LUNES Ť 9 Ť ABRIL Ť 2001
Aline Pettersson
šAlbricias! šExiste la generación espontánea!
ƑPero qué nos sucede? ƑEs que existe la generación espontánea? ƑPor qué nos empeñamos en perder lo que nos hace humanos? ƑPor qué nos cerramos al sentido común? Si hemos hablado y hablado de que uno de nuestros grandes vicios seculares es la corrupción, Ƒde dónde brotará la masa de probos ciudadanos deseosa, en verdad, de mejorar el bienestar común de todos? Al menos no puedo verlo o escucharlo de labios de los funcionarios de cuyo destino depende nuestro país.
ƑCómo podemos entender que encareciendo la comida, dificultando la obtención de la salud, México va a llegar a mejores niveles de vida? ƑY aquéllos que no pudieron ser contemplados en la lista de los más pobres deberán no enfermarse y comer menos mientras son incorporados? ƑY aquellos muchos otros, medio escalón más arriba, tendrán los medios para nutrirse y medicarse?
Supongo que ya se acabaron los cacicazgos, los abusos, los engaños, y que todos dejamos de pensar en cómo obtener un beneficio personal o grupal. Supongo que todos creemos en la palabra verdadera de nuestros dirigentes. Borrón y cuenta nueva. Nuevos códigos de valor, nuevas actitudes, nuevo apostolado que refuerce el sitio inferior de las mujeres, la bondad de los gravámenes y la certeza de la eficacia de las medidas salvadoras para los que no tienen forma de hacerse oír. Pero claro, se trata del milagroso producto que ofrece la generación espontánea, porque cualquier otra explicación resulta incomprensible.
''No sólo de pan vive el hombre'', ni de medicamentos, ni menos de asuntos del espíritu. El esfuerzo que ha llevado a los hombres a hacerse humanos no puede equipararse con el ansia de riqueza de un pequeño e intocado grupo que come tan bien que sus carnes suelen lucir desbordadas, mientras su riqueza interior camina en sentido contrario. Y en cuanto a la salud del grupo, habría que pensar que los sentidos se les han ido atrofiando. Cunde, entre ellos, una epidemia cada vez más grande y más peligrosa de miopía y sordera. Aunque tal vez exagero, la generación de generación espontánea aprehende la realidad de otra manera que el resto de nosotros pobres mortales.
Si no fuera tan terriblemente serio este asunto, movería a risa observar el rostro impávido, escuchar el discurso inamovible de los personajes del gobierno afirmando las bondades del producto que venden como quien vende un detergente: ''Viva fuerza fría''. Y sí, es gélido el verbo y el gesto que lo acompaña.
ƑQuién puede estar, por ejemplo, en contra de la alfabetización?
Nadie. Sin embargo, el hecho de ser capaces de leer es sólo el primer paso, un primer paso para tener acceso a otro tipo de riqueza, la espiritual, la que otorgan los libros que no regala el gobierno, y que tampoco tendría por qué regalar. Aunque tampoco tendría por qué hacerlos cada vez menos accesibles. Pero las evidencias hacen pensar en que con ser capaces de manejar el producto ''libro'', en cuanto a un solo rubro -los grandes números- es suficiente para las habilidades de quienes procuran el bienestar de los habitantes.
Acaso en el fondo subyace el miedo a descubrir que el ser humano tiene otras necesidades y que quienes tienen en sus manos la dirección del país, deberían saberlo, vivirlo en carne propia. Porque quienes nos hablan provienen -en general- de familias que los arroparon con los medios suficientes para abrirles otras puertas, además de las de las arcas. Es sólo que alguien debe haber perdido las llaves.
Cierto, me parece que en estas medidas, que obliteran el horizonte del país, los libros son lo menos importante, antes está comer y gozar de salud, que aquí pareciera ser tan prescindible como los libros. Sin embargo, Ƒqué clase de población surgirá con esta medida? Seres embrutecidos a quienes les está negada la gran riqueza económica, pero también la otra, la que los invita a desarrollar sus capacidades de gozo y reflexión de pensamiento. Y es que no todos estarán adscritos al número de familias con devolución copeteada a quienes -nos dicen- se tratará con ''lo justo'', porque con mucha eficiencia y transparencia les llegará a las mujeres su giro telegráfico. Qué bueno que éstas van a permanecer en sus hogares -como es su obligación bíblica- para recibir la notificación antes de que alguien, menos casero, pueda adelantárseles. Finalmente, ellas están nutriendo las almas de sus criaturas, ya que no pueden hacerlo con sus raquíticos cuerpos.
En fin, quizá no todo será catastrófico, porque se eximirán del gravamen algunos alimentos y medicinas, y yo espero con todo el corazón que al menos cada uno de los mexicanos y mexicanas pueda tener acceso a media coca cola con una o hasta dos aspirinas. Entonces verán el mundo de color de rosa, de rosa de Jericó, como era antes. Porque ahora con estas características de la generación espontánea se tiende a ver todo color verde, verde dólar.