Ť Monterrey, el lugar donde se encuentra lo más adelantado en tendencias y estilos
De jueves a sábado, el rock despierta en tierra de gruperos
Ť Hay buenas bandas, pero las disqueras no les hacen caso, lamenta editor de La lengua
ARTURO CRUZ BARCENAS ENVIADO
Monterrey, nl. En esta ciudad, donde juegan el vallenato y la onda grupera, el rock vive. Cientos van a La Iguana o a la Casa de Pancho Villa, para entre semana oír lo nuevo, a los conjuntos que aspiran a ser como El Gran Silencio o Control Machete. De jueves a sábado (los domingos casi no rifa nada) el rock despierta.
Otras ofertas: abunda el table dance, "for men", los antros para lo tropical y lo colombiano. Las cantinas continúan como el gran espacio para los norteños, que siguen los pasos de Cornelio Reyna y Ramón Ayala, de Los Alegres de Terán, de Carlos y José. "Pero si usted es chilango, mejor no vaya", recomienda Ricardo, marinero jubilado de Estados Unidos, quien luce Calvin Klein ("Puro ce ka"), zapatos de esos de los que "también hay para los hombres''. "Parecen de torero", comenta. Recibe su pensión y lo de su seguro. "Pinches gringos, qué chingones son. Siempre me depositan. A tiempo, siempre".
¿El Manchester de México? No es para tanto...
¿Y el rock? "Es una escena sana, porque hay muchos estilos o tendencias", dice Xardiel Padilla, ex rocanrolero profesional (lo intentó); estudió periodismo y ahora edita La lengua, revista que muchos señalan como la última carcajada de la cumbancha. Ya quisieran muchos del deefe. "Aquí hay una escena más adelantada que en el resto del país; la idea es más profesional. De tres años a la fecha algunas bandas de aquí han crecido nacional e internacionalmente. Tenemos bandas con miembros de 13 años de edad con un nivel artístico aceptable".
Monterrey no es, precisa, "el Manchester de México; tampoco es para exagerarle, para andar de presumidos. No hay un movimiento de rock, pues todo está disperso. Cada quien hace su trabajo independiente. No llegan al divorcio, tampoco".
--¿Hay un rock subterráneo?
--Sí, pero igual que lo que le ocurría al Gran Silencio, en 93 o 94, cuando nadie los conocía; claro, sólo los que iban a sus tocadas. Hay grupos, ahora, bastante buenos, pero nadie les hace caso. Volován es un conjunto bastante bueno y nadie los pela. Tocan un rock tradicional, sin mezcolanzas; algo como lo que toca Jumbo. Otro es Cabrito Vudú.
--¿Se puede hacer aquí, buen periodismo de rock?
--Sí, pero el mercado es muy chico. Nuestra revista pudiera ser de cobertura nacional, pero eso puede hacer que dejemos de dar información regional, de aquí, que era nuestro objetivo primario. Ya sacaremos un suplemento.
--¿Tiene identidad el rock de Monterrey?
--Quién sabe a quién se le ocurrió decir que aquí había la avanzada regia, porque todos los grupos de aquí están en desacuerdo con llamarle así a lo que hacen. Los de El Gran Silencio no se asumen así, pues quieren ser parte del rock nacional. No quieren verse como algo aparte. Igual nosotros. ¿Qué, antes había una retrasada regia, o qué? Las bandas de Monterrey tratan de hacer las cosas bien, independientemente de si hacen hard u otro género.
Rock, hasta con una lata de chiles
Padilla gusta del rock a un nivel grueso, de 24 horas. Nada de medias tintas. Se echa su cafecito en El Brasil; lee El Norte, su diario, y se vanagloria de que La Lengua sea una cachondería andando. "Aquí hay quienes fusionan cosas, como El Gran Silencio y Cabrito Vudú; ellos retoman los sonidos más callejeros". Pasa un carro de camotes y graban el silbidito. "Lo mezclan con el rock". Aquí, Tony, de El Gran Silencio, hace efectos hasta con una lata de chiles.
Otros hacen rock convencional, como lo que hacen Jumbo o Zurdok. "Estos son universales y podrían ser buenos en Inglaterra o Estados Unidos". Una tercera corriente son los electrónicos, los experimentales, como Plastilina Mosh, que "son el extremo de El Gran Silencio. Hay otros, como los punk, los metaleros y otros más electrónicos que Plastilina. Pero hay músicos duros, como el cabrón baterista de Jumbo. Los de El Gran Silencio quizá no sean buenos técnicamente. Si los pones a tocar con un grupo toda la noche en un bar pues hasta son malos, pero son muy creativos.
"Hay un grupo poca madre que se llama Espantosa X que hace un año tocaba muy feo. Están en la onda punk, hard core. El problema de Cabrito Vudú es que no tienen el apoyo de una disquera. El que sí está duro es Inspector, de ska, que lo tocan convencional, a diferencia de los del DF, que han modificado el estilo. Ya ni es ska".
Difícil, juntar a gruperos y rockeros
--¿Cómo convive el rock en esta tierra de gruperos?
--Es muy curioso. Hay muchos músicos colombianos (que tocan vallenato) o gruperos que son rockeros. Aquí todos se conocen. Algunos gruperos son excelentes músicos. Si un chilango quiere oír buen rock regio lo que más le conviene es venir al café Iguana (cuya dueña está que se cae, por vía de Dio, i'ñor, ajúa). ¿Qué tal una buena ración de metal? Van de todas clases sociales. Otro sitio es La Tumba.
"De repente puedes hallarte ahí a un conjunto de reggae alternando con Celso Piña y su Ronda Bogotá, o al Gran Silencio. ¿Eh? No se ha dado un Celso Piña del rock; ese equivalente está muy lejano. Es muy difícil. Alejandro Lora es el que más se acerca. Aquí la onda es más grupal", precisa Padilla, ex rocanrolero de profesión, metido a la tecla.
--¿Con el auge de publicidad, podría claudicar La lengua y llegar a ser un medio acrítico, vividor, convencional?
--Sí, ese es el riesgo, como el de todas las publicaciones.
Padilla expresó que es muy difícil que se llegue a dar un trabajo coordinado, de conciertos, entre gruperos y rockeros, porque éstos sólo tocan lo que les gusta, "lo que les da la gana. A los rocanroleros no les da eso de hacer concesiones. Imposible ver a Jumbo, por ejemplo, al lado de Los Tigres del Norte".
--¿Qué prefieres, tocar rock o escribir sobre él?
--Las dos cosas.