Manifiesto del Seminario de Cultura Mexicana
El Seminario de Cultura Mexicana dio a conocer su nuevo manifiesto, en el coloquio celebrado en la Ciudad de México en octubre de 1999. En esta organización de larga y útil trayectoria, las Corresponsalías de las ciudades del interior del país cumplen una tarea fundamental al hacer posible el diálogo que es la esencia misma de la difusión de la cultura. En este documento se analizan la responsabilidad de los medios de comunicación masivos, la presencia de las culturas indígenas y la urgencia de escucharlas y respetarlas y, sobre todo, se replantean las obligaciones que el Seminario cumple en la vida cultural del país.
Para replantear los temas
de la difusión cultural
El
Seminario de Cultura Mexicana ha tenido una larga y esforzada vida. Durante
medio siglo, decenas de seminaristas, cultivadores de muy diversas disciplinas,
han cumplido la misión que les asignan el espíritu fundador
y la ley constitutiva del Seminario. Para ello han desarrollado proyectos
individuales y colectivos y han cifrado tiempo y energía en la difusión
y la crítica de la cultura en su sentido más amplio. Ese
compromiso social y moral persiste. Hoy se revisa y extiende. Nuestra reflexión
colectiva sirve al propósito de darle el alcance y el sentido que,
ante el siglo xxi, requiere una nueva etapa en la existencia del Seminario.
Las Corresponsalías son la columna vertebral de la institución. A lo largo de varias décadas han motivado y sustentado sus quehaceres. Generan la fuerza del conjunto y ensanchan la línea de su horizonte. Se han multiplicado; las hay en la mayoría de los estados, y en ellas trabajan, con esmero y provecho, centenares de creadores y promotores de la cultura. Su aportación ha sido grande y valiosa. De ella nos beneficiamos y ufanamos. Ahí convergen múltiples corrientes, nacionales y locales: la suma de todas fertiliza la cultura mexicana.
En el ámbito de las naciones, México tiene una cultura propia. Somos parte de la humanidad, pero primero somos nosotros mismos. Ser esto es condición para ser aquello. Así lo entendieron los fundadores, al fijar un nombre y un designio: Seminario de Cultura Mexicana. Esto no nos priva de unión con todos los seres humanos. Por el contrario, la demanda. Con ellos compartimos el destino común de nuestra especie. Lo sabemos y lo aceptamos. Nuestro vigor deriva del arraigo que tenemos en nuestro origen y de la fuerza que recibimos de nuestro entorno. La cultura es el punto donde los vientos se reúnen y la luz de cada uno ilumina la vida de todos.
Los mexicanos, enfrentados a nuevas circunstancias, debemos redefinir nuestro camino. Cada etapa tiene sus puertos de inicio y de arribo. Entendemos este tiempo como la frontera donde una etapa termina y otra comienza. Hay que fijar esos puertos en la etapa que comienza. El mexicano de ahora, cimiento para el mexicano de mañana, debe fortalecer su identidad nacional y formalizar su nueva presencia en el mundo. Y todo ello será la obra natural de la cultura, que en el presente recoge los caminos del pasado y advierte los del futuro. Ella anuda los tiempos y define el perfil del hombre que los recorre. Forjar al mexicano y brindar su testimonio, es la obra de la cultura mexicana. Contribuir a esta cultura, con los instrumentos que provee nuestro tiempo, es el deber del Seminario. Para tal efecto, es indispensable el apoyo de los medios de comunicación social que deben dar cabida a los grandes temas de la cultura académica y de la cultura en general, pues es claro que la excesiva comercialización y la irrestricta competencia mercantil conspiran en contra de un amplio programa educativo, impiden el desarrollo de la crítica y provocan una grave enajenación que afecta a todos los sectores de la sociedad.
En la difusión de la cultura es necesario tomar en cuenta, con especial dedicación, a las nuevas generaciones. La obra cultural debe comenzar en la infancia: en el hogar, en la escuela y en otros espacios de la educación pública, y proseguir en la adolescencia y en la juventud, con todos los medios al alcance de la sociedad y de las autoridades. Sólo así se asegurarán la firmeza y la trascendencia de nuestra cultura. Si no conseguimos que el amor por la cultura arraigue en los nuevos mexicanos, en poco tiempo se habrá desvanecido el esfuerzo de muchas generaciones.
