DOMINGO Ť 8 Ť ABRIL Ť 2001
 
Ť Fox restableció los puentes de diálogo que Ernesto Zedillo había desmontado

El EZLN entregó buenas cuentas a sus bases

Ť Hoy no es remota la posibilidad de volver a ver puesta una mesa de negociaciones

BLANCHE PETRICH / I

Concluyó la marcha zapatista. Los comandantes y comandantas rebeldes rindieron buenas cuentas a sus bases de apoyo. En todas las regiones indígenas del país hay tema y tarea para rato: hacer realidad la iniciativa de ley de la Cocopa. En el Distrito Federal quedó construido el primer contacto entre el EZLN y el gobierno de Vicente Fox, marcos-cocopa y en el Congreso de la Unión permanece el eco de las palabras de la comandanta Esther.

Cuatro meses atrás, desde el momento en el que el Ejército Zapatista anunció que marcharía a la capital del país, prácticamente todos los sectores que se sintieron aludidos entraron al debate nacional que giró en torno al eje del zapatismo en la era de Fox: políticos de todos los signos, el clero, los hombres del dinero, los intelectuales y las organizaciones ciudadanas en toda su diversidad.

El presidente Vicente Fox respondió con particular brío al reto, apostando sus fichas a conquistar ?al menor costo posible, como buen negociante? la buena voluntad de los rebeldes y a obtener como trofeo un tête-à-tête con Marcos, "su amigo".

Este es un recuento del accidentado itinerario que empieza con el fin del PRI gobierno y culmina en la Cámara de Diputados, el 28 de marzo, cuando la irrupción de los comandantes del EZLN logra, al fin, darle un giro esperanzador a una larga historia de olvido y resistencia.

El proceso parte de menos cero. Desde fines de 1996, el entonces presidente Ernesto Zedillo había desmontado pieza por pieza los puentes de diálogo que pudieron haber existido entre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el gobierno federal. Desde el día en que negó la firma de los acuerdos pactados en San Andrés Larráinzar, hasta su último día en Los Pinos, la vía militar fue privilegiada como política de Estado frente al conflicto en Chiapas.

Cuatro meses después del fin de la era priísta, el primero de esos puentes fue restablecido cuando, desde la tribuna de la Cámara de Diputados, la comandanta Esther pronunció por primera vez, a nombre del EZLN, un reconocimiento a la voluntad negociadora del "señor" Fox, por haber ordenado la desocupación de las últimas tres posiciones militares que había señalado el grupo rebelde como prueba de la voluntad negociadora del Ejecutivo.

El tablero político

A lo largo de 108 días, desde la comunidad tojolabal de La Realidad y desde las oficinas de Vicente Fox se tomaron decisiones, se emitieron pronunciamientos y se movieron piezas del tablero político ?hacia atrás y hacia adelante?, y el 28 de marzo, por fin, el EZLN, en voz de su Comité Clandestino Revolucionario Indígena reconoció: "sus órdenes han sido señal de paz". Los insurgentes, en correspondencia, también dieron "órdenes de paz" a sus fuerzas regulares e irregulares para que éstas no ocupen las plazas recién desalojadas por los soldados federales.

Es difícil saber con certeza si a siete años de declarado el cese al fuego en Chiapas existe la posibilidad real de que tropas zapatistas "avancen" sobre las bases de Río Euseba, Guadalupe Tepeyac y La Garrucha. Pero el énfasis de la comandanta en este punto, el primero de los gestos que puso sobre la mesa, habla de la importancia que el EZLN da al hecho de considerarse un grupo alzado en armas, si bien con la expresa intención de hacer inútiles esas armas.

En los puntos dos y tres se instruye al enlace del EZLN, Fernando Yáñez, para que contacte a la Cocopa y al comisionado de paz Luis Héctor Alvarez, con el fin de que ambos certifiquen el repliegue definitivo de las siete posiciones militares, y aquél "se acredite como correo del EZLN" ante el gobierno federal para conseguir las dos señales que aún quedan pendientes. Estas dos no dependen exclusivamente del Ejecutivo, ya que en el caso de los presos zapatistas, la resolución depende del Poder Judicial de al menos dos estados fuera del radio de conflicto (Tabasco y Querétaro), y la aprobación de la ley Cocopa es responsabilidad del Legislativo.

