VIERNES Ť 13 Ť ABRIL Ť 2001
MELON
Luis Angel Silva
Semana Santa en Veracruz
PLATICAR CON JULIO del Razo es llenarse de conocimientos, no sólo en cuanto a la historia del son cubano. También es evocar un Veracruz al que el progreso ha aniquilado paulatinamente y sólo han quedado recuerdos que se diluyen en la taza de café.
HAY UN NUMERO del repertorio de Los Pregoneros del Recuerdo que habla de un personaje llamado Pámpano y un salón de baile que tuvo por nombre Cubanacán, ubicado en la esquina de 5 de mayo y Hernán Cortés, allá por los años treinta, donde, según la letra de dicho número, se bailaba muy buena rumba.
EN LO QUE a mí respecta, la calle de 5 de mayo me recuerda los carnavales que pasé en el puerto siendo miembro de la orquesta de Chucho Rodríguez, cuando en cada esquina una danzonera le ponía sabor al caldo y se podía bailar casi hasta que saliera el sol. Esa época me caló hondo porque me divertí como enano.
YA EN LA época de Lobo y Melón con su grupo nos tocó gozar los últimos en que esa calle era parada obligada hasta que algunos "buenos vecinos" hicieron campaña para matar esa tradición. Otra parada obligada en carnaval fue el Rincón Brujo donde el jícamo lo ponía el son Veracruz de Valeque. En frente del lugar se podían comer unos tacos riquísimos que un quinqué calentaba las tortillas para más tarde "bajarlos" con un "1930" con Zaraza.
DESGRACIADAMENTE, NO RECUERDO el nombre del taquero, pero aún me saboreo ya que tenía sazón en tití. En aquel tiempo las cervecerías competían proporcionando las orquestas y en algunas ocasiones espectáculos conformados por elencos que muy pocas veces las caravanas de don Guillermo Vallejo podían igualar.
LA ENTRADA ERA gratis y la única condición era beber la cerveza de la compañía patrocinadora del espectáculo. Pero se podía llevar el chupe preferido y comprar refrescos que se vendían en el lugar.
EN 1960 LA cervecería Corona en la plazuela de la Aduana presentó a Toña La Negra, acompañada por Chucho Zarzoza, La Sonora Matancera con las "mulatas de fuego", Celia Cruz, Bill Halley y sus Cometas, así como a Lobo y Melón con su grupo.
APROVECHARÉ LA OPORTUNIDAD para decir una vez más que no fuimos un dueto sino un sexteto. Quiero decirle, amable lector, que el que entraba tenía que ir preparado porque si salía para regresar duraba un ratote, ya que únicamente se podía bailar raspando la hebilla, puesto que no había espacio para más por la cantidad de público.
DURANTE VARIOS AÑOS la Corona nos contrató para actuar en carnaval y Semana Santa. Los de la Semana Mayor se celebraban en el playón de Hornos donde ahora está el acuario que, según el licenciado Vázquez Figueroa, parece la oficina de migración de McAllen, Texas.
DE ACUERDO CON Mario Goudinoff (rip), ejecutivo de la Corona, una noche entraron más de 60 mil personas. En esa ocasión recuperaron la inversión de los honorarios de todas las orquestas en las cuatro noches que duraban los contratos. Este servidor de usted se la pasó en las rocas que rodeaban el lugar en mis momentos de descanso durante el baile. Pues, era imposible salir de ahí.
SOLO QUE GRACIAS a la Pichorra, Pápalo y, en especial, a Molinero, que nos surtían de lo necesario para hacer más amena la espera antes de subir a la tarima, ésta se hacía un suspiro ya que bebida y comida nunca faltaron para gozarla en grande.
NO SÉ A qué "sabelotodo" se le ocurrió negarle a las cervecerías la organización de los espectáculos. Tanto carnaval como Semana Santa en mi opinión perdieron calidad y por supuesto atractivo.
ESCRIBIENDO ESTO, CRÉANME que vuelvo a vivir aquellos años. Como dice la canción, "recordar es vivir". Cosas como las gordas y picadas de la Negra Natalia ya no se pueden saborear; el pan sobao y el lechero de la Parroquia antigua tampoco; el mondongo de frutas menos.
ASI, POCO A poco eso se esfumó al igual que la arquitectura que le daba distinción al puerto. Y, qué decir del arreglo (?) que le hicieron al Parque Zamora donde afortunadamente todavía se puede saborear la horchata de coco de la nevería Yucatán. (Saludos, Nacho.) Hasta Palo Blanco desapareció del tradicional barrio de la Huaca, cuna de soneros y sede de los patios Tanitos, la Gran Cruz, Jazmín y, por supuesto, el de Los Melones, entre varios más.
AFORTUNADAMENTE, PUDE GOZAR ese Veracruz, como dijo Arsenio, de una manera espantosa. Así que me despido consolándome con aquello de lo bailado quién me lo quita.