El Seminario se propone estimular la producción cultural, en sociedad estrecha con las autoridades educativas y culturales, de las que es colaborador y órgano de consulta. La misma sociedad de objetivos y tareas se establecerá con otras organizaciones que atienden fines coincidentes con los del Seminario. Se hará a escala nacional y local. Para esto último, se alentará la participación renovada de las Corresponsalías, a través de programas consecuentes con las necesidades, posibilidades y expectativas de cada lugar de la República al que puedan llegar los trabajos de los seminaristas.
El Seminario proseguirá sus tareas en la difusión de la cultura. Esta labor, traducida en las denominadas misiones con las que cumple su mandato prioritario, ha caracterizado al Seminario. Daremos atención preferente a los estados de la República y emprenderemos programas de esta naturaleza en instituciones que los requieran y puedan aprovecharlos. Para ello, el Seminario incrementará el número y las especialidades de sus miembros asociados, convendrá programas con autoridades federales y estatales y desarrollará nuevos proyectos. Se pondrá énfasis en la difusión cultural entre los jóvenes, tanto los que cursan estudios medios y superiores, como los que desarrollan actividades laborales, y se alentará su participación en programas culturales.
Comprometido con la tendencia contemporánea a la apertura global y el consiguiente esfuerzo por ampliar la convivencia entre los pueblos y la coexistencia cultural, el Seminario procurará incrementar en su labor la presencia de las culturas indígenas e insistirá, apoyado en el marco general de los derechos humanos y con un espíritu de plenitud cultural, en el respeto a los derechos de los pueblos indígenas de nuestro país. La diversidad de la riqueza cultural mexicana no debe aminorar ni deformarse.
El
Seminario ampliará sus labores de intercambio cultural para llevar
adelante las tareas antes mencionadas. Por ello auspiciará, en la
medida de sus posibilidades, misiones de artistas, científicos y
técnicos mexicanos y extranjeros en diversos lugares del país,
bajo sistemas de intercambio. Proseguirá intensamente su trabajo
editorial, enriqueciendo con las colaboraciones de sus miembros su Boletín,
su Anuario y publicaciones varias, y privilegiando su Biblioteca
de las Corresponsalías. Asimismo, propiciará la labor artística,
gráfica y musical con la cual eleva el nivel cultural de la sociedad.
En colaboración con autoridades educativas, y especialmente con
las que tienen a su cargo la educación superior y el apoyo a las
universidades e institutos tecnológicos, el Seminario precisará
las posibilidades y ventajas de programas de intercambio, sea para mejorar
el conocimiento recíproco, sea para desarrollar nuevas líneas
de docencia, investigación o difusión. En este mismo orden
de intereses, el Seminario procurará que el desarrollo cultural
en los estados se conozca y proyecte cada vez más en todo el país.
El Seminario, como parte de la vida cultural de la nación y en su calidad de agente de la difusión y la crítica de la cultura, organizará trabajos de investigación y análisis que permitan saber el estado que guarda el desarrollo de las diversas disciplinas. A través de estas evaluaciones contará con elementos para formular programas conducentes al fortalecimiento de nuestra vida cultural.
Hemos entrado a un nuevo siglo. Este hecho suscita reflexiones y esperanzas. Puede constituir un punto de referencia para el examen de lo que hemos hecho y el compromiso de lo que haremos. De ello surgirán nuevos proyectos para la vida del Seminario. Ésta ha sido fecunda. Así consta en la extensa hoja de servicios de los seminaristas, desde las horas iniciales hasta nuestros días. Mujeres y hombres ilustres, que recordamos con admiración y respeto, hicieron su aportación a la grandeza de México, a través de la cultura. Su historia es la historia del Seminario. El antiguo recorrido se reanuda desde nuevas estaciones. Tal es el sentido de este manifiesto, en el que el Seminario de Cultura Mexicana refrenda y actualiza su compromiso con México.