Lo sobresaliente de la posición del EZLN es que, por primera vez desde que se suspendió el proceso de negociación en 1996, acepta entrar en tratos con el gobierno federal. Los últimos comisionados de paz del zedillismo buscaron por años entablar ese contacto, así fuera con el único fin de tomarse la foto. Nunca lo lograron.

Hoy la posibilidad de volver a ver puesta una mesa de negociaciones no es remota, si bien cada una de las partes busca objetivos opuestos.

Desde que asumió la Presidencia, a Fox le ha preocupado sobremanera, y lo ha expresado con frecuencia, el hecho de que el EZLN no reconozca su legitimidad. Su interés ?casi obsesión? por "conocer a Marcos", hablar "cara a cara, ojo a ojo" con él, invitarlo a Los Pinos, fue objeto de no pocas críticas, incluso de sus correligionarios panistas y los empresarios más allegados a su proyecto.

No será Marcos, el estratega y vocero del Ejército Zapatista, quien a la postre dialogue con la contraparte oficial, sino Yáñez, el correo, "un medio seguro, confiable y discreto para avanzar en las condiciones que permitan un diálogo directo del comisionado de paz con el EZLN", dijo la comandanta.

Anteriormente cuadro del más alto nivel dentro de las estructuras clandestinas del EZLN y las FLN, el ex comandante Germán entra ahora a los terrenos de la política legal, cerrando de manera definitiva un largo capítulo de lucha armada.

Primeros síntomas del deshielo

Los primeros días de diciembre del 2000, al inaugurarse la "era Fox", hubo desde el despacho presidencial y desde la comunidad tojolabal de La Realidad gestos y palabras que indicaban que ambos protagonistas tenían intenciones, por razones muy distintas, de avanzar hacia un punto de convergencia.

Días antes de tomar posesión como presidente, Fox encabezó una reunión con lo que en breve sería conocido como el Grupo Chiapas del gabinete. El futuro secretario de Defensa, general Ricardo Vega García, asistía flanqueado por dos oficiales de alto rango. Para el nuevo gobernante había quedado claro que el único obstáculo que podría interferir en la estrategia de desarrollo prioritaria del nuevo régimen, el Plan Puebla-Panamá, sería la persistencia del conflicto en Chiapas.

Fox había quedado impresionado con el análisis de uno de tantos asesores que rodeaban al equipo estelar: "Hay una fórmula ya probada para neutralizar y minimizar la presencia de una organización guerrillera con el menor costo y sin derramamiento de sangre: hacerle firmar un acuerdo de paz. Tenemos el mejor ejemplo aquí cerca, en Centroamérica: después de conflictos sangrientos y prolongados, ¿qué pasó con el FMLN y con la URNG después de la firma de la paz? Como fuerzas políticas, en poco tiempo quedaron reducidas como sectores de oposición perfectamente manejables".

Fox compró la idea y de inmediato se diseñó un plan para reducir la sobredimensionada presencia militar en ese estado, heredada al nuevo régimen por el último presidente priísta, Ernesto Zedillo, e inútil para los objetivos gerenciales del nuevo régimen.

--¿Algún problema con suprimir los sobrevuelos militares, general? ?se le preguntó a Vega García. El general consultó con sus asesores y respondió: "Ninguno".

Así, se consultó el tema del retiro de los retenes y varios pasos más. Los militares asintieron en todos los casos planteados.

En efecto, en plena cena de gala en el Castillo de Chapultepec, la fría noche del primero de diciembre, los invitados a la toma de posesión de Fox ?jefes de Estado y lo más granado de la clase política y empresarial? comentaban con admiración la noticia del día: en el mismo instante en que el flamante presidente Vicente Fox asumía el cargo, en Chiapas los soldados iniciaban el repliegue militar tan prometido a lo largo de la campaña electoral.

En la zona de conflicto en cuestión tal repliegue se limitaba, sin embargo, a un retiro de tropas de 53 retenes (mil 500 hombres) en las zonas Altos, Cañadas, Selva y Norte. Aun así era un gesto importante y bien calculado en el tiempo.

Nada negativo, nada positivo

El 2 de diciembre se produjo la esperada conferencia de prensa del vocero del Ejército Zapatista en la remota La Realidad. Del "sí" o el "no" que pronunciaran los zapatistas en ese pequeño caserío, con apenas una planta de electricidad y sin servicio telefónico, dependía la posibilidad de reactivar la negociación entre el gobierno federal y el EZLN, y que Fox pudiera enfrentar uno de los mayores desafíos heredados del viejo régimen: la guerra en Chiapas.

