Ť Instinto de Inez es la nueva novela del escritor que circula bajo el sello Alfaguara
Con su vasta obra, Fuentes no intenta emular a Balzac sino las cataratas del Niágara: Lizalde
Ť Vuelve a incursionar en la narrativa de miniatura, de hondura sicológica, dijo Celorio
Ť Solares: se advierte su afán de extender el relato incluso más allá de la vida
CESAR GÜEMES
Con toda facilidad, Carlos Fuentes se echó al bolsillo al público lector la noche del pasado martes en la Sala Manuel M. Ponce de Bellas Artes. Reunido con Luisa Valenzuela, Marisol Schulz, Ignacio Solares y Gonzalo Celorio, dio cuenta de su nueva novela, Instinto de Inez, que se encuentra ya en librerías bajo el sello de Alfaguara.
A
caballo entre la composición, la literatura y la realidad política
nacional, Fuentes hizo este apunte que le ganó los aplausos de inmediato:
''Una vez que la música reclama sus derechos originales como energía
primitiva, las sociedades primeras deciden que las leyes han de ser cantadas.
Sí, imagínense ustedes, las primeras leyes fueron cantadas.
Y aunque resulta difícil imaginar un dueto del jefe Diego
y Beatriz Paredes desde el Senado de la República, acaso es en la
oratoria política donde nos damos cuenta de que la música
siempre nos regresa a un primer lenguaje de gestos y gritos apenas aparece
una pasión que nos devuelve al estado en que nos encontramos al
necesitarla".
Antes de Fuentes intervino Marisol Schulz, editora de Alfaguara, quien a nombre del sello agradeció al escritor su colaboración en la ''ardua agenda que le hemos preparado para presentar su novela".
Enseguida, la también escritora Luisa Valenzuela realizó un análisis de los nombres protagónicos que aparecen en la obra: ''En el nombre de Inez Prada refulge la inesperada, es decir más esperada que ninguna otra. Esperada y aplazada, como ocurre con el deseo que sólo así consigue mantenerse vivo en la perversidad del recuerdo aun después de la muerte o de la desaparición del objeto deseado. En el nombre de Gabriel Atlan-Ferrara, personalmente presiento un esbozo del Atlántico, ese océano que cruzarán uno u otra, protagonista y antagonista, para que los escasos, eternamente memorables encuentros, tengan lugar".
El tiempo y sus edades
Titular del Fondo de Cultura Económica, el prosista Gonzalo Celorio tomó la variante de las sorpresas que contiene el nuevo trabajo de Fuentes para afirmar que ''en esta novela deja de lado los temas históricos y políticos de los que con un cierto impulso de muralismo literario, o si se prefiere de literatura mural, se había ocupado en sus últimas obras. De El naranjo a Los años con Laura Díaz, pasando por La frontera de cristal, y vuelve a incursionar en esa narrativa de miniatura, de hondura sicológica, de fronteras indeterminadas que desarrolló en sus primeros tiempos".
Y abundó: ''Nos sorprende porque aborda un tema que si bien ha estado presente de manera más o menos circunstancial en toda su producción literaria, hasta ahora no formaba parte, que yo sepa, de su temática predominante: el tema de la música y más particularmente de los vínculos entre la creación y la recreación; entre el compositor y el director de orquesta; entre la obra musical y sus referentes literarios, míticos y filosóficos".
Poeta y ensayista, Eduardo Lizalde dio una breve cátedra con el tema de la música de Berlioz y definió por su parte así la pertinencia de Instinto de Inez: ''Agrega Fuentes esta breve pero muy concentrada e intensa novela a su vastísima obra. Es el escritor de más vasta obra entre los narradores contemporáneos. Y cuando empezamos a ver que se publicaban obras tan extensas llegamos a creer que trataba de emular a los autores clásicos de obra más extensa, un Lope de Vega, un Balzac. Corriendo el tiempo hemos visto que Carlos Fuentes no intenta emular a Balzac, sino a las cataratas del Niágara o las de Iguazú".
El novelista Ignacio Solares encontró para los presentes el motivo de la voluntad escritural de Fuentes: ''En pocas obras de la literatura actual, como la de Carlos Fuentes, se advierte tanto la propensión totalizadora que anida en lo mejor del género de ficción. Un afán de extender la narración a todo lo que es la vida e incluso a lo que puede haber más allá de la vida, de multiplicarse e involucrarse en inumerables personajes y situaciones, sentimientos e ideas, en voces y puntos de vista hasta agotar su mundo, si es posible agotarlo, en lo más vasto, pero también en lo más mínimo, en todos sus niveles y desde todos sus ángulos. Por eso el personaje principal en la obra de Fuentes ha sido el tiempo y sus edades, por la intención secreta del autor de anularlos".
Es el tiempo, ciertamente, pero también la música. Sobre todo la música, la composición y dirección son los ingredientes que el autor combina para ofrecer su más reciente libro. En sus propias palabras, Fuentes dijo:
''En todo caso el lenguaje convencional no es el que mejor expresa los estados pasionales. No podemos decirle a una mujer 'usted es la culpable de todas mis angustias y todos mis quebrantos', en simple conversación. Pero cantándola podemos llegar a su corazoncito, añadiendo: 'y soy aunque no quiero esclavo de sus ojos, juguete de su amor'. Quiero decir que la música siempre es una inflexión de la pasión: ayúdame, quiéreme."
Esa es, condensada, la invitación a la lectura de la nueva obra del prosista mexicano, dedicada por el escritor a su hijo, el fotógrafo Carlos Fuentes Lemus, y que arranca diciendo: ''No tendremos nada que decir sobre nuestra propia muerte".