Tareas del Seminario
Desde el año de 1942, Enrique González Martínez, poeta mayor, infatigable promotor cultural y, en esa época, presidente del Comité Mexicano por la Paz, y Frida Kahlo, ahora mito y siempre gran artista y mujer de lucha, sentaron las bases y el programa de trabajo del Seminario de Cultura Mexicana. Don Enrique, primer presidente, y Frida, primera secretaria, centraron su pensamiento y su acción en el análisis del patrimonio cultural, los temas educativos, científicos y artísticos, y la política de creación y difusión de la cultura. En la actualidad, los miembros del Seminario siguen cumpliendo sus obligaciones y apoyando, con entusiasmo y rigor académico y científico, los esfuerzos desplegados por las sesenta y cuatro Corresponsalías localizadas en veintiséis estados de la República.
En
los considerandos de la iniciativa de la Ley Orgánica del Seminario
de Cultura Mexicana se asienta, además de que es elevado y trascendental
deber del Gobierno de la República fomentar en toda su amplitud
el desenvolvimiento de la cultura en sus diversas formas, tanto por lo
que atañe a las labores de creación e investigación,
como a las actividades de difusión nacional, que el Seminario
de Cultura Mexicana, creado por Acuerdo Presidencial el 28 de febrero de
1942, reúne a mexicanos que se han distinguido en el campo de la
ciencia, las letras y las artes y que el Seminario de Cultura Mexicana
ha realizado una constante labor de difusión dirigida de preferencia
a los estados de la República, que periódicamente son visitados
por los miembros de la institución, quienes sustentan cursos breves,
conferencias, conciertos, exposiciones, estrechando los vínculos
espirituales que deben unir a todos los mexicanos, haciendo llegar los
mensajes de nuestra cultura a regiones apartadas del país y creando
en la amplitud del territorio un ambiente favorable para que surjan nuevos
valores y se ensanche el interés nacional por todo lo que a la cultura
se refiere, y especialmente porque nuestra producción científica
y artística se ajuste a la realidad, al carácter y los problemas
de México.
El Seminario de Cultura Mexicana es una institución al servicio de la cultura del país que tiene como principales finalidades el estímulo de la producción científica, filosófica y artística y la difusión de la cultura en todas sus manifestaciones. Es también un órgano de consulta de la Secretaría de Educación Pública y está constituido como un organismo público descentralizado de carácter federal. El Seminario está integrado por veinticinco Miembros Titulares que forman el Consejo, cuya sede es la capital de la República, y está facultado para nombrar miembros Honorarios y Correspondientes. Estos últimos establecen corresponsalías en lugares fuera del Distrito Federal, lo cual permite organizar nacionalmente a la institución. En la actualidad el Seminario cuenta con sesenta y cuatro corresponsalías localizadas en veintiséis estados.
A
partir de 1942 el Seminario de Cultura Mexicana ha realizado, ininterrumpidamente
y con fidelidad y constancia, la labor expresada en los considerandos de
la iniciativa de la Ley Orgánica que lo rige desde diciembre de
1949. Guardando un uso derivado de la acción educativa posrevolucionaria
el Seminario llama misiones a las actividades que sus miembros realizan
fuera del Distrito Federal y durante los últimos veinticinco años
efectuó más de dos mil 500 en el territorio nacional y superó
las 250 fuera del país. A partir de abril de 1999, para aumentar
y reforzar su labor, el Seminario acordó designar Asociados para
el desempeño de actividades específicas en sus programas
de trabajo. En la actualidad cuenta con nueve distinguidos académicos
en esa nueva categoría. El Seminario también realiza actividades
en su sede: conferencias, conciertos, presentaciones de libros y sesiones
extraordinarias para la recepción de nuevos miembros titulares.
Posee una sala, la Galería Francisco Díaz de León,
en la que se presentan exposiciones de pintura y escultura. En los años
recientes esta actividad se ha desarrollado de manera continua y de acuerdo
con un programa anual. El Seminario tiene también un programa editorial
que produce el Boletín y el Anuario de la institución,
algunos libros de sus Miembros titulares, la colección Biblioteca
de las Corresponsalías y ha editado algunos discos compactos, tanto
musicales como multimedia. Otra actividad del Seminario es la realización
de reuniones en distintos lugares de la República para tratar temas
de importancia cultural para la nación o para alguna región
particular del país. En tiempos recientes estas reuniones han sido
ampliadas y se han organizado con el nombre de Coloquios Nacionales, de
los cuales ha habido siete en los últimos quince años.