La respuesta fue: "el reinicio del diálogo entre el gobierno federal y el EZLN es posible". A Fox los zapatistas le dijeron, en voz del subcomandante Marcos: "Usted parte de cero en credibilidad y confianza. Esto significa que no tiene que remontar, todavía, nada negativo, porque es justo señalar que usted no nos ha atacado".

Para reanudar el diálogo, los zapatistas antepusieron el cumplimiento de tres condiciones mínimas: la aprobación, por parte del Poder Legislativo, de la iniciativa de ley de la Cocopa; la libertad de los zapatistas presos en Chiapas y otros estados, y el retiro de siete de las 259 posiciones militares que el Ejército mantenía en Chiapas. Con ello buscó que el gobierno federal respondiera a tres preguntas básicas: ¿Es Fox quien está al mando del Ejército y está dispuesto a abandonar la vía militar? ¿Reconoce que los zapatistas no son delincuentes, sino luchadores sociales? ¿No volverá a repetirse la historia de racismo y humillación contra los indígenas mexicanos?

La noticia del "sí" zapatista llegó en plena vorágine de las foxifiestas organizadas por los sectores que se ven a sí mismos como "la nueva clase política" del país. Desde La Realidad, el EZLN hacía explícito su propósito de "salir a hacer política". El cerrojo que mantuvo cerrada la puerta de la salida negociada durante cinco años se había corrido. Al día siguiente Fox respondió: "Vamos a buscar cumplirle las condiciones que nos ponen".

Pero además de poner sobre la mesa tres precondiciones, el subcomandante Marcos anunció la marcha hacia el Distrito Federal. Así, una organización con armas, pero con vocación de hacer política, no guerra, se propone llevar la resistencia que viven los zapatistas en Chiapas al gran foro nacional.

"Gesto de altísimo nivel"

El cuatro de diciembre pasado, Fox envió al Senado la iniciativa de ley de la Cocopa con un amplio documento de respaldo. El líder del panismo, Felipe Bravo Mena, lo calificó como un gesto de "altísimo nivel", pero no tardaría en elevar a rango de estrategia partidista un documento de 22 puntos para cuestionar y reducir el espírituo de la propuesta de la Cocopa a su mínima expresión. El senador Diego Fernández de Cevallos advirtió: "No habrá pase automático (para la ley de reconocimiento de los pueblos indígenas). El Congreso no se dejará presionar". Hasta la fecha, el liderazgo panista mantiene esta seria discrepancia con su presidente.

Ocho de diciembre. A nivel estatal el mapa chiapaneco cambia de color. Asume la gubernatura un mandatario no priísta, Pablo Salazar Mendiguchía, en medio de enormes expectativas de cambio, pero también de tensiones y contradicciones.

22 de diciembre. En una jornada que los tzeltales de la selva viven como una fiesta, los soldados se retiran del ejido de Amador Hernández, y la Sedena entrega al gobernador 3.5 hectáreas que el ex presidente Ernesto Zedillo había expropiado "para fines castrenses". El EZLN saluda el primer retiro como "una buena señal y un paso importante".

Pero empieza a ponerse en evidencia que "alguien" desde dentro del círculo del poder ha metido el freno. En su tierra, León, Fox declara: "Dimos todos estos pasos que hoy han hecho a un lado posibles obstáculos y creo que queda en manos del EZLN ver si ya da la oportunidad de que se inicie este diálogo para que se dé la resolución total al conflicto".

A partir de ese momento el Presidente no dejaría pasar una semana sin emitir dos o tres declaraciones sobre el tema. Abundan las incitativas a reunirse "ya, ya, ya" con Marcos ?Fox suele olvidar que su interlocutor es el EZLN?, pero también las advertencias de "nosotros ya cumplimos", "ya no haremos más concesiones" y hasta el "entreguen las armas". Parecería que maneja un discurso para consumo de las organizaciones que se han agrupado alrededor de la marcha y otro para parar las críticas que le llueven de su propio entorno, los empresarios, el PAN y también sectores del PRI.

El 31 de diciembre se desaloja la segunda base, cuando la comunidad de Jolnachoj, región Los Altos, presiona y ocupa la posición, provocando la salida desordenada y tensa de los soldados.

