VIERNES Ť 6 Ť ABRIL Ť 2001
Ť Cuando llegamos éramos como un niño; nos enseñaste a ser indígenas, dijo Marcos
Se evocó camino a La Realidad el encuentro que dio origen al zapatismo, hace dos décadas
Ť Tacho: "Ya nos juntamos con todos esos que son el pueblo de México, como dijeron"
JESUS RAMIREZ CUEVAS ENVIADO
La Realidad, Chis., 5 de abril. "Tenemos la esperanza más grande que cuando empezamos la guerra. Esa gran luz que salió en 1994 ahora es más grande. Antes decíamos que algún día lucharíamos con todo el pueblo de México. Ahora vemos que están con nosotros miles de mexicanos", dijo entusiasmado el comandante Tacho en un improvisado acto en el pueblo de Balboa.
En esa comunidad el subcomandante Marcos bajó de su vehículo junto con Tacho y saludó a decenas de indígenas. Improvisó un breve discurso: "Ya venimos, y les decimos que ya cambiamos muchas cosas que estaban mal. Ya veremos que muchas cosas van a cambiar. Ya no habrá pena por ser indígena. Hay mucha gente en México y el mundo que está pendiente de lo que pasa en estas tierras. Vemos que ya está más cerca la paz". Con optimismo remató: "y van a ver que vamos a ir cambiando las cosas que hay aquí para mejorar la vida de los pueblos. Te venimos a decir cómo estuvo para que tú nos digas qué sigue".
Los indígenas zapatistas de muchas comunidades que esperaron horas a la orilla del camino entre La Garrucha y San Quintín se mostraban contentos de ver, oír y abrazar a sus dirigentes. La emoción y la esperanza se dejaban ver en sus ojos enrojecidos, en las consignas que gritaban, en las canciones que cantaban. Las escenas casi hicieron llorar al subcomandante Marcos.
Las montañas de esta región tienen mucha historia. Aquí comenzó el movimiento zapatista hace casi 20 años. En 1983 llegó a estas tierras el hoy subcomandante Marcos con una decena de hombres y mujeres para formar el primer núcleo guerrillero de lo que sería el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Las comunidades de estas cañadas fueron de los primeros pueblos que adoptaron a los guerilleros y les enseñaron su lengua, su cultura, su manera de ver el mundo y sus formas de organización. Aquí se forjó esa mezcla de tradición, de lucha indígena que se fundió con el pensamiento social y político de un pequeño grupo que buscaba transformar el mundo desde este rincón.
Los pueblos recibieron a Marcos y a los zapatistas como a hijos que regresaban de la guerra. "Teníamos mucha pena de que no regresaran pero ahora que están aquí, estamos contentos", dijo con sus pequeños ojos llenos de lágrimas una mujer mayor en Balboa. En Betania, el subcomandante Marcos recordó esa historia y rindió homenaje a estos pueblos: "queremos darles las gracias porque nos fue un poco bien en nuestro trabajo. Lo que nosotros hicimos fue hacer lo que nos enseñaste. Cuando llegamos aquí éramos como un pequeño niño, y nos cuidaste y nos enseñaste la lengua, nos enseñaste a ser indígenas y ahora ya estamos un poco crecidos después de 18 años".
Rodeado por decenas de mujeres, hombres y niños tzeltales que minutos antes lo habían abrazado y saludado, el jefe militar del EZLN fue humilde en sus palabras, como la gente de aquí: "te damos las gracias porque llevamos al mundo tu palabra. Lo que tú nos enseñaste lo llevamos para allá y lo hablamos con los señores que mandan y con la gran mayoría que viven en México, que también está pobre como nosotros pero que también tiene ganas de cambiar las cosas". Era como el hijo pródigo que regresaba a casa. "Hablamos con ellos -dijo Marcos hablando de la sociedad civil-, y ellos te mandan un saludo y te mandan decir una cosa que no debes olvidar nunca: que tienes hermana y hermano en otra parte. Así como en nuestra familia siempre estamos pendientes, ellos van a estar pendientes de nosotros. Van a estar pendientes de cómo va a estar la lucha, van a estar pendientes de ver si se resuelve tu problema. Van a estar pendientes si hay mejora para los pueblos indios de México".
Marcos prosiguió con una voz pausada y suave: "eso me dijeron para cuando viniera para acá. Tú vas a recordar eso porque tú me enseñaste así. Es, pues, una buena cuenta la que te vamos a entregar. Los delegados de esta zona van a pasar a contarte más largo lo que vimos en nuestro camino. Yo te quiero dar las gracias porque me enseñaste esto y me diste la oportunidad de poder ver todo lo que vi, y por poder hablar con toda la gente con la que pude hablar. Ojalá cuando veas cómo salió todo el trabajo estés contento y entonces me dejes quedarme aquí contigo, aprendiendo más cosas que me estás enseñando".
Recorrido intenso
Desde la salida de La Garrucha, como a las dos y media de la tarde, medio millar de tzeltales de varios municipios autónomos despidieron a los delegados al iniciar el tramo final de su regreso a La Realidad. Atrás dejaron lo que hasta hace unos días fue un cuartel del Ejército Mexicano en terrenos ejidales y que ya fue abandonado por los soldados como lo demandaba el EZLN. La caravana pasó por varias cañadas y por pueblos emblemáticos de la lucha zapatista: Patihuitz, Chalpullil, Prado, San Juan, Sultana, Santa Marta, Soledad, Balboa, Betania, Santa Rosa y por el río Euseba, donde hay uno de los cuarteles cuyo desmantelamiento exigían los zapatistas. A su paso por San Quintín, donde se encuentra el cuartel más grande de la selva Lacandona, los habitantes y soldados estaban inquietos pero no ocurrió nada. En Patihuitz la caravana pasó a un lado del cuartel militar. Los soldados interrumpieron unos minutos su actividad de construir nuevas barracas para alojar a los que salieron de La Garrucha.