El Seminario está preparando la fundación de Corresponsalías en el extranjero y espera pronto contar con ellas en España (Madrid), en Cuba (La Habana), en Costa Rica (San José) y en Honduras (Tegucigalpa). En los últimos años ha desarrollado un programa de animación cultural en el Sistema de Universidades Tecnológicas en el que se han sustentado conferencias, conciertos, exposiciones y teatro, con un total de 380 presentaciones en los últimos dos años. Organiza también el Encuentro de poetas del mundo latino, celebrado anualmente en diferentes ciudades de la República, y ha colaborado en la realización del Premio de Poesía Iberoamericana Ramón López Velarde. Con otras instituciones académicas, en especial la unam, se han hecho coediciones que han producido cuatro libros en los dos últimos años.
En tiempos recientes el Seminario hizo una revisión amplia y profunda de su organización para actualizarse y responder mejor a la acción cultural propia de esta época. Para ello consideró los procedimientos prácticos que modernizarían y optimizarían sus labores buscando acoplarlos a los principios y tradiciones que han sustentado nuestra cultura. Como el Seminario es una institución nacional la tarea de renovación incluyó a todas sus Corresponsalías, culminando sus labores durante el VII Coloquio Nacional, celebrado en octubre de 1999 en la Ciudad de México. Para dar a conocer su actualización y refrendar su posición, publicó un manifiesto al término del citado Coloquio. Otro producto de la misma tarea de renovación fue elaborar y aprobar un nuevo reglamento interior, instrumento normativo de su continua y variada actividad.
Con su ininterrumpida labor de más de medio siglo, el Seminario ha acumulado una gran experiencia en el campo de la difusión cultural. Ha tomado el concepto de cultura en su más amplio sentido por lo que su labor ha cubierto no sólo a las bellas artes sino también a las humanidades y a las ciencias naturales y sociales. En cuanto a formas culturales ha dado lugar tanto a las más refinadas como a las populares, a las consideradas como internacionales como a las indígenas. Además ha considerado siempre su actividad como una contribución a la labor educativa del país y ha colaborado en la orientación de la acción cultural de muchos lugares del territorio nacional.
El
Seminario de Cultura Mexicana busca ahora extender su labor con el empleo
de todos los medios de comunicación disponibles. La forma de realizarlo
será privilegiando lo adaptable a la difusión por distintos
medios y coordinando su esparcimiento en forma paralela. Otra extensión
de su labor será el aumento de actividades en colaboración
con instituciones afines así como la realización de programas
de animación cultural en instituciones de carácter educativo.
Por otra parte, el Seminario aprovechará su experiencia, especialmente
la lograda fuera del Distrito Federal, para vigorizar y fortalecer su política
cultural.
Los temas que ocupan al Seminario y que originarán programas de estudio de próxima realización se pueden agrupar como sigue:
1. Patrimonio cultural
Nuestro país es de una inmensa riqueza patrimonial que exhibe su pluralidad cultural. De ella son notorios los objetos tangibles: bienes muebles e inmuebles, obras de arte, documentos y libros, etcétera, aunque también son parte de ella realidades como el lenguaje, las ideas, los conocimientos, las costumbres, las tradiciones y otros modos de ser y hacer. La preservación, investigación y difusión de este patrimonio es una tarea primordial que hay que ampliar y reforzar. Si bien hay leyes que protegen los bienes culturales de la nación, es claro también que hay en ellas asuntos ausentes, disposiciones obsoletas o inoperantes. Por otra parte, la educación popular es insuficiente para ayudar a un mejor cuidado de nuestros bienes.
Defender
el patrimonio no es sólo impedir que desaparezca o se deteriore.
Es también valorarlo y aprovecharlo, por lo que su preservación
exige la puesta en práctica de medidas técnicas y administrativas
que aseguren su óptimo aprovechamiento y adecuada conservación.
En este asunto las instituciones culturales, las educativas y otros organismos
afines tienen una responsabilidad central y la participación de
la sociedad es fundamental, por lo que hay que buscar soluciones coparticipativas
que garanticen una adecuada y eficaz labor. Hacen falta nuevas modalidades
de colaboración y de gestión en estos compromisos, así
como formas para los propios miembros de las comunidades puedan participar
en el cuidado de su patrimonio cultural.
