VIERNES Ť 13 Ť ABRIL Ť 2001

José Cueli

La Virgen de la Masacre

Como todos los años, la Semana Santa inició con los rituales del Domingo de Ramos. De entre ellos yo destacaría una procesión que tuvo lugar en los Altos de Chiapas el pasado domingo. Aquella que realizaron un grupo de indígenas chiapanecos, sobrevivientes de la matanza de Acteal, llevando en hombros a la Virgen de la Masacre hasta el ejido Los Chorros, donde se perpetró, hace casi cuatro años el terrible crimen, a manos de paramilitares afincados en este ejido.

La historia de esta imagen religiosa está unida a la tragedia vivida por los tzotziles sampedranos refugiados en Acteal. Hace casi cuatro años, para ser más precisos el 4 de diciembre de 1997, un grupo paramilitar asesinó sin piedad a 45 indígenas, hombres, mujeres y niños mientras oraban cerca de la vieja ermita de la comunidad, en una ladera paralela a la carretera. Irrumpieron disparando en el campamento del grupo de las Abejas donde se alojaban 250 refugiados que, arrodillados, rezaban.

En el lugar se encontraba la imagen de la Virgen de Guadalupe que quedó hecha pedazos. Los indígenas relatan con hondo dolor que la imagen ''murió" con sus hermanos. Enterraron a sus muertos y colectaron los fragmentos de la imagen y desde entonces la llamaron la Virgen de la Masacre, que les acompaña junto con el recuerdo de sus muertos. Los refugiados indígenas contaron en sus propias palabras: ''Los desplazados y las comunidades hemos reconocido la presencia de Dios en la jMe'tic (virgen en tzotzil) de la Masacre. La sentimos presente en el pueblo porque nos reúne sin diferencias. La jMe'tic... está presente en nuestro sufrimiento, en nuestros anhelos y en nuestras esperanzas y nos ayuda para resistir en la lucha".

Los muertos de la matanza de Acteal no se olvidan, siguen presentes en la memoria y en el discurso. Hacen presencia desde su ausencia.

Este acontecimiento retorna en el tiempo y nos incita a reflexionar sobre la muerte de los indígenas tzotziles. Levinas, el filósofo, se pregunta y nos conduce a preguntarnos con él: Ƒqué sabemos de la muerte? La muerte es la no respuesta, convierte al ser humano, en función de su expresividad, reviste al ser biológico y lo desnuda más allá de toda desnudez, lo reviste, lo transforma en un rostro, expresa a alguien, a otro que no soy yo, diferente de mí, que se manifiesta hasta el punto de no poderme ser indiferente, de ser alguien que me afecta.

La experiencia de una muerte -los indígenas- que no es la mía es la (experiencia) de la muerte de alguien, uno que, de golpe, está más allá de los procesos biológicos, que se relaciona conmigo en forma de alguien que nos caracteriza como individuo por la responsabilidad que tenemos sobre él. La muerte del otro que muere me afecta en mi propia identidad como responsable. Identidad no sustancial, no simple coherencia de los diversos actos de identificación, sino formada por la responsabilidad inefable.

El morir, como morir del otro, afecta mi identidad como Yo, y tiene sentido en su ruptura del Mismo, en su ruptura de mi yo, su ruptura del Mismo en mi Yo. Con lo cual, a decir del filósofo Levinas, mi relación con la muerte de los otros no es ni únicamente conocimiento de segunda mano ni experiencia privilegiada de la muerte.

El problema fundamental que se plantea es el siguiente: Ƒacaso la relación con la muerte de los indígenas no revela su sentido, no lo articula por la profundidad de la repercusión, del miedo que se siente ante la muerte de otros? La muerte que es la inmovilización de la movilidad del rostro que, por adelantado, reniega de la muerte; lucha entre el discurso y su negación, lucha en la que la muerte confirma su poder negativo, la ambigüedad que nos caracteriza, el enigma que nos subyace.

Los muertos de Acteal, como muchos otros, habitan el imaginario colectivo y como enfatiza Derrida, no hay análisis político ni social posible si no se toma también en cuenta a los desaparecidos. La apertura hacia el porvenir y hacia ''el otro" supone esa relación con los desaparecidos a través de las obsesiones y fantasmas de una cultura.