JUEVES Ť 5 Ť ABRIL Ť 2001

Ť Tres tomos con textos inéditos en su mayoría

Editan las Obras Completas del poeta Gerardo Diego

Ť La prosa es su faceta menos difundida y valorada

ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL

Madrid, 4 de abril. Gerardo Diego, uno de los poetas de la generación del 27, escribió a lo largo de su vida infinidad de ensayos literarios y ''radiotextos" que permanecían en la semiclandestinidad de las hemerotecas y el archivo familiar. Diego, quien en su obra poética alternó la poesía tradicional con la vanguardia, también reflexionó con intensidad sobre el ''hecho literario" y la historia de la literatura. Ese ''ingente tesoro", formado por más de 3 mil 500 textos, la mayoría inéditos y desperdigados, forman los tomos VI, VII y VIII de las obras completas del escritor santanderino, que fueron presentados hoy por su hija y presidenta de la Fundación Gerardo Diego, Elena Diego y que edita Alfaguara bajo el auspicio del gobierno de Cantabria.

La poliédrica obra literaria de Gerardo Diego tiene en la prosa su faceta menos difundida y valorada. Diego, nacido en Santander el 3 de octubre de 1896, fue poeta, ensayista, crítico literario y musical, estudioso de la pintura, taurófilo y tratadista de la fiesta, ocasional dramaturgo, comentarista de actualidad en la prensa, lector constante y pianista consumado hasta su muerte ocurrida el 8 de julio de 1987. Los tres tomos que ahora se publican pretenden ofrecer un ''panorama" sobre su persistente reflexión pública sobre autores y textos contemporáneos y clásicos, así como de su perpetuo diálogo con el ''hecho literario".

''La vida sigue, sigue siempre''

El responsable de la edición y profesor de literatura en la Universidad de Extremadura, Jose Luis Bernal, explicó que ''terminado el siglo XX, llega la hora de historiar con la mínima perspectiva necesaria su literatura, y en el canon resultante comprobaremos a buen seguro que la poesía del 27 ocupa un lugar de privilegio, con una vigencia creciente, no sólo justificable por los centenarios que se nos agolpan y hasta solapan, sino también por los continuos asedios y relecturas, descubrimientos y luces que la crítica sigue
trasegando. Pues bien, en ese territorio del 27, conocido y, a la vez, redescubierto cada día, la figura de Gerardo Diego desempeña un papel axial, un papel que la edición reciente de su prosa avala sin ningún género de dudas".

La obra completa de Gerardo Diego cuenta con ocho tomos, los tres primeros dedicados a su poética, que se encuentra íntegra y que el autor dejó ordenada antes de morir; el IV y V que forman las Memorias de un poeta; los tres dedicados a la prosa y un último y noveno pendiente de edición en el que se reúnen las reflexiones musicales del ''poeta que fue poeta porque no pudo ser músico".

En cuanto a su impronta en sus compañeros de generación (García Lorca, Guillén, Alonso, Alberti), Bernal afirmó que el ''estilo, en fin, que nos convence no sólo del tono y voluntad ensayísticos de sus prosas, sino de la profesión de fe poética que éstas contienen, una profesión de fe que contagió a todo el grupo del 27".

Elena Diego explicó que ''su prosa, varia, cuantiosa, desperdigada, de difícil localización editorial estaba también en buena parte inédita". Ella misma tuvo que dedicar dos años a la recopilación y
ordenación de lo que llamó ''ingente tesoro", que le permitió ''continuar con
el diálogo que nunca se había interrumpido, pero que me permitió volver a
encontrarlo en toda su diversidad". Fue ''un gozo inefable", concluyó, si bien precisó que ''las limitaciones de espacio han obligado a dejar fuera muchos textos.

Uno de los textos rescatados del anonimato es El valor de los recuerdos, aparecido el 15 de abril de 1979 en la publicación Arriba, en el que Gerardo Diego señala: ''La vida sigue, sigue siempre. Y cada vez que se me muere un amigo, un admirado, un lector, un pariente, no sólo se muere, se muere para la historia y la memoria, sino que además se me muere a mí, personalmente, me disminuye, me deja en soledad de duelo y de oración. Porque por mi gusto y por mi vocación, todo lo que ha cabido en mi memoria lo he trasladado a mis papeles, impresos o inéditos y ellos responden y responderán por mí a los curiosos pertinentes e impertinentes. Yo contesto a los que me inquieren datos de mi vida. Lean mis libros. Allí están todos. Me canso, me aburro en contestar a interrogatorios, encuestas y demás allanamientos de morada".