DOMINGO Ť 8 Ť ABRIL Ť 2001

Ť Demostró profesionalismo la Reina del acordeón

Baja entrada en el concierto de Priscila y sus Balas de Plata en Rodeo Santa Fe

ARTURO CRUZ BARCENAS

ƑQuién fracasa cuando a un baile grupero sólo asisten mil personas? La noche del pasado viernes, Priscila y sus Balas de Plata dieron una muestra de profesionalismo al actuar ante un reducido público reunido en el Rodeo Santa Fe, en Tlalnepantla, donde lo normal es ver abarrotado el sitio y los gruperrones luchan por una mesa para sentar a la dama que esa noche bailará las de banda, norteña, ranchera o quizá una cumbia.

Ya eran las once de la noche y los bailadores hallaban terreno libre. Todo el que quisieran. Para adelante y para atrás. Nada que ver con los reventones recientes de Los Huracanes del Norte, por ejemplo, en los que todos se hallan codo a codo. Los roces pasan a empujones y ahí surge la mirada retadora, el "Ƒqué me ves?", y los sucesivos madrazos.

Sube Priscila y unos mil ávidos de tonadas sentimentales se acercan al escenario. La parafernalia: los cuetes, los fuegos artificiales, las luces como de concierto de Van Hallen.

Seguirá el chuntata. Son los cancioncitas de Priscila y sus hermanos Ursula y Tirzo Paiz, hijos del homónimo de éste. Se oyen igual que su papá. Tal vez les haría bien algo de independencia.

Parecen rondas tales covers. El estilo de Priscila es el más juvenil de la onda grupera. Aún le queda, pues es jovencita y proyecta candor. Ha acomodado temas tejanos, de rock y hasta de Gloria Gaynor a su peculiar forma de tocar. Tiene voz de chamaca traviesa, pero a veces desafina. Está bien que el respetable no es exigente, pero sí hay quien se da cuenta. Dicen que la del talento es su hermana, Ursula, pero en el centro siempre se encuentra Priscila, llamada La reina del acordeón.

ƑHay otra grupera que toque tal instrumento? No, responden varios. Es la reina, esclava y ama, y todo, pues es la única.

Canta Paraíso terrenal, Reina de corazones, Luz Verde (quizá su mayor éxito), Corazón de cristal y Sobreviviré. El tono de varias composiciones estaría de acuerdo con un ambiente de kinder. Es el amor buena onda, ese que se quiebra porque eres de cristal.

En su ilusión de niña aún, Priscila grita: "šQue se oiga, México!", que en un estadio lleno podría justificarse, pero no ante esos mil y pico de asistentes. Que es casi Semana Santa, que no son buenos los días para los bailes... Lo positivo: le echó ganas la guapa, no obstante la baja entrada. Las balas fueron de plata, no de corcho.