En el escenario nacional el gobierno de Fox sufre los primeros embates del PRI en el sur-sureste. En Tabasco, después de la anulación de las elecciones, el Congreso local, controlado por el aún gobernador Roberto Madrazo, maquina un golpe legislativo para dejar en la gubernatura a otro delfín del madracismo. En Yucatán ya se vislumbra también la crisis y la contraofensiva de Víctor Cervera Pacheco.

La cúpula empresarial se prepara para el lanzamiento del plan de desarrollo para el sur-sureste, pieza básica del megaproyecto Plan Puebla-Panamá (PPP). Entran al juego fuertes intereses económicos de los patrocinadores principales, integrantes del Fondo Chiapas creado a raíz del conflicto, en 1994, con la participación de los consorcios más fuertes (entre otros el Grupo México Desarrollo, el Grupo Modelo, el Grupo Escorpión, Pulsar, Protexa, Mina, Maseca, Nestlé, Herdez, Serfin y Bancrecer).

En los diagnósticos del proyecto se menciona la necesidad de "democratizar" los niveles de gobierno locales, en una clara alusión a los cacicazgos priístas que aún dominan Tabasco y la península de Yucatán. También está implícita la persistencia del EZLN en Chiapas. Pronto, a fines de febrero, el secretario de Relaciones Exteriores, Jorge Castañeda, haría explícito el interés de este poderoso lobby de la iniciativa privada en el Plan Puebla-Panamá y su urgente necesidad de terminar, al corto plazo y con el menor costo posible, con "el asunto de Chiapas": en Madrid asegura que el PPP es "el corolario lógico y de largo alcance" de la estrategia de Fox para Chiapas.

A estas alturas es ya evidente que muy pronto se le abrirán varios frentes de conflicto al nuevo mandatario.

Cortinas de humo

El cinco de enero, en onda francamente light, Fox dice que para viajar al Distrito Federal los zapatistas tendrán que hacerlo sin armas y sin pasamontañas, y con ello abre la caja de Pandora: semanas y ríos de tinta se desgastarán en el falso dilema que en el fondo oculta el argumento de las fuerzas conservadoras sobre la ilegalidad de la movilización zapatista. El EZLN aclara: viajará sin armas y con pasamontañas.

Mientras tanto, el Congreso Nacional Indígena arranca sus consultas locales, una vez decidida la sede de su tercer encuentro: Nurio, un pequeño pueblo de gran tradición comitiva en la meseta purépecha. En las comunidades rurales indígenas, lejos del foco de atención de los políticos y de los reflectores de los medios de comunicación, el trabajo es intenso.

Cuando el Ejército se retira de la base militar de Cuxuljá, a 20 minutos de la cabecera municipal de Ocosingo, el 9 de enero Fox advierte que de los siete puntos que demanda el EZLN, "cuatro los vamos a hacer". Más tarde precisa que a cambio "sólo pedimos que dejen las armas", recurriendo a la vieja fórmula de anteponer la condición de entrega a la negociación, prueba de que se está pensando en el diálogo como táctica, no como un objetivo.

Ya para la segunda quincena de enero se hacen evidentes las presiones que sufre el Ejecutivo. La vocera presidencial, Martha Sahagún, confiesa que hay un "cambio de estrategia". La senadora panista María Luisa Calderón marca la pauta de lo que será en las semanas siguientes la gran batalla, a final de cuentas perdida, de los legisladores panistas por cerrar las puertas del Congreso a los zapatistas: "El Congreso recibe a los ciudadanos que no están en guerra", advierte.

Su correligionario, el diputado Armando Salinas, amenaza al sostener que la ley de concordia no ampara a los zapatistas en este caso, y que al salir de sus regiones tendrán que ser arrestados. Desde el PRI hay alineaciones con esta corriente del PAN. El senador priísta Manuel Bartlett avisa a los cuatro vientos: "Ni Marcos ni nadie van a venir a presionarnos".

Para completar el cuadro, el equipo económico de Fox acepta que sus expectativas de crecimiento serán menores a las previstas por la baja de los precios del petróleo, y en Yucatán estalla con virulencia la previsible rebelión de los cerveristas. Con un nuevo frente abierto, el secretario de Gobernación, Santiago Creel, parece estar entre la espada y la pared, "chamaqueado" por los cacicazgos priístas.

