domingo Ť 8 Ť abril Ť 2001
Guillermo Almeyra
ALCA: un no que no basta
Al gobierno de Washington se le pueden achacar muchas cosas, pero no se le puede negar tenacidad ni coherencia. En efecto, desde las famosas declaraciones de Monroe, hay en sus acciones un solo intento, una sola línea. Y entre la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) -que para Estados Unidos, dicho sea de paso, se llama "acuerdo", para permitir mayor flexibilidad al momento de violarlo- y el Plan Colombia se inscriben naturalmente, como eslabones indispensables, tanto el Plan Puebla-Panamá como la tan llevada y traída Area de Libre Comercio para las Américas, que está en la incubadora desde hace años y debería ser empollada hasta el 2005. Precisamente ésta acaba de ser (mal) recibida por una gran manifestación obrera realizada el 5 de este mes en Buenos Aires con la asistencia de sindicalistas de Chile, Paraguay, Uruguay, Brasil, además de Canadá y Estados Unidos. Ce n'est qu'un début... No es más que el comienzo, como se cantaba en el 68.
En efecto, los sindicatos canadienses y estadunidenses hace rato que han comprendido que el famoso TLC -que tanto daño causó a la población rural mexicana, y tanto agravó el desempleo al hundir a la pequeña y la media industrias y deprimir el mercado interno- tenía y tiene como finalidad principal rebajar los salarios reales en Estados Unidos y Canadá, trasladar capital fijo a países donde la mano de obra -el capital variable- está desprotegida y no cuesta nada, desfondar la capacidad de resistencia de los sindicatos estadunidenses, depredar los recursos naturales y humanos; o sea, en resumen, afectar duramente a los trabajadores de los países neocolonialistas sometiéndolos a la competencia a la baja de los semiesclavos coloniales. Esta es la base de su solidaridad como trabajadores y como seres humanos y consumidores, ya que la extensión del río Bravo hasta Tierra del Fuego de un capital racista y depredador empeora la calidad de vida a escala planetaria. Es importante también que los sindicatos del Cono Sur reaccionen preventivamente y levanten sus escudos ya que el TLC, en América del Norte, empezó a prepararse en los primeros años ochenta sin que entre esa fecha y su aprobación los trabajadores opusieran una resistencia notoria.
De modo que esta vez la imposición del ALCA no va a ser un paseo pues el coro de voces que gritan šNO! llega ya de una punta a la otra del continente y, sin duda, crecerá a medida que la información se difunda. Pero ese NO, por importante que sea, no basta ni constituye aún el eje de la política de los partidos de izquierda, que no ligan la construcción de soberanía -o sea, de democracia, de capacidad de decisión popular- en los problemas mal llamados "internos" de cada país con la soberanía (de los ciudadanos, de los pueblos, haciéndose cargo de la entera nación) frente al poder imperialista, que ata a su carro de vencedor los restos de los Estados nación.
No basta con un šNO! cuando lo que se necesita es crear nuevas relaciones de fuerza, nuevas alianzas, convenciendo de la necesidad, la viabilidad y la lógica de una propuesta alternativa que evite a los países semicoloniales la destrucción de su tejido social, de su cultura, de su aparato productivo y de su capacidad política, o sea, de la posibilidad de optar, por ejemplo, entre una integración mayor de los latinoamericanos por bloques de productos o de regiones, o por acuerdos con economías medias como la rusa o la china, o por alianzas puntuales con la Unión Europea para no depender única y exclusivamente de Estados Unidos. Si la Unión Europea nació, hace más de medio siglo, de la integración del carbón y del acero, cediendo soberanía de los Estados para lograr una mayor soberanía de los pueblos frente a Washington, Ƒpor qué no hacer acuerdos agroganaderos, acuerdos mineros, acuerdos aduaneros, acuerdos energéticos o una planificación en común de los recursos, de modo de comenzar a crear las infraestructuras necesarias para una investigación y un desarrollo independientes, para una enseñanza pública homogeneizada, latinoamericanista y de nivel, de modo de promover las comunicaciones entre los países latinoamericanos y una industrialización correspondiente a las necesidades de los mismos?
ƑPor qué no oponer al Plan Puebla-Panamá de "maquilización" y de subordinación otro que una a las comunidades y los pueblos de la zona y, así, le quite la orientación bélica e intervencionista contra Colombia y toda América Latina?
ƑPor qué no hacer planes de integración, de negociación común de los tiempos y plazos para el pago de la deuda externa, de reordenamiento y desarrollo de los recursos energéticos? Ƒ Por qué no aprovechar la recesión que viene en Estados Unidos para aflojar la soga que nos ahorca?
Es evidente que pedirle esto a los gobiernos neoliberales es pedirle peras al olmo. Pero si se lucha por convencer a las mayorías, esos gobiernos se disolverán en la tormenta..