El Seminario de Cultura Mexicana se ha preocupado por el ordenamiento urbano, el rescate de los sitios históricos, la conservación de monumentos y obras de arte y por la conservación del patrimonio bibliográfico y documental. Para ello se ha hecho un especial esfuerzo en crear una conciencia activa y profunda de la conservación y defensa de nuestros bienes culturales y, con ayuda de sus corresponsalías, ha iniciado un inventario de los mismos en algunas ciudades de nuestra República. En relación al patrimonio bibliográfico y documental se ha insistido, además de la protección jurídica, en el empleo de las normas técnicas operantes y en la necesidad de preparar un cuerpo de profesionales encargados de su manejo.
2. Temas educativos
La educación es el medio por el que se conserva, se propaga y se refina la cultura. Por ello el Seminario de Cultura Mexicana ha dado importancia primordial a los temas educativos y está reforzando su acción en este campo para coadyuvar más en el enfrentamiento de nuestro país con los retos del mundo moderno. Los principales temas que en este campo ocupan al Seminario son:
a) La cultura artística, tema que tradicionalmente ha dominado la actividad de nuestra institución, no sólo por la realización de funciones para que el gran público pueda apreciar las grandes obras, tanto clásicas como modernas, sino también por estar propiciando la comprensión y enjuiciamiento de tales obras. Aumentar y profundizar el disfrute estético en nuestro pueblo ha sido una tarea muy apreciada por el Seminario.
b)
Una nueva cultura de la salud, sustituyendo la medicina curativa por
la medicina preventiva. Es necesario propiciar acciones preventivas de
aquellas enfermedades que se pueden controlar mediante exámenes
médicos previos y cambios de hábitos tanto alimenticios como
de higiene personal (ejercicio). El sentido fundamental de este esfuerzo
sería el mejoramiento de la calidad de vida de nuestro pueblo.
c) Establecer criterios de natalidad que permitieran tener y educar un número razonable de hijos, respetando desde luego los principios religiosos y los derechos del individuo, pero orientándolo para que en conciencia y en forma racional tenga los elementos necesarios para que pueda planear la familia que desee en condiciones óptimas.
d) Una cultura de legalidad que destaque una clara conciencia de las atribuciones y los límites en el desempeño de la autoridad, así como de los deberes y derechos del individuo. Se pretende, pues, presentar y valorar el Estado de Derecho, guía para el quehacer de autoridades y cauce para la legalidad de los individuos en general. No se trata sólo de fomentar el conocimiento de esta materia, sino también de la voluntad de sujetar la conducta al mandamiento de la ley, en la inteligencia de que ésta sirve a la justicia y ha sido formulada conforme a las reglas y valores de la democracia. La cultura de la legalidad es, también, una lucha por el derecho: el de todos y el de cada persona.
e) Difundir el conocimiento científico buscando que la ciencia sea una parte integral de la cultura. Para ello se ha considerado que, además de la divulgación profusa del estado actual de tal conocimiento, es necesario: 1) Tratar la historia de la ciencia y la técnica como un elemento para comprender y ubicar de manera más plena, acontecimientos y personajes de nuestro pasado. 2) Señalar que la ciencia y la técnica son elementos al servicio de la investigación en otras disciplinas. 3) Subrayar que el desarrollo científico y tecnológico son actualmente promotores de cambio, y 4) Hacer ver la necesidad e importancia de discutir esta temática en nuestra sociedad, en particular entre nuestros jóvenes.
3. Política cultural
La
vida cultural requiere del apoyo y el patrocinio del gobierno, la empresa
privada y las fundaciones creadas para la promoción de la cultura.
El Estado debe marcar las líneas generales de una política
que favorezca una vida cultural que mejore la convivencia y enriquezca
todos los aspectos de la vida humana. El patrocinio del Estado en estas
delicadas funciones del espíritu y del talento creador debe ser
amplio y generoso, evitando cualquier forma de control y de censura. La
iniciativa privada puede cumplir un papel importante en materia de patrocinios
y subsidios y compete al Estado ofrecerle los estímulos fiscales
necesarios para llevar a cabo sus donaciones. Las fundaciones dedicadas
al fomento de la cultura podrían coordinar mejor sus labores y contribuir
al establecimiento de una política de difusión cultural.
