio.

La falta de información hacia su bancada provocó que el coordinador de Acción Nacional en la Cámara de Diputados, Felipe Calderón, reclamara airado al funcionario de Hacienda la falta de comunicación y de respeto al panismo. "Esto no sucedía ni en los peores momentos del PRI", reclamó. Al final, el equipo de Fox tuvo que dialogar con los legisladores de su partido y, de esa manera, sacar el presupuesto del 2001.

Sin embargo, las diferencias producto de los agravios y la confusión en este nuevo camino de ser partido en el gobierno continuaron, hasta alcanzar su punto más álgido durante el debate que se registró sobre la aprobación de la iniciativa de la Cocopa y la presencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en la tribuna del Congreso.

Como en el pasado lo hiciera, el PAN cuestionó la viabilidad de la iniciativa de la Cocopa sobre derechos y cultura indígenas, en especial el tema de autonomía, y se opuso a que los zapatistas hablaran en tribuna; en contrapartida, Fox pidió a los legisladores que escucharan sus planteamientos y analizaran la propuesta.

Encabezados por el líder de la bancada albiazul en el Senado de la República, Diego Fernández de Cevallos, los panistas se negaron a cambiar de postura. En el intercambio de dimes y diretes, el secretario de Gobernación y el coordinador de la alianza, Santiago Creel y Rodolfo Elizondo, respectivamente, fueron los más aguerridos. "El PAN es un partido conservador que no entiende los nuevos tiempos", diría Elizondo. "Son cortos de visión quienes rechazan la ley Cocopa", declararía Creel. 

A estos señalamientos se sumaron los del subcomandante Marcos, quien se refirió al PAN como uno de los responsables de que no pudiera darse el diálogo en el Congreso. Con ello evidenció que Acción Nacional estaba en una parte y el equipo de Fox en otra.

Prueba de que el PAN no ha podido definir cuál debe ser su papel como partido en el poder, fueron también las declaraciones que hiciera Fernández de Cevallos, quien acusó a Fox de ser el principal promotor y publicista de Marcos. Los planteamientos del senador y ex candidato presidencial del blanquiazul le valieron los aplausos de la asamblea nacional panista que se realizó en Guadalajara, y que le tributaron en el preciso momento en que el Ejecutivo salía del lugar donde se efectuó el cónclave albiazul.

Luego de las visibles diferencias y del fracaso que sufrió el PAN en el debate sobre los zapatistas, los pocos panistas que se encuentran en el gobierno evaluaron que su partido sufriría un alto costo si seguía en la idea de confrontar al Presidente.

Sabedores de ello, los dirigentes del blanquiazul decidieron incrementar la comunicación con Fox para lograr consensos en temas subsecuentes. Uno de ellos, el de la reforma fiscal, en donde a pesar de los esfuerzos de la directiva por lograr el apoyo de los legisladores a la iniciativa, ya empezaron a surgir aquellos que se muestran en contra y que no están dispuestos a pagar el costo político que implicará la aprobación del IVA en alimentos, medicinas, transporte, libros y prestaciones.

Quizá la frase que mejor ilustra esta desorientación sea aquella del jefe Diego en la que atribuye la confusión a que el PAN aún no está acostumbrado a tener presidente, como el PRI a no tenerlo.