LUNES Ť 9 Ť ABRIL Ť 2001
Ť Su presencia en el sector crece por migración masculina y necesidad económica
Trabajan en el agro 10.7 millones de mujeres
Ť Presentan resultados de un programa de proyectos productivos apoyado por la FAO
CAROLINA GOMEZ MENA
En el campo viven 12 millones 200 mil mujeres y de ellas alrededor de 88 por ciento -10 millones 700 mil- trabajan en las actividades agropecuarias, cumpliendo jornadas hasta de 18 horas. Estas cifras indican que la presencia productiva de la mujer en este sector se ha incrementado en los últimos años, debido principalmente a que ha asumido la jefatura familiar a causa de la migración masculina o simplemente porque debe cooperar para completar el gasto.
Ante este panorama, la Secretaría de Agricultura y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) emprendieron el plan Reforzamiento del Programa Mujeres en Desarrollo Rural, en el cual, mediante cooperación técnica y económica, se desarrollaron en dos años poco más de 500 proyectos productivos para las mujeres y se crearon alrededor de 15 mil nuevos empleos, manifestó Augusto Simoes Lopes, representante de la FAO en México.
En entrevista realizada durante el seminario Mujeres y Desarrollo Rural, organizado por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación (Sagarpa), Simoes Lopes consideró que el balance final es "positivo".
Detalló que la FAO hizo una aportación financiera de poco más de 200 mil dólares, mientras el gobierno federal aportó en promedio 200 millones de pesos cada año, con lo cual se logró dar asesoría en proyectos productivos alternativos a "prácticamente las mil 500 organizaciones económicas de mujeres campesinas".
Objetivos acordes con los del nuevo gobierno panista
El programa Mujeres en el Desarrollo Rural arrancó en 1996. Su refuerzo dio comienzo en 1999, cuando se sumó la FAO por un plazo de 24 meses. Durante esos casi cinco años ha apoyado a poco más de un millón de campesinas. El nurbo gobierno federal, interesado en crear microempresas en el campo, le da continuidad bajo la dirección de Nuria Costa Leonardo, directora de Desarrollo de Grupos Prioritarios.
Durante estos años se han desarrollado diversos esbozos de microproyectos o industrias caseras, como los de conservación e industrialización de fruta, los de artesanías, repostería, helados, elaboración de velas, papel reciclado, talleres de costura, producción de miel de abeja y huertos productivos en el traspatio.
Simoes Lopes explicó que las razones que tuvo la FAO para integrarse temporalmente al programa son el hecho innegable de que tanto en México como en el resto de los países en desarrollo "está en marcha un proceso de feminización del campo, es decir, las mujeres y sus hijos se están quedando solas", así como que "una de las medidas más eficaces para favorecer la seguridad alimentaria es la reorientación de las políticas según las necesidades y prioridades de las mujeres".
Aumentó 600 veces en 20 años la cifra de ejidatarias
Respecto a la feminización del agro, datos del INEGI revelan que el año pasado la migración del campo a las grandes ciudades evidenció una notable desigualdad numérica entre hombres y mujeres, puesto que en el caso de los primeros, su desplazamiento hacia las urbes fue 15 por ciento superior al de las mujeres.
El fenómeno también se evidencia en el número de ejidatarias, ya que mientras en 1970 había 31 mil 500, para 1998 eran 213 mil y ahora son alrededor de 600 mil.
Durante su exposición, Simoes Lopes subrayó que la colaboración de la FAO se dio en el marco de "favorecer la formulación de políticas agrícolas con perspectiva de género destinadas a fortalecer las destrezas y capacidades de la mujer rural, a fin de reducir la carga de sus labores e incrementar sus ganancias".
Al considerar la creación de microproyectos productivos para mujeres como un importante elemento para reducir los índices de pobreza campesina, el funcionario del organismo internacional destacó que se trabajó con consultores cubanos y capacitadores del organismo internacional, así como técnicos de la Sagarpa en los estados más pobres del país, tales como Oaxaca, Guerrero, Chiapas y Tabasco, entre otros.