lunes Ť 9 Ť abril Ť 2001

Iván Restrepo

Agua para los parques de la ciudad

El jueves pasado se inauguró en el Parque México, de la colonia Condesa, una planta de tratamiento de aguas negras. A cambio de que sirva de muestra para quienes se interesen en conocer sus ventajas y que los vecinos suministren los productos químicos necesarios para su funcionamiento, la Asociación de Amigos de los Parques México y España logró que la empresa Sigma donara la planta, instalada por personal de la Dirección General de Construcción y Obras Hidráulicas de la ciudad de México.

En buena hora, porque este parque, que data de fines de los años veinte, carecía de agua suficiente y de buena calidad. Poco a poco desapareció la que recibía de la planta de tratamiento, que está en la segunda sección del bosque de Chapultepec, y no fue arte de magia, sino que se desvió para regar los jardines de Los Pinos.

No es el primer caso de áreas verdes que se ven afectadas por estos desvíos. El parque Ramón López Velarde, frente al centro hospitalario Siglo XXI, en la avenida Cuauhtémoc, se las ha visto también negras desde que alguna autoridad resolvió que el agua que recibía de la planta de tratamiento de la Ciudad Deportiva sería para un estadio de beisbol, hasta hace poco propiedad del Seguro Social.

Hay que felicitar a la señora Matilde Villagómez y demás damas de su asociación por haber hecho realidad el sueño de que el Parque México disponga de agua tratada; por su lucha en pro de las áreas verdes de las colonias Hipódromo-Condesa y Roma Sur; por su paciencia al enfrentar a la anquilosada burocracia que reina en muchas dependencias oficiales y soportar a tantos funcionarios expertos en poner trabas a todo lo que se les propone en beneficio de la comunidad, o que hacen promesas y no las cumplen.

Y por sus planes futuros de mejorar integralmente el suelo, la vegetación y el alumbrado del parque, reparar el Foro Lindbergh, la fuente de la mujer de los cántaros y las tradicionales bancas; cambiar el piso de los andadores por material que permita el paso del agua al subsuelo y reponer el reloj; mejorar el servicio de baños, y lograr que quiten una "feria" eléctrica de quinta y poner, en cambio, juegos infantiles adecuados.

Como ocurre en muchos otros sitios que van a ser visitados por las más altas autoridades de la ciudad, días antes decenas de trabajadores comenzaron a limpiar y remozar el parque. Hasta pintaron de volada el foro, las pérgolas y la fuente, además de rodear de pasto verde y plantas acabaditas de sacar del vivero a la pequeña área donde se encuentra la unidad de tratamiento. Fueron cuatro días de intensa actividad. Ojalá el licenciado López Obrador viniera más seguido por estos rumbos, aunque no inaugure nada. Nomás para que le den su manita de gato a otras zonas de la colonia.

Pero, además, para que escuche las quejas por la proliferación de restaurantes, bares y cantinas. A pesar de que no cumplen con las exigencias de ley, abren sus puertas en casas y locales ubicados en áreas exclusivamente habitacionales y se apoderan de áreas comunes; contra la impunidad de los valet parking y los patrulleros, que no ponen orden en la vialidad; contra la presencia creciente del comercio ambulante y los puestos de comida, y que, se rumora, cuentan con el apoyo de funcionarios de la delegación Cuauhtémoc. Hay que celebrar, en cambio, que las autoridades no hayan levantado los sellos de clausura de los dos restaurantes que se habían apoderado de parte del mercado público de la avenida Michoacán, y que tampoco permitieron reabrir la cantina, disfrazada de bar, que funcionaba enfrente amparada con papeles falsos.

Pero no seamos aguafiestas. Ojalá en muchos otros sitios pronto se instalen plantas de tratamiento de fácil manejo y operación, pequeñas, económicas y que no contaminen; que permiten el reuso del agua, recurso cada vez más escaso en el país. Esas son las características de la del Parque México. Lamentablemente, todavía no proporciona agua a los árboles y demás vegetación ni al pequeño lago, donde decenas de patos casi se olvidaron cómo se nada, porque está seco. Y es que a la usanza del régimen que gobernó el país 71 años, las prioridades políticas de ciertos operadores del gobierno local se impusieron a las de la población y adelantaron fechas. Por ello, la empresa Sigma no tuvo tiempo de probar el equipo que donó para dejarlo funcionando perfectamente. Tampoco se pudo discutir la propuesta ciudadana de convertir los dos parques en área piloto sobre educación ambiental y conservación del agua.

Será la próxima, licenciado López Obrador.