Más adelante, el agreste camino cobró nueve llantas, incluida una de la camioneta donde viajaba Marcos. En El Prado el convoy encontró a cientos de indígenas. En este pueblo la comandancia del EZLN estableció su cuartel general en 1994. Durante la ofensiva de febrero de 1995, el Ejército ocupó esta población y destruyó lo que presumía fue el refugio de Marcos, así como las pertenencias de los pobladores, en castigo por apoyar a los rebeldes. Todos los habitantes de El Prado huyeron a las montañas, donde se refugiaron hasta que salió el Ejército, semanas después.
Kilómetros adelante, en San Juan Rómulo, multitud de mujeres, niños y algunos hombres interceptaron el convoy y rodearon la camioneta del sub, quien se bajó a saludarlos. El convoy -integrado por ocho camionetas de la sociedad civil y tres donde viajaban los delegados; cinco camiones con bases de apoyo y gente de la ciudad, así como unos ocho vehículos con periodistas- pasó frente al cuartel del Ejército en La Sultana, donde los soldados tomaban video y anotaban las placas.
Un kilómetro más adelante esperaban decenas de niños y mujeres. Marcos también se bajó a saludarlos. Los niños y las mujeres abrazaban al líder guerrillero y le arrojaban flores a puños, tantas que el sub se agachaba ante la andanada florida. Al partir la caravana, la gente corrió tras los vehículos, con una bandera nacional al frente y carteles de apoyo.
En Santa Marta y La Soledad hubo escenas similares de cariño. Fue en Balboa donde el encuentro fue estremecedor. A este pueblo llegaron las bases de apoyo de Champa San Agustín, bastión zapatista cerca de las montañas. En un mensaje leído dijeron: "este día es muy importante para nosotros por el regreso de los delegados. Agradecemos el esfuerzo del amor y del apoyo para nuestros pueblos. Al subcomandante insurgente Marcos le agradecemos el sacrificio y el esfuerzo que ha puesto por el pueblo de México para acabar con la opresión". Después agradecieron a la sociedad civil nacional e internacional: "No les tenemos que dar nada, sólo nuestro grito de Ya basta".
Al final, Marcos agradeció "el agua que nos diste, ya teníamos pena porque no encontramos nada en el camino para aliviar la sed". La caravana continuó su camino entre consignas y acordes. A las nueve de la noche, al llegar a Betania, uno de los últimos puntos antes de llegar a su destino, unas 300 indígenas recibieron a los zapatistas con marimba, aplausos y consignas. Tras un breve acto invitaron a los delegados a comer. En esta comunidad, donde la mayoría es de la ARIC independiente, el apoyo fue notable aunque no son bases zapatistas. Ahí el comandante Tacho agradeció la bienvenida: "Queremos decirles que hemos regresado ya. También queremos decirles que ser zapatista es muy importante y grande para todo el pueblo de México. En nuestro recorrido de la marcha de la dignidad indígena encontramos a muchos hermanos indígenas como nosotros".
En la cancha de basquetbol del pueblo Tacho insistió: "hoy son muchos los que luchan, no sólo somos nosotros, a lo largo de nuestro recorrido nos encontramos con todos los colores que somos. Pudimos decir nuestra palabra zapatista, pudimos explicar nuestra lucha. Creemos que les quedó claro nuestra forma de luchar, qué es lo que queremos, qué es lo que deseamos para que vivamos bien con nuestros hijos, con nuestra familia, en nuestro pueblo, en nuestra región, en nuestro municipio. Dejamos clara la palabra y la lucha de todos los pueblos".
"El pueblo de México -añadió- quiere mucho la palabra zapatista, la palabra de nosotros los indígenas. Hoy, después del tiempo que empezamos la guerra, tenemos una esperanza muy grande. Creemos que se han empezado a dar unos pasos para que podamos empezar el diálogo. Estamos en espera de que se cumplan unas condiciones que parece que ya empezaron a darse".
Habló de la lucha zapatista: "ustedes saben cómo es la resistencia, ha sido muy difícil para nuestros pueblos. Queremos decirles que hay que ser más fuertes todavía, que debemos seguir luchando más. Creemos que vamos a conseguir por lo que nos alzamos en armas. También queremos decirles que de la montaña los compañeros y compañeras insurgentes entregaron hace años varios apuntes que decían que un día nos íbamos a juntar con toda la clase trabajadora. Pues ya nos juntamos. Pudimos encontrar a todos esos que nos decían los insurgentes. No sabíamos cuándo, en qué año, qué día, no tenía fecha, pero los compañeros insurgentes sí nos dijeron hace 15 o 10 años que nos íbamos a encontrar con todos esos del pueblo de México".
Tacho recordó que "desde entonces estaba guardado dentro de nuestro corazón pero no sabíamos cuándo iba a suceder, pues quiero decirles que esta vez sí pudimos encontrar a todos los que decíamos antes, indígenas y los que no son indígenas. Son muchos los que están luchando con nosotros, hemos conseguido en todo el recorrido que muchos miles de compañeros nos apoyen, los llevamos en el corazón para contarles a ustedes, para que se sientan fuertes, para que sientan que nuestra lucha es muy importante y que nuestro ser zapatista es muy importante".
"Hoy hemos dejado claro -expresó- ante ese lugar que llaman Congreso de la Unión, pudimos decir qué es lo que realmente sentimos y cómo pensamos vivir de aquí en adelante."
En su turno, Marcos informa que los invitaron a comer y se quedan un rato, "con un poco de tortilla con frijol vamos a estar bien para llegar a La Realidad, que es donde nos están esperando ahorita".