Varias columnas políticas ponen el grito en el cielo, y en el medio empresarial Fox es criticado por haber anulado las restricciones para que los observadores extranjeros expulsados el sexenio pasado retornen a México, y por haber admitido a priori las tres señales que demandan los zapatistas como "atendibles" y no como parte de la negociación misma.

Los hombres de negocios son más que explícitos en sus críticas al Presidente: "¿Qué caso tiene que vengan los zapatistas? ¿Qué vienen a pedir?", dice a nombre de ellos Raúl Picard del Prado, de la Canacintra. El presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Claudio X. González, asegura que el norte del país como fuente de recursos naturales "está agotado", y que el sur es "la gran reserva". Varios consorcios, entre ellos Kimberly Clark, esperan poder "entrar" a repetir la historia de éxito que ha tenido en la región otra firma, Axa Monterrey.

Para el empresario es claro que la pacificación en Chiapas "es clave" para el Plan Puebla Panamá, "pero los zapatistas no dan muestras de querer".

En Washington asumió la presidencia George Bush. El inicio de una nueva era ultraconservadora en Estados Unidos no puede ser ajena al desarrollo de la estrategia de Fox en Chiapas. Sin contar la goliza que llueve en la portería foxista: a pocos días del atentado presuntamente del narcotráfico contra el gobernador de Chihuahua, Patricio Martínez, el capo sinaloense Joaquín El Chapo Guzmán Loera se despide para siempre del penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco.

Y para cerrar el cerco a Los Pinos interviene el alto clero con un consejo poco cristiano al presidente Fox: que "no ceda tanto" sin recibir nada a cambio.

La última semana de enero, el comisionado para la paz, Luis H. Alvarez, cansado de no recibir "señales" del EZLN, viaja a Chiapas para abrir oficinas en San Cristóbal de las Casas. Pretende hacerlo también en Guadalupe Tepeyac, una comunidad despoblada convertida en base militar. Pero ahí nadie lo recibe. El consejero presidencial Rodofo Elizondo lo persuade de no quedarse ahí en plantón permanente.

Para quienes creían acorralado y agónico al EZLN, es sorpendente el eco de la voz del subcomandante insurgente en la prensa. Para recibir al canciller Jorge Castañeda en Estados Unidos, en su primera visita al nuevo gobierno de Bush, The New York Times publica destacadamente una entrevista con Marcos. En El Universal, el vocero rebelde revela que Castañeda y el comisionado de Seguridad Nacional, Adolfo Aguilar Zinser, han intentado hacer contacto con él. Varios días se consumen en dimes y diretes sobre el particular.

El sup puede, a partir de ahí, darse el lujo de agendar y elegir a sus entrevistadores, entre ellos "pesos pesados" como Carlos Monsiváis, Julio Scherer, Gabriel García Márquez, Gianni Miná, Ponchito. No cualquiera.

El mes concluye, para los zapatistas, con una febril actividad. En los estados donde pasarán se organizan grupos sociales para el diseño y la infraestructura de la caravana. El comandante David avisa que van "por un cambio de fondo en el país".

Al iniciar febrero, Fox toma nuevos bríos: asegura que será audaz ante el desafío que representa la marcha. A través del comisionado Luis H. Alvarez intenta "pactar" las condiciones de la movilización y conseguir algún tipo de contacto "directo y discreto" con los zapatistas. Pero éstos ya dijeron, y nunca se desdicen: vienen a hablar con el Congreso, no con el Ejecutivo.

En Colombia el presidente Andrés Pastrana se retrata con el líder histórico de las FARC, el legendario Tirofijo. Fox insistirá hasta el cansancio: "Quiero ver a Marcos".

La visita del presidente George Bush domina la agenda presidencial a mediados de febrero. Inmediatamente después surge el diferendo en torno a la Cruz Roja Internacional, que concluye con la negativa de este organismo neutral a proteger la marcha. Y en el Poder Legislativo comienza el sainete de los panistas, que insisten en no permitir que se profanen los recintos de las cámaras con la presencia de los encapuchados.

El día 22 está listo el andamiaje de la marcha. San Cristóbal de las Casas es un hervidero de caravaneros. En Los Pinos, Fox echa su resto: "Pongo en riesgo todo mi capital político. Hay que darle una oportunidad a la marcha. ¡Bienvenidos!".

Y ellos, desde allá, arrancan.