Ante el fenómeno de la globalización es necesario preservar las diferencias y diversidades que garanticen la variedad del mundo. Por eso, sin pruritos de nacionalismo excluyente, hay que mantener viva nuestra memoria histórica y fortalecer la cultura nacional para que pueda dialogar con las otras culturas sin menoscabo de su propia fisonomía. La cultura es, fundamentalmente, un diálogo humano y, por tanto, un intercambio abierto y sin prejuicios que debe evitar cualquier forma de dependencia o de imitación. Conviene considerar que la tradición no es una lápida sino un capitel sobre el cual debe apoyarse una cultura con raíces antiguas y con la vista puesta en un futuro mejor para la raza humana.
Fundadores del Seminario de Cultura Mexicana
El
Secretario de Educación Pública, licenciado Octavio Véjar
Vázquez, autorizado por el señor Presidente de la República,
general Manuel Ávila Camacho, invitó a veinte artistas, escritores
y hombres de ciencia para que aceptasen integrar un cuerpo destinado a
difundir tanto su trabajo personal como su conocimiento de los problemas
culturales de su especialidad en el país, agrupados en una institución
que tendría todo el apoyo oficial. El sábado 28 de febrero
de 1942 fueron citados por el Secretario de Estado en su despacho oficial.
Expuso su idea y expresó lo que de esa agrupación esperaba
el Presidente de la República. Aceptada la invitación se
procedió a formar una directiva provisional, la cual quedó
como sigue:
Presidente: doctor Enrique González Martínez, y Secretario: don Luis Castillo Ledón.
La
invitación fue hecha a los señores: Fanny Anitúa,
cantante; doctor Mariano Azuela, novelista; Carlos Bracho, escultor; Julián
Carrillo, músico; Luis Castillo Ledón, historiador; Esperanza
Cruz, pianista; Francisco Díaz de León, grabador; Aurelio
Fuentes, violinista; Mathilde Gómez, profesora; Frida Kahlo, pintora;
Francisco Goitia, pintor; doctor Enrique González Martínez,
poeta; Arnulfo Domínguez Bello, escultor; Gregorio López
y Fuentes, novelista; doctor Gabriel Méndez Plancarte, humanista;
Manuel M. Ponce, músico; Luis Ortiz Monasterio, escultor; profesor
Maximino Martínez, botánico; Antonio M. Ruiz, pintor; Ángel
Zárraga, pintor.
El
pintor Francisco Goitia no asistió a la primera reunión ni
contestó si aceptaba o no el honroso cargo, razón por la
cual fue nombrado en su lugar el doctor Manuel Sandoval Vallarta.
En la primera reunión, los miembros fundadores propusieron que para completar la representación de actividades artísticas hacía falta la presencia de representantes de teatro, cine y arquitectura, por lo que solicitaron al Secretario de Educación Pública que fuesen incorporados a los trabajos del Seminario los señores Fernando Soler, Alfredo Gómez de la Vega y el arquitecto José Luis Cuevas, a lo que accedió el funcionario.
Miembros titulares
del Seminario de Cultura Mexicana
Desde sus inicios, el Seminario de Cultura Mexicana se preocupó por tener como miembros titulares a representantes de las distintas ciencias y artes. Aquí, en sus primeras nóminas, aparecen Mariano Azuela, Enrique González Martínez, Gregorio López y Fuentes, Gabriel Méndez Plancarte, Yáñez, Monterde, Usigli, Manuel M. Ponce, Julián Carrillo, Bernal Jiménez, Sandoval Vallarta, Frida Kahlo, Díaz de León, Graef, Ortiz Monasterio, Gómez de la Vega, Fernando Soler... En la actualidad, y a pesar de las estrecheces económicas, el Seminario sigue cumpliendo su compromiso histórico.
1942
Fanny Anitúa
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1943
Ingeniero Vito Alessio Robles
1944 Amalia de Castillo Ledón 1945 Licenciado Antonio Castro Leal
1947 Licenciada Guillermina Llach
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1948
Juan D. Tercero
1949 Doctor Carlos Graef Fernández
1950 Profesora Dionisia Zamora
1951 Rodolfo Usigli
1957 Arquitecto Enrique del Moral
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1958
Doctor Salvador Aceves 1963 Doctor Francisco Monterde 1964 Antonio Acevedo Escobedo 1965 Jorge González Camarena 1967 Pablo Castellanos 1969 Licenciado José Rojas Garcidueñas
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Miembros titulares actuales del
SCM
Arquitecto Salvador Aceves
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