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EUTANASIA
El
Senado holandés aprobó una ley para regular la eutanasia
activa. A partir de la entrada en vigor de la ley este otoño, esta
práctica dejará de ser considerada como delito en ese país,
siempre y cuando el médico respete los estrictos controles: se aplicará
en casos de enfermos terminales con dolores físicos insoportables
que hayan expresado en su sano juicio al médico facultado su inequívoca
voluntad de morir. Una vez muerto el paciente, el facultativo está
obligado a informar de inmediato a una de las cinco comisiones regionales
integradas por un médico, un jurista y un experto en ética
que estudiarán el caso y juzgarán si se han respetado los
requisitos legales. Si la comisión determina alguna irregularidad,
el médico será castigado hasta con 12 años de prisión.
Desde 1993, la eutanasia ha sido una práctica regulada
en los Países Bajos mediante una ley que eximía de responsabilidad
a los médicos, amén de que la aplicasen en condiciones semejantes
a las ahora establecidas. Con la nueva regulación se busca dar mayores
garantías legales tanto a enfermos como médicos, y evitar
los abusos al reforzar el control y vigilancia.
Aunque Holanda acaba de sentar un precedente mundial al
ser el primer país en despenalizar la eutanasia activa, existen
muchos lugares en el mundo en los que se practica la eutanasia pasiva,
es decir, dejar de medicar a un moribundo con su consentimiento o el de
sus familiares. También es común que los pacientes desesperanzados
acudan al suicidio asistido. La ley del estado de Oregon, EEUU, permite
que un enfermo terminal ingiera un medicamento prescrito por un médico.
En el territorio norte de Australia legalizaron la eutanasia en 1995, pero
fue revocada dos años después. En Colombia, los pacientes
terminales tienen el derecho a solicitar la eutanasia voluntaria y, aunque
el Congreso puede regular los términos en los que se aplica, no
tiene la facultad de oponerse.
El tema de la eutanasia ha generado grandes controversias
y son pocos los países que se han decidido a debatirlo a fondo.
La discusión suele polarizarse entre las posturas religiosas que
consideran que ese tipo de decisiones le corresponden a Dios y no al hombre,
y el punto de vista de los pacientes con enfermedades irreversibles que
expresan su rechazo al sufrimiento y a los tratamientos que prolonguen
artificialmente sus vidas. Otra dimensión del debate se da en el
campo de la deontología, de la ética médica: luchar
por mantener vivo al paciente --sea o no su voluntad-- hasta el final,
o evitar el sufrimiento del enfermo y sus seres queridos ayudándole
a bien morir, con su previo consentimiento. Una tercera dimensión
es la económica: que el médico o los familiares influyan
en la decisión del paciente por razones económicas, o, en
su caso, que el Estado reduzca el gasto en salud induciendo a enfermos
desahuciados a optar por la eutanasia.
En todos los niveles del debate hay algo irrefutable en
la cuestión: el carácter inevitable de la muerte. Ante la
certeza de una enfermedad incurable, el individuo es libre de decidir si
quiere o no seguir viviendo. Tanto tiene la libertad de esperanzar su vida
a un milagro divino, como de tomar la decisión de acabar con ella,
ya sea mediante el suicidio, el suicidio asistido o la eutanasia pasiva.
En Holanda tiene también la posibilidad de decidirse por la eutanasia
activa con el respaldo de la ley. El tema es a todas luces delicado pero
su discusión es moralmente indispensable.
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